Garfield 1.0: El gato menos felino

Por Octavi Franch

GARFIELDUn día, en una de mis expediciones laborales en el barrio del Poblenou de Barcelona, descubrí una tienda de libros y cómics de segunda mano llamada La Retrobada (El Reencuentro en catalán). Sus precios no son caros pero tampoco baratos, aunque a veces tengo la suerte de encontrar algún cómic en buen estado y por un precio asequible y justo. Así fue como llegó a mis manos este ejemplar: Conoce a Garfield 1, publicado por Ediciones Junior de Grupo Grijalbo-Mondadori en 1980.

Como ya os he contado en alguna que otra ocasión, soy coleccionista de juguetes y de personajes de animación, tanto sus figuras alegóricas (ya sean de resina, peluche, etc.) como cualquier objeto de merchandising que esté vinculado con dicho protagonista. En el caso de Garfield (y eso que tengo pánico a los gatos; yo soy de perros) colecciono todas sus representaciones de goma dura (hay un montón, por cierto), sus peluches de tamaño medio (una locura lo que encuentras en el mercado) y otras piezas tipo papelería. Pero todavía no había comprado ningún cómic sobre el gato naranja más famoso del universo.

Siempre me ha atraído su personalidad más bien perruna, ya que aunque evidentemente es un gato persa (de hecho, conocí a uno de verdad llamado Foc —Fuego en catalán—, el cual podéis ver en mi cuento infantil Aprende a maullar) no actúa siempre como esperaríamos de un felino corriente. Es un personaje muy complejo, ya que él es el rey de la casa y tiene sometidos tanto a su dueño como a su perro vecino, el inocente de Odie.

En cuanto al cómic de marras, me pegué un hartón de reír en cuanto lo leí en el tren volviendo de Barcelona. Desde la primera viñeta, Jim Davis, su creador, nos ofrece un repertorio de anécdotas protagonizados por Garfield, en que su punto de vista es totalmente distante al del resto de personajes de la historia. Y ahí radica la gracia del asunto: él siempre va un paso adelantado a lo que hacen y piensan los demás. Evidentemente, tiene los mismos miedos que cualquier gato, e incluso cualquier animal de compañía, pero su talante y manera de tomarse las cosas, de cara a la galería, provoca que su humor sea contagioso y totalmente plausible y veraz.

Así pues, del primer libreto de viñetas de Garfield destacamos las siguientes escenas:

  • La 6-19, en que Jon Arbuckle, el alter ego de Jim Davis, nos presenta a “su” gato. A la vez, Garfield nos presenta a “su” dibujante.
  • La 8-3, en que su amo se está afeitando y Garfield aprovecha para jugar con la espuma, por lo que acaba enterrado bajo una montaña blanca.
  • La 9-12, en que Jon está intentando arreglar el televisor y el gato, de un zarpazo, lo sintoniza inmediatamente.
  • La 10-20, en que Jon le está explicando a su compañero de piso que ha llevado a Garfield al veterinario para que le corten las uñas y que le quitarán los puntos pronto; al veterinario.
  • La 10-30, en que Garfield se dispone a atacar de nuevo al cartero, pero éste viste una armadura.
  • Y la 1-22, en que Jon advierte a su gato que duerme, come y ve la tele demasiado; a lo cual Garfield le responde que qué pretende, si él es humano.

Este hallazgo en formato cómic de pequeño formato me ha animado a buscar más tebeos sobre el gato más mediático del papel y del cartón, ya que sus lecciones sobre la vida social son de lo más acertadas y totalmente activas hoy en día.

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