Escribir terapia de choque

Por Fco. Javier Clavero Champsaur.

“No existen más que dos reglas para escribir: Tener algo que decir y decirlo”

Oscar Wilde

Javier-Clavero-ChampsaurTener algo que decir y decirlo a través de la escritura es una forma de, por una parte definir lo que le pasa a uno por la mente, y en otros casos es la manera que tenemos para eliminar “mochilas emocionales”. Para aquellos que nos dedicamos a  la Motivación de Personas y las ayudamos en sus caminos de Superación, nos sirve de anclaje para conseguir que nuestros pies se mantengan en el suelo si tienden a elevarse excesivamente, o por el contrario a lograr que esa mente nuestra vuele y lo haga con la altura que en ocasiones los pies cimentados en el suelo impide.

Si partimos de la base de que quien escribe, siempre tiene algo que decir: Cada instante de una vida, cada emoción, cada sentimiento da o podría dar para una reflexión más o menos larga –sin entrar en el juicio de que pueda ser interesante o interesar a otros— que una vez expulsada de nuestro interior, y en muchas ocasiones como la lava despedida de un volcán, es pura y auténtica terapia desde el prisma en que o puede tomar la importancia que anteriormente no tenía o darnos cuenta de la banalidad expuesta. Siendo todo ello herramienta para que nos ocupemos o desocupemos…

Cuanto más en nuestro interior busquemos aquello que deseamos escribir, más emocionante nos va a resultar lo que hallaremos. De ahí intuyo que hayan textos que sin estar realmente “bien” escritos tienen una carga emocional que nos mantiene embelesados página tras página, hasta el desenlace final; mientras otras lecturas, digamos pulcramente escritas y corregidas con toda la corrección –habida y por haber— y sin embargo su lectura se hace tediosa por una carencia de emoción, vamos que no son terapéuticas para quien las escribe ni para quien las lee –teniendo en cuenta que esta es una opinión subjetiva y tan respetable como otras mil que pudieran suscitarse—.

Desde el punto de vista de la Motivación, escribir y que el lector vea plasmados valores, talentos, habilidades como pudieran ser la actitud, la perseverancia, el honor, el valor, el agradecimiento, la autenticidad… Nos posiciona a que cobren vida y ya en ella –vivos— podamos a través de pensamientos generar las emociones, o al revés, que para lo que nos ocupa da lo mismo que lo mismo da. Y ya sabemos que pensamientos que provocan emociones y estas nos empuja a determinadas acciones, hay unos u otros resultados.

Y no hay nada más automático que plasmar un pensamiento en papel –o pantalla— y que tome vida a través de una emoción. Si lo que escribimos nos genera una, vamos a decir, acción positiva que en lugar de alejarnos de nuestros propósitos nos acerca ¿No podríamos considerarlo terapia?

Probablemente habrá estudios concienzudos y científicos al respecto, sin embargo, una vez más estas líneas son para que lleguen desde la reflexión y para ella; no tratan ni de sentar cátedra ni presentar vastos conocimientos contrastados más allá de la propia experiencia y lo que dicta el sentido común sobre estos temas.

Cada uno en cualquier caso decide y es soberano a la hora de utilizar lo que escribe, más si somos un poco, y digo un poquito más conscientes de esa secuencia: Pensamientos más emociones más acciones igual a resultados. Encontraremos en la escritura un medio fantástico para hacer terapia, incluso de choque –sea el que sea el género escrito— y que la hagan quienes nos lean, si por ello optan de manera voluntaria.

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