Gran mestizaje artístico para un genial «Poeta en Nueva York»

Por Horacio Otheguy Riveira

Un espectáculo de enorme vitalidad, que fusiona flamenco, jazz y música latina con guitarras, violín, piano, percusión, palmas, y los cuerpos de una gran Compañía de danza donde hombres y mujeres se entregan con hermosa energía a  la representación del genio de García Lorca, comandados por el bailarín Rafael Amargo, que bebe de las raíces y disfruta alternando con el mestizaje cultural propio del siglo XXI. Un gran trabajo coral que emociona, asombra y divierte con un magnífico fin de fiesta.

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Aquellos ojos míos de mil novecientos diez
no vieron enterrar a los muertos,
ni la feria de ceniza del que llora por la madrugada,
ni el corazón que tiembla arrinconado como un caballito de mar.

 

Federico García Lorca se marchó a dar conferencias a Nueva York en 1929 con todos los gastos pagados; un éxito para un intelectual con problemas económicos. El genio del poeta era incipiente, pero ya existía su Romancero Gitano, ya se conocía su Oda a Salvador Dalí y su Poema del Cante Jondo, y ya andaba Margarita Xirgu al acecho, esperando las obras maestras del teatro que ella estrenaría en Buenos Aires…

En este viaje escribe a cada paso y debuta con un estilo más desgarrado y libre, sin el sol de su Andalucía natal, un estilo donde la rabia se endulza por el amor hacia las víctimas de una sociedad implacable que se desangra con el desastre financiero de la llamada Gran Depresión del 29.

Angustia, miseria, alegría de vivir y pasiones desbocadas

 

Lorenzo,
Emilio,
Enrique,
fueron los tres en mis manos
tres montañas chinas,
tres sombras de caballo,
tres paisajes de nieve y una cabaña de azucenas
por los palomares donde la luna se pone plana bajo el gallo.

Uno
y uno
y uno.
Estaban los tres momificados,
con la brisa que hiela el corazón de todas las madres,
por los blancos derribos de Júpiter donde meriendan muerte los borrachos.

 

A lo largo del año en que permanece en la ciudad va entretejiendo este Poeta en Nueva York que llega a lo más profundo de una sociedad que conoce a través de patearse sus barrios, ahondar en sus miserias y dejarse embelesar por sus aciertos.
Un libro duro matizado de jubiloso esplendor que Rafael Amargo sabe interpretar maravillosamente en una función donde lo clásico se abraza a lo contemporáneo, y el ayer se vincula con el presente, y el dolor intenso del poeta sonríe, baila y canta con la musicalidad de una palabra viva que recorre nuestra columna vertebral y nos eleva, nos trasciende.

 

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Es fantástico el alcance de esta Compañía que ha recorrido mundo con gran éxito, por Europa, Hispanoamérica (dos veces en las salas más grandes de la ciudad de Buenos Aires, donde se produjeron los primeros triunfos de Federico en vida) y Estados Unidos, y en tres ocasiones presente en Madrid y Barcelona.

Un trabajo rico, ingenioso, en el que la gran virtud de su director consiste en saberse rodear de talentos para cada una de sus necesidades. Así, cada participante tiene su aporte y su lucimiento, bien mimados todos por la dirección musical de Edith Salazar, quien además colabora en escena en tres estupendas apariciones.

La representación comienza con un cuadro de danza contemporánea que ilustra uno de los primeros poemas del libro y cierra con una espectacular fiesta en La Habana, parada de Federico en su feliz retorno a España pasando por «la América española». En medio, sobre el escenario se produce un vibrante recorrido por diversos géneros musicales y coreográficos sin divismo, con el aliento de los artistas volcados generosamente en su trabajo, y la alegría que se nota en sus caras y sus gestos, alegría grande de compartir tanta pasión y sabiduría con un público agradecido.

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¡Oh Cuba! ¡Oh ritmo de semillas secas!
Iré a Santiago.
¡Oh cintura caliente y gota de madera!
Iré a Santiago.
¡Arpa de troncos vivos, caimán, flor de tabaco!
Iré a Santiago.

Brisa y alcohol en las ruedas,
iré a Santiago.
Mi coral en la tiniebla,
iré a Santiago.
El mar ahogado en la arena,
iré a Santiago,
calor blanco, fruta muerta,
iré a Santiago.
¡Oh Cuba! ¡Oh curva de suspiro y barro!
Iré a Santiago.

 

Poeta en Nueva York

Dirección de escena: Rafael Amargo y Juan Estelrich

Dirección audiovisuales: Juan Estelrich

Bailarines: Vanesa Gálvez, Yolanda Jiménez, Yolanda Rodríguez, Eva Boucherite, Estibaliz Barroso, Olga Llorente, Frida Madeo, Cristina Montalvo, Fabián Thomé, Antonio Correderas, Rubén Puertas, Fran Vilchez.

Colaboración en videos de Marisa Paredes, Cayetana Guillén Cuervo y Joan Crosas

Participación especial de Edith Salazar

Música: Eduardo Cortés, Edith Salazar, Berrogüeto y Carlos Núñez.

Dirección musical: Edith Salazar

Coreógrafos: Mario Maya, Manuel Segovia

Diseño de vestuario: Antonio Belart

Diseño de iluminación: Nicolás Fischtel

Lugar: Teatro Compac Gran Vía

Fechas: Del 23 de julio al 17 de agosto de 2014

 

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