El ejercito de piedra, de Luis Manuel Ruiz

Por Ariadna G. García

El ejército de piedra. Luis Manuel Ruiz. Salto de Página, 2015. 17,90 euros.

_visd_0001JPG06MASEl ejército de piedra es la segunda novela que Luis Manuel Ruiz publica en Salto de Página, y supone la segunda entrega de las aventuras del trío protagonista de El hombre sin rostro: una joven intrépida aficionada a los coches, el boxeo y ahora al alpinismo; su padre, un inminente científico de fama internacional; y un periodista bisoño, atolondrado y valiente a partes iguales. Ambas obras se localizan en el Madrid de comienzos del siglo pasado y combinan la reconstrucción histórica (más conseguida, quizás, en la primera novela) con la ciencia-ficción (de trama más audaz, en la segunda).

El ejército de piedra es, ante todo, una novela de aventuras, de las de cuño clásico, de las que nos iluminan las buhardillas de la fantasía y el misterio, apagadas por el tedio de la rutina y el trabajo. Luis Manuel es un mago de los que transforman la existencia diaria en un crisol de emociones que nos retrotraen a la infancia, a ese periodo de la vida en que creemos posible los milagros, los hechizos, los embrujos y las maldiciones. Por eso su libro se disfruta, se padalea, es una golosina que baila en el cielo del alma. En sus páginas retumban los ecos –marca de la casa– de aquellas películas de los años ochenta que abrieron de par en par las puertas de nuestra imaginación: Los cazafantasmas, El secreto de la pirámide, Más allá de la cúpula del trueno; de los cómics y dibujos animados que nos estamparon en la mente el sello de las muertes y accidentes caseros imposibles; e incluso de novelas policicas más actuales: El eco negro (Michael Connelly)

Luis Manuel Ruiz arma su novela en torno a un caso insólito: las estatuas de la corte cobran vida de pronto, se desencajan de sus pedestales, los bloques de granito obedecen las órdenes de una mente maligna. De este modo, la obra recupera los antiguos mitos animistas; no en vano, entre los monumentos que reducen a escombros los edificios y calles de Madrid destacan la diosa Venus o el titán Prometeo. Tras la resolución del caso se encuentra el trío protagonista, secundado por multitud de personajes, entre otros, un arquitecto, un relojero o el inspector Vidarte, agente del orden que oculta una doble vida y del que se vale el autor para denunciar tanto el machismo como la –intemporal y vergonzosa– violencia de género que sacude los cimientos de España. A su vez, el gabinete de crisis nombrado por el Ministerio de Gobernación para poner coto a la amenaza que supone el ejército de piedra, ejerce de ganzúa que nos abre la puerta sellada de la gestión política nacional, revelando la alegría con que, a cuenta del Estado –es decir, de los contribuyentes–, se cargan copiosas comilonas en lujosos restaurantes donde corren los platos y el buen vino a cambio del mínimo aporte intelectual.

Escrita con primor estético y con un gran sentido del ritmo, la nueva novela de Luis Manuel Ruiz dejará de piedra a los adultos y jóvenes que decidan pasear por las cornisas –pese al vértigo– hacia las que elevan sus trescientas páginas.

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