El talento de Míriam Iscla da vida a la periodista rusa Anna Politkóvskaya

Por Horacio Otheguy Riveira

Mujer no reeducable es una obra italiana dirigida por el maestro Lluís Pasqual e interpretada por Míriam Iscla en una creación formidable al interpretar a la periodista rusa que fue protagonista de uno de los hechos más espeluznantes de la era Putin. Anna Politkóvskaya luchó contra viento y marea con las nobles armas de su profesión, pues indagó, entrevistó y dio múltiples señales de un creciente salvajismo sobre Chechenia en tiempos falsamente democráticos.

Al ocupar nuestras butacas, Iscla nos espera en la mesa de trabajo de Politkóvskaya. Al apagarse las luces de sala nos explica la situación del pequeño territorio asiático de Chechenia, con justas aspiraciones independentistas. Para desarrollar su experiencia escénicamente se acompaña de imágenes en vídeo, voces en ruso con subtitulado o traducciones simultáneas.

Míriam Iscla es una actriz maravillosa con una larga y jubilosa carrera en catalán. Aunque se prodiga muy poco en castellano, en 2016 ya tuvimos ocasión de admirarla en La Abadía, dirigida por Carme Portaceli en Sólo son mujeres.

Iscla se expresa con todo el cuerpo, su voz es vibrante, tierna, cadenciosa, con una serie infinita de matices que a menudo reposan en hermosas manos que logran una eminente capacidad de expresión. Con ellas sus palabras dicen más y alcanzan las emociones más intensas que deben resguardarse, contenerse, porque entonces el personaje que interpreta se paralizaría y no podría seguir trabajando en su lucha cotidiana como noble periodista que no quiere que las emociones ante situaciones brutales la paralicen, y se niega a ser “reeducada” por el sistema, aceptando todos los mensajes que el gobierno da como certeros a los medios de comunicación.

Mujer no reedecuable es una obra cuyo texto no intenta abarcar todo el conflicto, pero sí da suficientes pistas como para que los espectadores tengan de dónde partir para informarse en profundidad. Como espectáculo teatral tiene la virtud de convertir lo que podría ser una de las tantas conferencias dadas por la periodista en Francia, Austria y otros países, y al mismo tiempo desarrollar una acción envolvente que se permite exponer hechos de gran magnitud, perfectamente asimilables a otras atrocidades (Israel versus Palestina; Rusia y EEUU-Siria; EEUU-Irak…), y también acercarnos al corazón de una madre de familia que, por ejemplo —y es esta una de las escenas más impactantes de la representación—, recibe la llamada telefónica de uno de sus hijos que le dice que en el portal del edificio abatieron a tiros a una mujer. Una vecina. Al muchacho le cuesta decirlo, pero termina haciéndolo. Mataron a una mujer muy parecida. Y Politkóvskaya comprende. Mataron a sangre fría a una como yo.

Pasó el tiempo y repitieron la acción con precisión, disparándole en el ascensor de su casa, un día como tantos, con las bolsas de la compra. Los testimonios aquí reunidos en una apretada síntesis permiten que múltiples detalles se expongan con la necesaria acción teatral que cautiva, y la frialdad de un testimonio que se lanza para que continúe la esperanza de la periodista que nunca cesó en su trabajo: esperanza en que cuantas más voces se levanten más dificultades tendrá el régimen de Putin de sobrevivir.

 

Cuando en 2006 nos enteramos que la audaz periodista había sido ejecutada, la mayoría de los periodistas pensamos en una muerte mil veces anunciada que entonces se sumaba a la lista de más de 300 periodistas muertos o desaparecidos en Rusia desde 1991, fecha en que se corona de gloria una extraña democracia que silencia a los opositores con cárcel o muerte. Pero la intrépida reportera no había hecho más que cumplir con su deber investigando, trabajando duro, y padeciendo las inclemencias de las víctimas del gobierno. Su indagación más sonada fue la de Chechenia, viviendo con su gente, entrevistando a propios y ajenos, dando voz a las mujeres, a los guerrilleros, a la ocupación rusa.

En 2002 en el Teatro Dubrovka se representaba el musical Noreste, creado por dos hombres de teatro de probada experiencia, Aleksei Ivaschenko y Georgii Vasilyev, autores del texto, la música y la letra de las canciones. Compusieron un gran éxito al adaptar la novela Los dos capitanes, de Veniamín Kaverin, entusiasta exaltación del valor de los soldados frente al despiadado ataque de las tropas alemanas. La obra literaria obtuvo premios institucionales bajo aquellos tiempos revolucionarios de 1946, y el musical otro tanto, ya en la nueva época; tuvo llenos diarios hasta que se produjo la ocupación chechena con la sala llena y tomando a los espectadores como rehenes con el fin de darse a conocer al mundo como víctimas heroicas de la barbarie rusa.

En Mujer no reeducable no se entra en detalles del acontecimiento, pero sí se aporta una entrevista de gran interés, la que realizó Anna a uno de los líderes de la ocupación que se presenta ante ella con dinamita bajo el abrigo. Estaban dispuestos a volar con todos los rehenes y el edificio entero si no se cumplía con la condición de que Rusia abandonara el territorio checheno. La periodista fue enviada para interceder y hallar un punto de negociación que permitiera liberar a los rehenes más vulnerables por las carencias de alimentación que ya padecían: los niños y las mujeres mayores. La respuesta fue tajante: “Rusia mata a diario niños y mujeres en Chechenia sin que a nadie le importe”.

Tras la entrevista, poco después ocurrió la matanza de las fuerzas de seguridad (1), pero aquella conversación le confirmó que no podía posicionarse (una exigencia ideológica imperante) porque, si bien consideraba inaceptable la tiránica presencia rusa, descubría una inaceptable ferocidad por parte chechena, donde también se despreciaba por completo a la mujer. Si los rusos las violaban, sus compatriotas las expulsaban de la sociedad considerándolas malditas para siempre.

Mujer no reeducable es una trascendente creación teatral que permite una reflexión sobre la libertad de prensa y el oficio de periodista.

(1) El 23 de octubre de 2002 unos 50 guerrilleros islámicos chechenos secuestraron el teatro Dubrovka de Moscú repleto de gente. Fueron tomadas como rehenes 850 personas, exigiéndose para su liberación la retirada rusa de Chechenia y el fin de la guerra en esa república caucásica. El 26 de octubre un grupo especializado utilizó las tuberías de ventilación del teatro para lanzar al interior un agente químico que paralizó, durmió o mató a víctimas y atacantes, y luego irrumpieron en el edificio disparando a mansalva. La mayoría de los secuestradores murieron junto con 129 rehenes (9 extranjeros). Muchos rehenes murieron por la sustancia tóxica bombeada por los militares. El uso del gas fue ampliamente condenado pero se insistió en que había poco margen de maniobra. Médicos rusos criticaron la negativa a revelar la identidad del gas usado para poder salvar más vidas en el momento crítico de atender a los numerosos afectados.

Para saber más, los propios libros de Politkóvskaya traducidos al castellano, editados en España: Chechenia, Diario ruso, La Rusia de Putin, Sólo la verdad (Antología fundamental).

Mujer no reeducable

Autor: Stefano Massino
Traducción del italiano: Lluís Pasqual
Textos en ruso: Xènia Dyakonova
Intérprete: Míriam Iscla
Voces en off: Miquel Cabal, Xènia Dyakonova,

La auténtica Anna Politkóvskaya. 

Lluís Marco, Manuel Núñez Yanowsky
Dirección: Lluís Pasqual
Ayudante de dirección: Juan Carlos Martel Bayod
Iluminación: Xavier Clot
Vídeo: Leo Castaldi
Sonido: Igor Pinto
Una producción de Teatre Lliure
Teatro Español. Sala Margarita Xirgu. Del 9 al 26 de febrero 2017.
ENCUENTRO CON EL PÚBLICO: Jueves 16 de febrero a las 21,45 horas. Entrada libre.

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