O vas o no vas

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Por Arnau Palou

Cada pieza artística desconcierta a quien la busca. Y hay piezas que desconciertan más, que tocan por dentro. Este es el caso de «Quién va». Una obra de teatro experimental donde el público, o entra y viaja, o se queda fuera y reacciona desde la distancia. El cercano diálogo visual que se establece entre el público y los actores al final del pase demuestra quien ha ido con ellos y quien se ha quedado sentado en la butaca. En la silla, en este caso. La relación que se establece entre la obra y el espectador es individual. Cada sujeto, con su gusto, educación y sensibilidad frente a este provocador experimento artístico.

Ir a “Quién va” es aceptar un autoestop por carreteras sensoriales, acompañado de sueños y soñadores conducidos por Jessica Walker, que actúa como directora de orquesta, en vivo y en directo. Sentada al lado del público, Walker guía este ritual escénico a través de inciensos y cantos de estilo mantra. Grita, ordena, escupe, llora. Con una estética de caverna de Platón se desarrolla una obra inspirada en los temas y personajes de Hamlet. Una adaptación libre donde permanece un cierto aroma del clásico de Shakespeare y todo lo demás es experimentación.

La propuesta artística, coherente en su contexto, invita a contemplar un cuadro vivo, a viajar entre dos aguas: el erotismo y el terror. Toda una experiencia estética basada en un proyecto físico, carnal, individual y colectivo.

Pitagoras decía que para percibir la belleza tenemos que centrar nuestra mirada en ella, contemplar-la en el sentido más amplio de la palabra. En 1818, el filósofo alemán Arthur Schopenhauer escribió que solo se puede experimentar esta experiencia cuando asumimos el papel de espectador con una sumisión pasiva, contemplando desde una “ actitud estética”, activando la percepción sensorial y la memoria para sumergirse dentro de la obra. Desde esta contemplación se puede encontrar la belleza en “Quién va”, sin explicaciones racionales sobre nuestros sentimientos. Para que la experiencia sea más intensa.

El espectáculo termina con los intérpretes abrazados dibujando un círculo en el medio del escenario. Los actores y actrices son o han sido alumnos de la escuela Laboratorio. Van todos a la una, dentro la misma búsqueda. La base de la interpretación, tal como propone la escuela, es la sinceridad actoral. Des del propio Yo hacia el público. Aunque eso de la sinceridad actoral suene a oxímoron, las actrices y actores de “Quién va” son honestos. O eso aparentan.

Los “Solos” creados por los alumnos de la escuela es otro de los otros proyectos que se muestran al exterior. Pero, ¿quién es Jessica Walker? ¿Qué se aprende en esta escuela? Esas y otras respuestas las dan los sábados y domingos, hasta el 15 de noviembre, en el Teatro Laboratorio del passatge de Sant Antoni Abad número 6.

 

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