Enrique Laso a propósito de «El rumor de los muertos», su nuevo trabajo

«Aviso a quien comience a leer que este libro contiene el saber que me transmitieron en el desierto bestias horribles, nacidas del mismo infierno».

el rumor de los muertos
El rumor de los muertos, de Enrique Laso.

Enrique Laso (Badajoz, 1972) es experto en marketing y escritor. Laso inicia su carrera como escritor muy joven, compagina los estudios con largas jornadas frente a la máquina de escribir. Tras abandonar la escritura por motivos personales y profesionales, en 2005 vuelve a ella y publica Desde el infierno, una novela breve de terror psicológico, adaptada al cine cuyo estreno se espera para finales de este año. El autor es además uno de los pioneros españoles en autoedición. De su producción, destacan El mago, El taxidermista, El abismo de Camille y su éxito más notable, El rumor de los muertos, que ahora publica Martínez Roca en papel tras haber superado las 125.000 copias vendidas. Sus libros han sido traducidos a seis idiomas.

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El rumor de los muertos. Enrique Laso. Ed. Martínez Roca, 2014. 328 páginas. 19,90 €

Un libro milenario con un pasado maldito, una enigmática secta dispuesta a combatir el Mal a cualquier precio, un millonario embarcado en una dramática aventura científica por amor… un explosivo thriller que difumina los límites entre realidad y ficción. Sebastián Madrigal es un joven periodista que escribe para una revista dominical sin mucho renombre. Un día, uno de sus artículos llama poderosamente la atención: El Necronomicon, acerca de una obra que nadie sabe a ciencia cierta si existe o es solo un invento de H. P. Lovecraft. Un libro cuyo poder maligno es capaz de resucitar a los muertos, arrebatar la vida o ganar la inmortalidad. Un millonario que ha buscado el Necronomicón durante años confía en que Sebastián sea la persona idónea para encontrarlo. El reportero acepta el reto. Muy pronto descubrirá que la realidad y el mito se fusionan en una macabra pintura aterradora.

«Al Azif, el título original en árabe del Necronomicon, es la palabra con la que los árabes designan los sonidos nocturnos que provocan los insectos. Esos sonidos se supone que son los aullidos de los demonios, de los muertos condenados, el grito gutural que se escapa del mismísimo Infierno. Es, en definitiva, el rumor de los muertos».

P.- ¿Cómo se siente un autor al pasar de Amazon a una sólida editorial como es Martínez Roca?

Muy nervioso y muy emocionado. Es un paso adelante en mi carrera como escritor, y espero con toda el alma que esté iniciando una aventura plagada de momentos felices.

P.- Al menos para ti, ¿son el ocultismo, los muertos y su mundo, a nivel literario, más interesantes que los vivos?

Depende. Como recurso literario, para atraer al lector, y para yo mismo pasarlo bien escribiendo, sí. Pero los vivos nos permiten acercarnos a la realidad, empatizar y hacer creíble lo que escribimos.

P.- ¿Cómo surgió el hacer este libro? ¿Alguna deuda pendiente con Lovecraft?

De adolescente leía mucho a Poe y Lovecraft, me encantaban. El Necronomicon era mencionado en varios cuentos, y relató su historia en apenas un folio. Pensé que aquella historia y aquel libro misterioso merecían ser protagonistas de una novela. Así germinó la idea. Y sí, muchas deudas pendientes con él: le debo parte de mi pasión por la Literatura.

Enrique Laso
Enrique Laso.

P.- Novela coral donde los personajes persiguen un libro. ¿Qué enorme misterio esconde el Necronomicon para que todos quieran poseerlo?

En realidad muchos de los que lo persiguen no tienen claro ni qué hace, ni tan siquiera si existe (como el protagonista, por ejemplo). Otros, sin embargo, lo ansían por el poder que concede a su poseedor; y algunos pocos porque su vida y su futuro dependen del libro. Pero el que desata la búsqueda que narro en la novela es un millonario londinense que lo único que desea es recuperar a su mujer, fallecida tres años atrás.

P.- Te mueves por diferentes escenarios geográficos y temporales, ¿cuál de ellos te ha resultado más atractivo y misterioso a la hora de plasmarlo en la novela?

En el siglo XXI, la Biblioteca Beinecke de Libros Raros y Manuscritos, de la Universidad de Yale: un lugar fascinante, con libros asombrosos como la Biblia Gutemberg o el Manuscrito Voynich. Y del pasado me quedo con ese Toledo del siglo XV, capital del Reino de Castilla, cosmopolita y mezcla de culturas cargada de tolerancia.

P.- ¿Crees que existen sociedades secretas en la actualidad como las que describes en tu libro?

No tengo la menor duda. Es más, tengo la absoluta certeza.

P.- Ignorante del tema como soy, ¿es la criogenización un proceso de realidad futura o mera ciencia ficción?

La criogenización es un proceso muy real, y la empresa Alcor, que se menciona en la novela, existe verdaderamente y se dedica a este negocio. Lo que no está tan claro es el proceso de, digamos, “resurrección” de los cuerpos criogenizados. Daños a nivel celular, conexiones nerviosas (se separa la cabeza del resto del cuerpo) y un casi seguro deterioro profundo del cerebro. Son asuntos que supuestamente en el futuro podrán ser solventados.

P.- ¿El provocar miedo y desazón es una apuesta segura a la hora de enganchar al lector?

El miedo sí, es una baza que nunca falla si sabes jugarla bien. Nos angustia el miedo, pero un pavor que sabemos que es controlable, ficticio, nos encanta; nos hace sentir poderosos. La desazón, dependiendo de la acepción de la que hablemos, no estoy tan seguro.

P.- Imagino una ardua labor de documentación para hacer creíble la historia.

Sí. Por suerte dediqué muchos años a la misma, porque el tema me apasionaba. No es algo que me haya pesado en absoluto. Los escritores debemos crear historias imaginativas, pero también respetar al lector y ser escrupulosos con ciertos aspectos (por ejemplo cuando contextualizamos nuestras narraciones en el pasado).

P.- ¿Nuevos proyectos literarios a corto plazo?

Sí, justo ahora. Estoy en la última fase del primer borrador de mi nueva novela Los crímenes azules. Es un cambio de género, aunque sigo dentro del misterio. Es una novela policíaca, ambientada en el condado de Jefferson, Kansas. Dos cadáveres abandonados en una hondonada, un agente casi novato de la Unidad de Análisis de la Conducta del FBI y muchos giros argumentales que concluyen en un final que seguro despertará la atención.

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Por Benito Garrido.

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