Ojalá te suba todo

OJALÁ TE SUBA TODO. Luis Benvenuty. Ediciones Carena. Barcelona, 2014. 337 páginas. PVP 15,00€

 Ojalá te suba todo

Ojalá te suba todo, del sociólogo y periodista Luis Benvenuty (Salamanca 1974), cuenta la historia de Mario Venturini, escritor descarriado después de su primer éxito literario, enganchado a la cocaína y a otras sustancias estupefacientes, al alcohol, y al nihilismo rebelde como justificación moral de todo, que intenta sobrellevar su vida profesional y familiar sin que se note demasiado que se encuentra al borde del derrumbe. La novela se divide en tres partes que podrían interpretarse como el camino del personaje desde el infierno al purgatorio y, finalmente, a una suerte de chapucera redención que, en realidad, parece llevarlo de nuevo al principio. El protagonista cuenta, en primera persona, lo que le sucede al regresar a Cádiz, su ciudad natal, a la que se traslada desde Barcelona para empezar de nuevo en un trabajo que le da igual, huyendo del escenario en el que ha vivido una gran mentira.

Ojalá te suba todo es uno de esos libros cuya lúcida crudeza nos hace removernos a ratos en el asiento mientras nos pone delante un mundo que reconocemos, con cierto resquemor, como nuestro, y un antihéroe a la altura de Henry Chinaski, Mark Renton, Jamie Conway, el cónsul Geoffrey Firmin y, de otra manera no tan romántica y decadente, pero igualmente autodestructiva y mucho más sórdida, lo acerca a los caracteres débiles de Dick Diver en Suave es la noche, o a Alain LeRoy en El fuego fatuo.

Venturini es fruto de la evolución natural, pasados veinte años, de los protagonistas de Historias del Kronen o de Menos que cero, y responde a una imagen inquietante de tipo de clase media que el autor desea colocar frente al lector para mostrar las peores consecuencias de la moderna sociedad capitalista, en la que el dinero es poder, es estatus, es sencillamente, lo único que convierte en valorables a los ciudadanos, y la vía principal para que el individuo alcance una vida cómoda y exitosa. ¿Por qué no hacer dinero, entonces, de manera rápida, siguiendo los dictados de ese mercado negro y salvaje que mueve la droga? Al fin y al cabo, el propio sistema capitalista alimenta esta vía con una hipocresía y un cinismo semejante al que el propio protagonista incorpora a su moral personal para justificar esa doble vida que lo envuelve, desde hace años, en una enorme bola de nieve susceptible de reventar en cualquier momento, exponiéndolo a la vergüenza y al rechazo de su familia y de su entorno. Venturini es un gran farsante, que sólo se preocupa por guardar la apariencia de normalidad mientras la realidad lo lleva hacia el despeñadero. Sólo cuando se ve ya a punto de caer, decide dar marcha atrás, adaptarse a las directrices básicas de la “decencia” social y tratar de recuperar a su esposa, a su hijo y su lugar en la comunidad que lo rodea. Sin embargo, su carácter, viciado ya por años engañando a todos, incluso a sí mismo, y por un historial de adicciones difícil de superar sin ayuda, amenazan con echar a rodar sus planes de regeneración.

En esta historia Luis Benvenuty ha sabido combinar con acierto y mucho talento, la feroz crítica a la sociedad capitalista urbana, especialmente a su hipocresía, con un lenguaje crudo e hiperrealista unas veces, y otras lírico y literario, y por último, con la creación de un personaje que por un lado genera rechazo y por otro asombra gracias a su lucidez en el análisis de la realidad que lo cerca. Los que pertenecemos a la generación nacida en los años setenta entendemos perfectamente la génesis de esa realidad que coincide con el retorno a un neoliberalismo hedonista y ambicioso, cuyo principal medio de escape y transgresión lo encarnan las drogas, las experiencias consumistas de carácter múltiple y un egoísmo individualista que parece haberse tornado en maldición a raíz de la crisis de 2008. Desde este punto de vista, la novela deja clara su vocación de mostrar aquellos aspectos menos populares del mundo en que vivimos, a menudo retratados con cierto glamour y humor negro en el cine de Scorsese, de Tarantino o de Coppola, pero que, en este caso, se ve teñido por el aliento local, triste y descarnado del Trainspotting de Irvine Welsh, que Danny Boyle llevó a la gran pantalla. Pero esta vez nos toca a nosotros ofrecer los exteriores de este thriller psicológico de tintes sociales, en los que la sabiduría de su autor como reportero social ilumina con clarividencia esta historia que podría ocurrir, sin ir más lejos, en cualquier esquina de nuestro barrio y de nuestra ciudad.

Es destacable, como contrapunto a la fealdad del mundo que retrata, la belleza de la literatura que el protagonista conoce y parece admirar. De hecho, los pasajes más líricos de la obra los ocupan reflexiones sobre escritores diversos, Bukowski, Herman Melville, Malcom Lowry, o el propio Irvine Welsh, sin duda la pluma que inspira a los personajes de esta novela. Posiblemente la propia filosofía de vida de Mario Venturini, las poses que adopta en su trato con los demás y sus esquemas de conducta hayan sido aprendidos de personajes literarios. Entonces es cuando Venturini recupera el atractivo de la lucidez, y deja entrever su verdad, lo que en realidad desea al margen de sus adicciones y de sus mentiras. Al igual que el personaje de Chinaski en la novela Factotum recupera una chispa de humanidad entusiasta cuando un editor le ofrece publicar su primer cuento, así el protagonista de Ojalá te suba todo se autoanaliza con sinceridad a través del cuento de Melville y dice: El nihilismo solo sirve para alardear en los bares. Sólo sirve mientras puedes acompañar tus palabras con un trago lleno de amargura. Luego nada se sostiene. En casa todo se convierte en un techo que te tienes que comer. No quiero morirme solo, como Bartleby. Sin que a nadie le importe. Preferiría no hacerlo”.

En conclusión, esta novela encierra una narración llena de tensión, que nos habla de la lucha de un hombre contra sus vicios, sus miedos y sus mentiras, en un entorno hipócrita, desalmado y competitivo donde el dinero es el objetivo y el fin, y en el que los lazos afectivos y humanos se encuentran sometidos a la tiranía de lo individual y de lo material. Es una lectura muy entretenida, magníficamente escrita y contrapunteada por la propia literatura que construye a la perfección su soporte estético, y además realiza un esfuerzo de denuncia de la realidad urbana, que describe con crudeza el funcionamiento social de nuestras ciudades.

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