Los libros de la isla desierta: El tesoro de los incas

Por Óscar Hernández Campano.

EL TESORO DE LOS INCAS. Emilio Salgari (Ed. Aljibe)

el-tesoro-de-los-incasHay libros que marcan la infancia. De todas las novelas que leí en esa siempre añorada etapa de la vida, es sin duda El tesoro de los incas, de Emilio Salgari, una de mis preferidas. Apenas era yo un niño de ocho o nueve años, cuando me colaba en la biblioteca de la escuela durante las horas del comedor. Allí, a solas, rodeado de libros -sé ahora que no había demasiados pero por aquel entonces me parecía una gran biblioteca-, avanzaba lentamente, como si estuviera profanado un templo sagrado, y siempre iba a parar a la misma estantería: los libros de aventuras y de fantasía. Los textos de Julio Verne, Emilio Salgari, Mark Twain, y otras novelas de misterio o de aventuras como aquellas escritas por Enyd Blyton, o alguna que otra de Agatha Christie, fueron conformando los cimientos del futuro escritor que ahora soy o intento ser.

El tesoro de los incas, por alguna ignota razón, se convirtió en la novela que releí una y otra vez en aquellas escapadas furtivas a la biblioteca de la escuela. Muchos años después y siendo ya un joven universitario, el recuerdo de aquel libro se me presentó como uno de esos fantasmas de las Navidades pasadas. Empecé a buscarlo; sin embargo, no había manera de encontrar una edición de aquella novelita. La vida nos lleva por diferentes derroteros y el recuerdo del libro de Salgari volvió a sumergirse en el fondo del baúl dónde lo había dejado años atrás. Los recuerdos de la infancia son, no obstante, los más perseverantes, y al cabo de mucho tiempo, por fin, El tesoro de los incas regresó a mis manos. Fue un regalo muy especial de alguien muy especial. Y aunque yo era ya un adulto emancipado, responsable, y con una carrera de escritor en ciernes, releí con entusiasmo y con la misma mirada de aquel niño que se colaba en la biblioteca de la escuela, la novela que había marcado mi infancia.

No es una gran novela a nivel literario, aunque posee innumerables méritos y puede que el más importante sea el hecho de ser capaz de transportarte allende los mares, allá donde los peligros y la emoción de la búsqueda de un fabuloso tesoro son el motor que permite que el lector se quede pegado a esas viejas páginas hasta el final. La trama de la novela es bastante sencilla: un viejo indio, en su lecho de muerte, decide compartir con su amigo John Webber, el héroe de la aventura, un misterioso pergamino en el que se muestra el camino subterráneo que, atravesando toda Mesoamérica, llega desde los Estados Unidos hasta las profundidades de Perú. Allí, un legendario tesoro, que perteneció a la grandiosa civilización inca, espera oculto a que los intrépidos exploradores lo descubran. John Webber se adentrará en las profundidades del mundo, junto a sus fieles amigos, en busca del fabuloso tesoro. A partir de aquí, como se podrá imaginar, las desventuras se sucederán una tras otra porque no iba a ser sencillo encontrar el mítico tesoro. Así, John Webber y sus amigos deberán enfrentarse a múltiples peligros y a verdades incómodas.

Es esta una novela, al igual que las otras que escribió el narrador italiano, que ayudan a forjar escritores porque la imaginación se mantiene despierta, excitada y pendiente de los peligros que acechan a los héroes. El libro nos hace soñar con lugares lejanos, misteriosos, a la par que peligrosos, envueltos en una aureola de exotismo que imprime en la memoria un recuerdo indeleble de una lectura que, si bien nunca aparecerá en las listas de las mejores novelas de la historia, es pilar básico en la memoria de cualquier lector imberbe. Son estas novelas capaces de sacudir la imaginación y transportarte a otros mundos, a otras épocas, y a otras realidades. Emilio Salgari nunca salió de Italia; al menos, eso dicen, aunque él afirmaba lo contrario. Cuentan que consultaba libros en las bibliotecas, que estudiaba atlas para imaginar el viaje de sus héroes, el clima o el paisaje que iban a encontrarse los protagonistas de sus novelas. Creó al mítico Sandokan y escribió las aventuras de los piratas del Caribe. Y así, plasmando en papel los efluvios de su extraordinaria imaginación, Emilio Salgari logró que millones de chavales de todo el mundo devoraran sus historias y soñaran con extraños pasajes subterráneos, tesoros míticos y con un grupo de amigos que luchan codo con codo para alcanzar el anhelado tesoro.  Esta es una novela que merece un lugar especial, aquel en el que se guardan los sueños, en la biblioteca de nuestra isla desierta.

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