El mundo a tus pies

elmundoatuspies

Por Víctor Colden @VicColden

Si me invitaran a vivir en alguna de las tres historias que componen la última obra de Nadar (Castellón de la Plana, 1985), no sabría qué hacer. Porque por un lado están el desamor, la soledad, la falta de oportunidades y la amenaza de la pobreza, y por el otro la amistad, las cervezas, el sexo (no siempre alegre), y la esperanza de otra cosa. Por un lado el malestar, el resentimiento, la rabia, luces que se apagan, y por el otro música, palmeras, fiestas, café y un hombro en que apoyarte para quedarte dormido en el tren, de vuelta a casa. No sabría que hacer… ¿Negarme a habitar un mundo con trabajos de mierda y muros de incomprensión entre padres e hijos? ¿O mudarme  sin dudarlo a un sitio en el que, por duras que estén las cosas, siempre hay un amigo con el que hablar, alguien que se pregunta hasta dónde nos han de joder para que dejemos de estar tan atontados?

Pero no hay dilema, porque ya estamos ahí. Y en cualquier caso lo que importa es el buen hacer, el magnífico hacer, de Nadar a la hora de diseñar sus relatos, de perfilar a sus personajes y conseguir que nos interesemos en sus peripecias: irse de España para conseguir un trabajo digno dejando atrás a la pareja, buscarse la vida por medios no muy ortodoxos por despecho y falta de alternativas, no resignarse ante la constatación de que te ha tocado vivir peor que tus padres… Lo que importa en El mundo a tus pies es, también, el uso fascinante del color entre realista y psicológico, el trazo fino y los enfoques muy escogidos, y la sucesión de pequeñas viñetas silenciosas o no en las que apetece detenerse (nieva, pasa el tiempo callado a la sombre de un árbol del parque, o avanza el tren de cinterior-mundo-piesercanías en mitad de la noche), sucesión que de vez en cuando rompen espectaculares viñetas de media página o página entera. Por no mencionar el buen trabajo de Astiberri: el acierto del formato apaisado, la maravilla del color, la sólida encuadernación y el delicioso perfume del papel bien impreso que los adictos a estos placeres encontrarán incluso sin necesidad de hundir la nariz en el libro abierto… No hace falta irse a vivir a ninguna de las tres historias que componen la última obra de Nadar (ya estamos ahí), pero los amantes del cómic no deberían rechazar una invitación a sumergirse en sus páginas.

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