Arthur Rackham: El ilustrador de los clásicos

Por Silvia Pato

@SilviaP3

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Arthur Rackham. FUENTE: Wikipedia.

Seguramente, a muchos de nosotros, si nos pidieran que pensáramos en Alicia, el inolvidable personaje nacido de la inspiración de Lewis Carroll, imaginaríamos el dibujo creado por Les Clark para Disney o la ilustrada por el artista inglés Arthur Rackham (1867-1939).

¿Cómo llegó este último a convertirse en uno de los grandes ilustradores de la época victoriana de las obras que han pasado a formar parte de los grandes clásicos de la literatura universal? Seguramente con trabajo, trabajo y más trabajo, aparte de su pizca de talento, por supuesto.

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Alice’s Adventures in Wonderland (Arthur Rackham) FUENTE: Wikipedia

Con 18 años, Rackham comenzó a trabajar como oficinista en Westminster Fire Office. Esta ocupación la compaginaba con el estudio en la Escuela de Arte de Lamberth. Vendía de vez en cuando algún que otro de sus dibujos a la prensa y colaboró durante un par de años con la revista Pall Mall Budget. Finalmente, en 1892, el artista abandonó su puesto en la oficina y se dedicó exclusivamente a su carrera como ilustrador, trabajando para la publicación The Westminster Budget. Por aquel entonces, las obras de Rackham no eran todavía las fantasías que le harían famoso.

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Titania lying asleep (Arthur Rackham) FUENTE: Wikimedia

Habría que esperar a principios del siglo XX para encontrarnos sus primeras creaciones en esa línea, ilustrando el clásico Rip Van Winkle de Washington Irving.

A ese trabajo seguirían, entre muchos otros, las ilustraciones realizadas para los Cuentos de hadas de los hermanos Grimm (The Fairy Tales of the Brothers Grimm), en 1900; Peter Pan en los jardines de Kensington (Peter Pan in Kensington Gardens) de James Barrie y Puck de la colina de Pook (Puck of Pook’s Hill) de Rudyard Kipling, en 1906; Alicia en el País de las Maravillas (Alice’s Adventures in Wonderland) de Lewis Carroll, en 1907; El sueño de una noche de verano (A Midsummer Night’s Dream) de William Shakespeare, en 1908; Los viajes de Gulliver (Gulliver’s Travels into Several Remote Nations of the World) de Jonathan Swift y Ondina (Undine) de Friedrich de la Motte Fouqué, en 1909; The Rhinegold and the Valkyrie de Richard Wagner, en 1910; Las fábulas de Esopo (Aesop’s Fables), en 1912; Cuento de Navidad (A Christmas Carol) de Charles Dickens, en 1915; La Bella Durmiente (La Belle au Bois Dormant) de Charles Perrault, en 1920; A Wonder Book for Girls and Boys de Nathaniel Hawthorne, en 1922; La tempestad (The Tempest) de William Shakespeare, en 1926; La leyenda de Sleepy Hollow (The Legend of Sleepy Hollow) de Washington Irving, en 1928; Cuentos de hadas (Fairy Tales) de Hans Christian Andersen, en 1932; Goblin Market de Christina Rossetti, en 1933; y Tales of Mistery & Imagination de Edgar Allan Poe y Peer Gynt de Henrik Ibsen, en 1935. Pareciera que no hubiera grande de la literatura cuya obra no fuera ilustrada por el magnífico autor.

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Little Red Riding Hood (Arthur Rackham)

Rackham fue premiado con la medalla de oro en la Exhibición Internacional de Milán en 1906, y de la Exposición Internacional de Barcelona en 1911.

En 1939, fallecía de cáncer. Un año después de su muerte, se publicó el último de los clásicos infantiles en los que contribuyó el artista: El viento en los sauces (The Wind in the Willows) de Kenneth Grahame.

Sin duda alguna, las maravillosas obras que Rackham ilustró se convierten en joyas literarias todavía más especiales en las ediciones que mantienen su espíritu.

FUENTES: Illustrators, Peter Harrington

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