Israel Galván: "El público londinense es un poco mi cómplice"

Por Eloy V. Palazón

Como cada año por estas fechas, el Festival Flamenco vuelve al teatro de la danza por excelencia en Londres, el Sadler’s Wells. En esta edición, Israel Galván, tal vez el bailaor con más renombre internacional, es el encargado de abrir el festival con una obra que se pudo ver ya en los teatros españoles hace un par de años y de la que ya escribimos su reseña, FLA.CO.MEN.


 

En el texto que introduce la pieza FLA.CO.MEN se cita al maestro Enrique Morente para señalar que en el flamenco se produce una traducción de la tradición, pero siendo conscientes de esa traición que se produce, ¿cuál crees que es esa tradición a la que se refería el maestro? Lo digo porque la historia del flamenco es amplia y, como toda danza, popular o no, ha tenido tradiciones diversas que se han conservado o no.

La tradición en el flamenco es algo que me gusta respetar, conocer las raíces de un arte centenario, y que para muchos es intocable por esta misma razón. Sin embargo, yo creo que precisamente ese paso de los años puede dar cabida a otras interferencias que desde el respeto pueden aportar nuevos significados y enriquecer a la propia tradición. Digamos que hay quienes gustan respetar la tradición, y hay quienes como hacía Enrique Morente, desde la profunda sabiduría y el respeto, añaden a ese arte y hacen historia. Humildemente, comparto esa idea con el gran maestro desaparecido.

Aunque la crítica más purista lo pueda ver como una traición, ¿cuál es tu visión? ¿Es en realidad una traición o más bien una lectura contemporánea?

Más bien se trataría de enriquecer, aportar tu grano de arena a un arte con tanta historia. Por supuesto, desde la contemporaneidad, desde lo que vivo, siento y respiro hoy, aquí, puedo ofrecer una lectura, desestructurar por ejemplo el baile, pero siempre desde el conocimiento y el respeto a la tradición. Digamos que cuando toca bailar tradicional, uno tiene el oficio que quiere, y cuando toca aportar otras interferencias, uno se entusiasma viendo crecer el flamenco por otros territorios, otros públicos… En realidad, lo que hago es puro amor al flamenco y al baile.

Decías en una entrevista con Roger Salas en El País que a partir de Torobaka con Akram Khan las cosas cambiaron, ¿en qué sentido pasó esto?

Resumiendo mucho, de mi amigo Akram Khan aprendí a bailar con otro ritmo, o más bien con una explosión rítmica y de gestos, a acompasar el baile con un compañero y no hacerlo con los objetos que siempre he subido a escena… Y en el fondo a disfrutar aún más de la danza, a comprender que todo baila, todo tiene un movimiento, que somos danza, incluso sin saberlo. En realidad, también aprendí que kathak y flamenco no están tan separados, y que la energía que fluye entre ambas disciplinas es maravillosa. Se trataba de que cada uno entráramos y saliéramos del kathak (que es una tradicional danza de la India) y el flamenco, de lo que más conocemos y de ese nuevo ritmo, y generar una energía que el público identificó y de la que se dejó contagiar. Muchas veces bromeé con Khan y le dije que en realidad él es un bailaor de flamenco antiguo. Fue una experiencia maravillosa.

Dices que te sientes mejor en Francia, o al menos más libre bailando, que en España, que has crecido más como artista allí que en su tierra, ¿cuál crees que es la diferencia en la aproximación al arte o al baile?

Tal vez no se trata de haber crecido más como artista en Francia, sino que he tenido más repercusión y curiosidad por mi baile que en España, donde se habla de flamenco en general y soy un bailaor. En Francia tal vez se me considera más intérprete de danza, desde el flamenco, claro. El crecimiento de mi baile es el que día a día experimento en los ensayos, con otros artistas que me acompañan en este viaje infinito…

¿Cómo es bailar en Londres? ¿Crees que hay diferencia en los públicos?

¡Tampoco hay una gran diferencia con lo comentado con respecto a Francia! Yo creo que el tema se basa en si bailo en España o en el extranjero. Por ejemplo, en mi país siempre me acompañan los murmullos de buena parte del público al bailar, una expectación que muchas veces me cuestiona, normalmente me miran con la pregunta abierta de si soy o no flamenco, mientras que en Londres, y en el extranjero en general, sí siento que rápidamente me identifican con un bailaor, más o menos convencional, pero bailaor.

¿Crees que el flamenco es aún visto en el exterior como el baile con ese toque orientalista o peculiar con el que se veía la España de antaño desde el resto de Europa? ¿Crees que este puede ser uno de los puntos que contribuye a su éxito?

Creo que en general el flamenco se está viendo en el extranjero como algo que puede ser puramente tradicional, que gusta mucho y es muy aplaudido por el gran público, pero también como un arte versátil, permeable a otras lecturas, influencias, que lo hacen también irresistible, porque mantiene viva esa energía, esa medicina que muchos entienden que es, y que también es muy aplaudido, sí.

Hace dos años que este espectáculo se pudo ver en España y ha pasado por muchos escenarios, ¿cómo ha evolucionado? ¿Lo has retocado?

¡Si te dijera! Mis espectáculos realmente siempre están vivos, nunca se cierran del todo, como por ejemplo, ‘La Edad de Oro’, que lleva más de diez años girando y nunca es igual del todo. FLA.CO.MEN es uno de los mayores laboratorios, si cabe, porque habla mucho de mi trayectoria, pero sobre todo empieza a abrir puertas hacia otros territorios que ahora estoy explorando para mi nuevo espectáculo. En ese sentido, sí, ha evolucionado mirando un poco más hacia ese futuro aún incierto donde ya no estoy solo en escena, y donde empiezo a sentirme muy cómodo acompañado…

Decías en otra entrevista que el flamenco no es como el ballet, en el que te tienes que manejar ceñido a la coreografía, ¿cómo te enfrentas a las coreografías estrenadas, una vez que las retomas?

Están dentro de mí, no las puedo sacar de mi cabeza, tengo todos los pasos en mi mente y en mi cuerpo. Aunque incorpore novedades en ritmo o gesto, la primera coreografía, la que repetí y machaqué en un principio, está como grabada a fuego. Y me gusta volver a ellas con el tiempo, las visualizo constantemente en video y me gusta recrearme, verme me ayuda a seguir creando, siempre.

En 2011 presentaste La Edad de Oro en el mismo teatro, el Sadler’s Wells, donde vas a interpretar FLA.CO.MEN, y en el que has presentado otras obras, entre ellas Torobaka, ¿qué diferencias ves en ti respecto a hace 6 años?, ¿cómo crees que has evolucionado? ¿Crees conocer mejor el público londinense?

Lo que me pasa es que ya sí que me siento como en casa, entre amigos. El público londinense es un poco mi cómplice, sobre todo en Sadler’s Wells, y como viejos amigos, nos gusta reencontrarnos, decirnos cosas bonitas y disfrutar unos de otros. Vuelvo siempre a Londres, una ciudad mágica para mí, con mucha ilusión y ganas de sentirme un poco en casa, definitivamente sí.

¿Qué estás preparando ahora? ¿Con qué nos sorprenderás?

La verdad es que no quiero desvelar aún demasiado, porque quiero que al menos en el estreno sea una sorpresa para todos. Pero sí diré que estoy muy interesado en el ejercicio coreográfico con más artistas, en desenvolverme entre ellos encima de las tablas. Lo nuevo hablará de cómo nos relacionamos y aprendemos unos de otros, sin que yo sea el protagonista, haciendo que el público vea y sienta que todos somos protagonistas en la fiesta que es la vida. Será una celebración.

 
 
 

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