Cuestionario literario: Miguel Ángel Hernández

 

escapadaProfesor universitario, ensayista, teórico del arte, crítico artístico-literario, pero sobre todo escritor. Éste es Miguel Ángel Hernández, conocido sobre todo por su interesante novela  Intento de escapada (Anagrama), una obra de ficción en la que convergen las líneas de investigación en torno al arte contemporáneo que han definido y definen la carrera universitaria y ensayística de Hernández, cofundador del CENDEAC Centro de Documentación y Estudios Avanzados de Arte Contemporáneo. Con su primera novela Intento de escapada, publicada en 2013, Miguel Ángel Hernández se situó definitivamente en el mapa literario castellano, consiguiendo el reconocimiento de la crítica, reconocimiento que se plasmó quedando la novela semifinalista del XXX Premio Herralde y obteniendo el premio Ciudad de Alcalá de Narrativa así como el premio La Culturería. Sin embargo, dejando de lado la obra ensayística, el recorrido literario de Hernández, lejos de empezar y terminar con su primera novela, abraza una serie de textos que, a medio camino entre el ensayo y el relato, definen a Hernández como un autor capaz de poner en diálogo constante distintos lenguajes –desde el ensayismo hasta la imagen, pasando por la prosa poética y el lenguaje ecfrástico- a la vez que lo sitúan en la órbita de autores como Enrique Vila-Matas, sobre todo si se piensa en Kassel no invita a la lógica o a su último trabajo Marienbad eléctrico, como Sebald o como Maurice Blanchot. En efecto, de su producción no propiamente ensayística –es difícil demarcar los límites genéricos en la obra de Hernández- cabe destacar Cuaderno […] duelo, una obra de difícil catalogación que remite a Diario del duelo, uno de los textos más extraordinarios de Roland Barthes. Como Barthes, a partir de la experiencia de la pérdida, Hernández plantea una reflexión acerca de la capacidad evocativa y significativa del lenguaje, una reflexión acerca de los límites del lenguaje a la vez que presenta la palabra como el único espacio en el que la ausencia se transforma en presencia. En diálogo también con Maurice Blanchot, Hernández observa como la escritura es posible a través de la pérdida: Orfeo tuvo que perder a Eurídice para poder cantar, para poder convertirse y convertirla en poesía. Hernández convierte en literatura a sus padres, su pérdida hace posible su recreación y su eterna durabilidad a través de la palabra escritura, a través de la literatura. Si en Cuaderno […] duelo, Miguel Ángel Hernández se planeta los límites de la escritura –entendida como inscripción no sólo gráfica, sino vital, memorialísitca e indudablemente artística-, en Intento de escapada Hernández se plantea los límites del arte y, en concreto, del arte performativo: ¿todo es válido en el arte? Y, sobre todo, ¿debe haber límites? Asimismo, a la pregunta de los límites se suma la pregunta acerca de la idea de performatividad y de simulacro, es decir, de la relación que se establece entre el arte y la vida, entre la realidad y la ficción. Los interrogantes que plantea Hernández en su obra narrativa son, en parte reelaboraciones, de las disquisiciones teórico-críticas presentes en sus ensayos, entre los que cabe destacar  Materializar el pasado. El artista como historiador (benjaminiano) o  La so(m)bra de lo Real: el arte como vomitorio, donde se encuentran especialmente sistematizadas los interrogantes anteriores. A la espera de la publicación de su nueva novela, Miguel Ángel Hernández es un nombre clave dentro de la narrativa castellana así como en el nuevo ensayismo y en la nueva teoría artística. Un referente por partida doble

hernandez

¿Cuál es su idea de felicidad perfecta?

La felicidad consciente. A veces no nos damos cuenta de que estamos siendo felices hasta que perdemos eso que tenemos. Ser consciente de esos momentos fugaces –a veces surgidos de lo más banal y en otras ocasiones de lo más sublime– quizá sea la clave; experimentarlos, degustarlos, habitarlos como si fuera el último día de nuestras vidas.

¿Cuál es su gran miedo?

El dolor. La enfermedad. La muerte de los otros.

¿Cuál considera que es la virtud más sobrevalorada?

La coherencia. La vida está llena de contradicciones.

¿En qué ocasiones recurre a la mentira? (en el caso que confiese mentir)

Cuando no sirve de nada decir la verdad.

¿Se muerde la lengua antes de expresar determinadas opiniones por temor al qué dirán?

Cada vez menos. Pero a veces no digo todo lo que pienso. No por el temor al que dirán, sino por el daño o el efecto que pueda causar. Sobre todo si no sirve de mucho ni cambia las cosas.

¿Cuándo fue la última vez que tuiteó o publicó algún comentario en las redes sociales con plena libertad?

Anoche mismo. Sé que se me va demasiado la pinza en las redes. Me gusta mucho la tontería. Pero a veces me contengo.

¿Qué es para usted la libertad?

Un lugar inaccesible pero hacia el que nunca cesamos de caminar. Ese viaje, poder emprenderlo, es quizá lo único a lo que podemos aspirar.

¿Siente el ser una persona reconocida públicamente le resta libertad con respecto a la persona anónima?

Lo del reconocimiento siempre es relativo. Fuera de mis alumnos, mis amigos, mi familia y el dj del bar al que voy, tampoco es que me conozca tanta gente. Las redes dan una idea falsa del reconocimiento. En cualquier caso, siempre intento comportarme, aunque esté en Siberia.

¿Hablar y expresar públicamente opiniones políticas o silenciarlas?

De todo un poco. Como decía, cuando sirve para algo, sí, por supuesto. Desgraciadamente, en muchas ocasiones “de lo que no se puede hablar, mejor es callar”. Sobre todo cuando todo el mundo habla sin parar y todo se convierte en una cháchara inentendible. Antes todos sabíamos de fútbol; ahora, de política.

¿Activismo público o compromiso privado?

Igual que la anterior. Cuando sirve, cuando cambia las cosas, cuando es necesario estar y mostrarse, hay que hacerlo. Pero sin el compromiso privado no tiene sentido y se convierte en mero postureo político –eso sí que me revienta–.

¿Informarse o ser informado?

No creo que exista una diferencia clara entre ambos términos. Por supuesto, prefiero “construir” mi visión del mundo en lugar de tragarme a pies juntillas la que otros construyen como un todo inamovible. Pero, por otro lado, esa visión propia está también compuesta de otras visiones en las que uno confía. Vivir en sociedad es también un acto de confianza. Si no, no subiríamos ni al autobús.

¿Qué es para usted y qué valor tiene la información?

La información es el modo que tenemos de saber que no estamos solos. Sólo tiene valor si sirve para dotar de conciencia a lo que hacemos y hace que nuestros actos sean responsables y comprometidos con los demás. Cuando la información sólo sirve para constatar el mundo y dejar las cosas como están, es simple curiosidad. Desgraciadamente, el noventa y mucho por ciento de lo que leemos y consumimos como información hoy es eso.

hernandez 3La cultura, ¿cuestión de esnobismo o conocimiento transversal?

La cultura es un término “mágico” que no tenemos demasiado claro qué significa. Lo solemos utilizar como sinónimo de “alta cultura”, de formas de conocimiento establecidas por ciertas élites de poder. La cultura como una especie de “capital simbólico” –utilizando la fórmula clásica de Bourdieu– que nos hace subir de clase y crear diferencias sociales. Esto no puede ser obviado cuando uno se traga una película finlandesa subtitulada al danés por el mero hecho de poder sumarlo a su hoja de ruta cultural. Ahí entra el esnobismo. Hay gente que sufre y está amargada escuchando en su Spotify la última mierda indie y que, de vez en cuando, tiene que desconectarse para escuchar a Beyoncé sin que nadie lo sepa.

¿Todo es cultura? O, mejor dicho, ¿qué no es cultura para usted?

Todo es cultura. Claro. Hasta Julio Iglesias. De nuevo, habría que definir si hablamos de “alta cultura” o “cultura de masas”… y tener claro que las diferencias no son tan claras, y que esa idea moderna que dividió la cultura entre “vanguardia” y “kitsch”, entre productos culturales avanzados e industria del entretenimiento, no es sino una ficción. No puedo decir lo que no es cultura. Sí puedo decir lo que no me gusta y con lo que sí disfruto. Me parece tan peligrosa la industria del entretenimiento como el aleccionamiento cultural promovido desde las élites. No todo el mundo tiene por qué disfrutar con Joyce, DeLillo o Godard. A mí me pirran, porque me abren un mundo, me hacen pensar y me provocan emociones que no puedo experimentar en otros lugares. Pero no me obligo. Faltaría más.

¿Sus referentes culturales son literarios, musicales, artísticos, cinematográficos…?

Literarios y artísticos, sobre todo. En un principio fueron musicales, pero abandoné la música. Confieso también que no veo tanto cine como quisiera. El arte es mi profesión y no puedo evitar que mi visión se configure desde las formas artísticas. Pero sin duda es la literatura lo que me posee desde hace algún tiempo. No encuentro el modo de escapar de ella. Y eso me causa una gran felicidad.

¿Un autor para releer?

No soy yo muy de releer, pero volver a Nabokov y disfrutar su prosa es puro placer estético.

¿Un autor recién descubierto?

Eduardo Ruiz Sosa. Anatomía de la memoria es el último gran libro que he leído. Y estoy convencido que después de este vendrán muchos más.

¿Una película, una obra de teatro o un espectáculo recientemente visto y que no olvidará?

Pues creo que, de las últimas cosas que he visto, lo que más guardo en mi memoria es el maratón de House of Cards que hice este verano. No me puedo quitar de la cabeza a Frank Underwood y sus miraditas a cámara.

La creación, ¿un arte, una pasión o un ofició que se puede aprender?

Hay facultades de Bellas Artes, escuelas de cine y talleres de escritura. Se puede aprender el oficio y la técnica. Es cuestión de práctica. Lo difícil es lo otro. Tener algo importante que decir, mostrar o relatar. Creo que el orden de las cosas no es “aprendo a escribir y ahora busco sobre qué escribir”, sino “esto tiene que ser contado y debo buscar la mejor manera de hacerlo”.

¿Todos podemos escribir un libro?

Claro. No es tan difícil. Basta con cuatro tardes largas. También todos podemos pintar. Otra cosa es hacerlo bien. Escribir un buen libro sí que es jodido. Incluso para los buenos escritores.

¿Todos podemos publicar?

Tampoco es tan difícil. Amazon te publica hasta la lista de la compra si te pones. Lo difícil es publicar en un buen sitio. Ése es el verdadero reto. Y nunca ha sido fácil.

¿Todos podemos ser artistas?

¿Por qué no? De nuevo, que una cosa sea una obra de arte no quiere decir que sea buena, simplemente es que se encuentra en la categoría social de lo que llamamos “arte”. A fuerza de usarlo, el término ha perdido su sentido de excepcionalidad.

El éxito, ¿personal o profesional?

Van de la mano muchas veces. Pero en otras ocasiones tu vida sigue siendo una mierda por muchos libros buenos que publiques. Incluso aunque pases a la historia de literatura.

El éxito, ¿fama, dinero, reconocimiento o no necesariamente?

Tener éxito al final depende de cuáles sean tus objetivos. Si desde pequeño te obsesionas con el Nobel y eso es lo único que quieres conseguir, no importa que llegues a ser Borges, morirás frustrado porque no lo has ganado. Fama, dinero o reconocimiento muchas veces son lo mismo pero en contextos diferentes. El verdadero éxito es siempre interior. Consiste en demostrarse a uno mismo que era posible hacer algo difícil que requería esfuerzo y dedicación. Lo que viene después depende de demasiadas cosas que no están en nuestra mano. Por eso a veces éxito y suerte  –o mejor, oportunidad, estar en lugar preciso en el momento preciso– son la misma cosa.

¿Cuál considera que es su gran logro?

Haber aprendido a saborear el mundo antes de que todo desaparezca para siempre.

 

¿Cuál es su lema?

Como decía Céline, una vez dentro, hasta el fondo.

 

 

 

One thought on “Cuestionario literario: Miguel Ángel Hernández

  • el 10 noviembre, 2017 a las 9:14 pm
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    Conozco a MIGUEL ÁNGEL HERNÁNDEZ a través de su obra literaria, no, en cambio, su obra plástica-visual, aunque como bien dice en «la encuesta» sus últimos derroteros van últimamente encaminadas hacia las letras y a su labor docente. Como de su admirado VILA MATAS, lo que más me gusta es como desde el laberíntico Arte Contemporáneo llegan a construir relatos que, a quien lo sigue (hasta donde puede cada cual), disfruta leyendo las situaciones en que, casi siempre, «meten» a los artistas (disyuntivas existencialistas, éticas, mercantiles, …) y los eventos, y los lugares también. Todo me hace rememorar hechos ya del pasado, pero vividos con la misma ilusión

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