Cuando termina la historia llega el final.

Por Elena Muñoz.

9788492775736Casi todos los escritores señalan lo complicado que es arrancar con una novela, escribir esas primeras líneas que son la llave de la narración y que deben, como un conjuro, encantar al lector para que no abandone el libro a las primeras de cambio.

Es el ya tan consabido miedo al folio en blanco.

En mi caso no es así. No niego que no encuentre alguna dificultad en iniciar una narración, pero casi siempre consigo esas primeras palabras que me permiten comenzar a caminar por la historia que quiero contar. En cambio, creo que lo verdaderamente importante es el final, conseguir que la narración llegue a su meta de una manera coherente, sin que haya ningún conejo sacado de la chistera a última hora.

Traigo este tema a colación porque hace unos días tuve ocasión de leer el comentario que un lector ha dejado en  una página web en la que se referencia mi novela “Como el viento en la espalda” (Ediciones Bohodón). A pesar de que la novela le ha enganchado, dice, no le satisfizo del todo el final: cerré la novela como si tuviera prisa por terminar.

Bien,  no cabe duda de que todas las opiniones se agradecen, aunque no sean todo lo positivas que una quisiera. A raíz de leer la que he señalado quise comprobar si la novela hubiera podido alargarse algo más. Y me impresión fue la misma que cuando decidí darla por concluida: cuando la historia se termina llega el final.

Es posible que acostumbrados a novelas de setecientas, ochocientas páginas, una que no llega a cuatrocientas le parezca a algunos lectores que no da de sí todo lo que pudiera. Pero no se trata de rellenar folios y folios sino de contar, realmente, lo que se quiere contar.

No cabe duda de que cada maestrillo tiene su librillo a la hora de planificar la escritura de una nueva obra. Yo nunca hago previamente un esquema y casi siempre es la historia la que me va marcando las etapas; son los personajes los que con sus actuaciones me van indicando cuando llega  al cierre. No olvidemos que una  novela es un universo vivo y que evoluciona a lo largo de las páginas hasta llegar a su final.

En el caso de “Como el viento en la espalda” consideré que, si alargaba el relato, tendría que empezar a tirar de hilos que modificarían en gran manera el resto de la historia. En vez de eso opté por seguir la saga en otra novela que, si todo va bien, verá la luz en otoño, bajo el título “Vientos del pasado: el secreto tras el cuadro”, bajo el mismo sello editorial.

Al fin y al cabo, los escritores también debemos,  esa es mi opinión, dejar algún resquicio por el que el lector pueda entrar para imaginar que podría haber más allá de ese punto y final, que siempre queda en manos del autor.

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