Los libros de la isla desierta: Platero y yo

Por Óscar Hernández Campano.

platero-y-yoPLATERO Y YO, Juan Ramón Jiménez

Hay grandes libros y pequeñas joyas literarias. El tamaño no importa cuando la lírica, el sentimiento, la profundidad o el alma se destilan en cada página como sucede en esta pequeña gran obra. Este pequeño tesoro fue escrito por el Premio Nobel de Literatura Juan Ramón Jiménez hace poquito más de cien años. A diferencia de lo comúnmente asumido, Platero y yo no es un libro infantil. Esto lo dijo hasta su autor. Porque, como muchos creemos, no hay libros infantiles o de adultos. Todo depende de la mirada del lector y del sentido común, el menos común de los sentidos.

Yo leí Platero y yo siendo un niño. Una edición ilustrada con bonitas estampas del burrito que hacían las delicias de cualquiera con un mínimo de gusto. Pero no comprendí entonces toda la grandeza de la obra. Lo he recordado siempre como un librito agradable, entrañable. Sin embargo, siempre me quedó en la mente un algo borroso sobre el texto, un poso de incomprensión, la idea recurrente de que ahí había algo más.

He releído el libro unos treinta años después y ha sido una experiencia hermosa. No sólo por recordar algunos pasajes que se habían quedado impregnados en la memoria, sino por releer un clásico sabiendo que lo es, conociendo su importancia, su transcendencia y al mismo tiempo abierto a la lectura casi primera de un texto clave de la literatura ya no española sino universal.

Poco se puede decir de Platero y yo que no se haya dicho y escrito mil veces. A lo largo de más de ciento treinta pequeños capítulos, escenas breves, anécdotas variadas y emotivas, el autor nos lleva de la mano de su amistad con el mítico animalito. Platero, suave, como si fuera de algodón, se nos antoja el amigo fiel, cariñoso y único que todos añoramos alguna vez. Un jovencito Juan Ramón -pese a que el libro fue compuesto contando el autor con más de treinta años- y su inseparable Platero, recorren las calles, las plazas y los campos de Moguer, un pequeño pueblo de Huelva. Los capítulos nos muestran con una paleta cromática y aromática que nos envuelve, las casas, los campos, los árboles, las gentes y los animales que comparten vida y muerte con Platero. El uso de un rico léxico, de una generosa adjetivación y de unas figuras literarias que tiñen el texto de poesía, convierten el libro del maestro andaluz, quien cabalgó desde la Generación del 98, hasta la del 27 pasando por el Modernismo, en un libro tan único e inclasificable, como imprescindible.

¿Quién es Platero? ¿Qué representa Platero? ¿Un símbolo, un alter ego que precede al escritor, tal y como apunta el título? ¿Un ser real idealizado? Platero es la columna vertebral del libro, el Leitmotiv, el amigo ideal, la naturaleza delicada encarnada, las esperanzas, los sueños, los deseos…

Platero y yo es divertido, es melancólico, es conmovedor y esperanzador. Es un libro lleno de recuerdos, de estampas costumbristas bucólicas y marineras que conectan literatura y gentes. Es un documento etnográfico. Es un manifiesto ecologista y animalista. Es un libro de amor.

Hay pocos libros como este. Pequeñas joyas que digan tanto, que inspiren tanto, que dejen una huella tan indeleble en el alma, que tengan, capítulo a capítulo, frases que se deberían enmarcar, sentencias y enseñanzas universales en un envoltorio sencillo y bello. Libros así nos hacen mejores como sociedad y como personas. Libros como Platero y yo nos reconcilian con el mundo porque el mundo es algo compartido con la flora y la fauna.

Platero y yo tiene que ocupar un lugar privilegiado en esta pequeña biblioteca que estamos construyendo en la isla desierta.

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