«DIG»: Otro éxito desde Israel

Por Octavi Franch

DIGHoy nos toca resonanciar la serie DIG, de la cual ya hemos podido ver la primera temporada en los canales de pago habituales. De la misma manera como ya ocurrió con su hermana Tyrant, el hombre de la mente de oro blanco de Jerusalén, Gideon Raff, creó la serie desde cero para que fuera estrenada, directamente, en Estados Unidos sin pasar por la versión original en Israel-Palestina, como sucediera con la maravillosa Prisoners of War (Homeland) e inclusive con Hostages (aunque en este caso el piloto nunca se llegó a rodar ni en hebreo ni en árabe).

DIG tiene una trama principal oculta que se va desgranando a medida que vamos avanzando episodios. En cambio, la trama supuestamente prioritaria es una patraña narrativa engendrada por los “malos” para despistar a los “buenos” y de paso al espectador. Aunque el día a día de la serie no es nada del otro mundo, sí que lo es la visión ultraortodoxa del verdadero conflicto de la historia, la cual versa sobre la profecía del nacimiento de una ternera roja que significaría la vuelta del mesías, es decir de Jesús de Nazaret reencarnado para empezar un nuevo y mejor ciclo de la vida en la Tierra.

Antes de entrar de lleno en la intrahistoria de DIG, hay que hacer un aparte acerca del actor Ori Pfeffer, el cual interpreta al policía israelí que colabora con el protagonista del FBI. Es un personaje muy complejo y contradictorio que lo convierte en un papelón si lo interpreta un actor de calidad; y éste es, sin duda, el propio Ori Pfeffer.

Por lo que respecta a la historia paralela y real, la de la profecía, las escenas en el megazulo del desierto donde están preparando al nuevo mesías (en un claro guiño a la celebérrima Los niños de Brasil de Ira Levin —curioso nexo entre judíos y nazis alemanes, por cierto) interpretado por el miniactorazo Zen McGrath, el cual además tiene que representar dos caras totalmente opuestas de su aberrante personaje (otro niño prodigio que dará muchísimo que hablar en la próxima decena) están lideradas por el maestro de ceremonias de rigor, que no es otro que el encasillado pero muy efectivo David Costabile, quien lleva toda la vida haciendo el mismo papel de villano culto y algo desairado mentalmente (Daños y Perjuicios, Breaking Bad, Suits). Mención especial para otra actriz desconocida y éxito del excelente cásting de la serie: Lauren Ambrose como Debbie Morgan

El final abierto a una segunda temporada, la cual puede trasladarse a cualquier lugar del mundo por muy remoto que sea mientras vivan en él ciudadanos estadounidenses, nos hace presagiar que hay filón con esta serie. Aunque sus actores principales (sobre todo el protagonista) sean de segunda, si el triunfo excelso del reparto y las tramas historicoreligiosopolíticas son las apropiadas, la serie puede continuar hasta el infinito.

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