«Ser sin tiempo», de Manuel Cruz

Por Oriol Alonso Cano.

64b0e8356624cfc452b38a22a769d589Filosofía y tiempo. Dos conceptos tan esenciales en el pasado, tan denostados en nuestro presente. Nuestra realidad destierra la filosofía al desván de los saberes inútiles y conduce a la temporalidad al cementerio de los fenómenos fantasmales. Ambas parecen haberse diluido del imaginario colectivo de nuestro presente, como si fuese únicamente el producto un hechizo del pasado que ya no tiene vigor en la actualidad.

Sin embargo, todavía siguen emergiendo propuestas que buscan medrar este funesto dogma, lacerar esta propaganda utilitaria lanzada por nuestro tiempo. Un ejemplo de esta ruptura con las exigencias del presente la encarna, sin lugar a dudas, Manuel Cruz. Desde los inicios de su pensamiento, la temática de la memoria, de la esencialidad del pasado y de la temporalidad en el sujeto, así como papel de la filosofía en nuestro tiempo, se han convertido en puntos estructurales de su propuesta filosófica. Y su última obra, Ser sin tiempo, publicada pulcramente por Herder, no se escapa de ese raíl de su pensamiento.

La obra, en su introducción y primera parte, se adentra en la función de la filosofía en nuestro contexto. Su grandeza, dirá Cruz, radica en su voracidad interrogadora, en su perpetua capacidad de cuestionar todos los fundamentos de la realidad (incluso los zócalos de la filosofía misma). A su vez, la filosofía se define además por su naturaleza histórica, por hacerse cargo de su historia, y, con ello, continuar cuestionándose aquellos problemas con los que ya se las veían los primeros pensadores en los albores de la disciplina. Lo filosófico, en su esencialidad, es el producto de una sedimentación histórica de problemas, cuestionamientos y problematizaciones que todavía continúan asediando en el presente.

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Manuel Cruz

Y, tomando como hilo conductor esa preponderancia histórica en la filosofía, Manuel Cruz, hasta el final de la obra, reflexionará sobre la temporalidad, la memoria y su amputación en nuestro tiempo. La aceleración del tiempo que nos obliga a una amnesia perpetua y, por consiguiente, a una eliminación de todas las coordenadas de lo pretérito, es el resultado del establecimiento de una lógica determinada que nos exige producir, rendir, ser competitivos constantemente. Dicho en otras palabras, será la estructura capitalista la que determine intrínsecamente esa experiencia de la temporalidad donde el pasado no juega ningún papel, donde lo vivido es despojado de toda su riqueza ontológica.

La experiencia que el sujeto tiene de su tiempo se achata, se transforma en una realidad carente de sentido y significado. El pasado se convierte en mero dato que puede almacenarse en cualquier dispositivo, generando, en última instancia, una pérdida irremisible de su aura, de su naturaleza vivencial. De modo que, lo vivido, lo experimentado deja de tener validez.

En un tiempo donde el pasado ya no juega ningún papel esencial, donde la temporalidad se pierde, malgasta, calcula y se recompensa, y, con ello, se cercena su dimensión experiencial, propuestas como la de Manuel Cruz, se erigen en titánicas tentativas que buscan, en última instancia, ir en contra de su tiempo.

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Ser sin tiempo
Manuel Cruz
Herder Editorial, 2016
136 pp., 25 €

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