Se dice que las primeras líneas de una novela son una promesa. Pueden ser hipócritas, irrealizable o completamente ciertas, pero el resto del libro se dediará a asistir a su cumplimiento o bien a su traición. Esas primeras frases, desde luego, también son un señuelo que pretende seducir y atrapar al lector para que se quede. Han sido muchos los libros abandonados en seguida de un mal comienzo. Ello no quiere decir que todos los buenos inicios sean una garantía de calidad, pero es casi infalible que un mal inicio augure una mala obra.

Por eso es que las frases enlistadas a continuación no son valiosas solamente por su belleza individual: también son señuelos maravillosos convertidos en promesas cumplidas.

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“Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos paladar abajo hasta apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes.

Lo. Li. Ta”. Vladimir Nabokov, Lolita.

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“Llámame Ismael”.

Herman Melville, Moby Dick

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“Si de verdad les interesa lo que voy a contarles, lo primero que querrán saber es dónde nací, cómo fue todo ese rollo de mi infancia, qué hacían mis padres antes de tenerme a mí y demás puñetas estilo David Copperfield, pero no me apetece contarles nada de eso”.

J.D. Salinger, El guardián entre el centeno

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“Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación”.

Charles Dickens, Historia de dos ciudades

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“Todas las familias felices se parecen unas a otras, pero cada familia infeliz tiene un motivo especial para sentirse desgraciada”.

León Tolstói, Ana Karenina

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“Era un día luminoso y frío de abril y los relojes daban las trece”.

George Orwell, 1984

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“–Mundo loco –dijo una vez más la mujer, como remedando, como si lo tradujese.”

Juan Carlos Onetti, La vida breve

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“El sol brilló, al no tener otra alternativa, sobre lo nada nuevo”.

Samuel Beckett, Murphy

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“La nuestra es esencialmente una época trágica, así que nos negamos a tomarla por lo trágico. El cataclismo se ha producido, estamos entre las ruinas, comenzamos a construir hábitats diminutos, a tener nuevas esperanzas insignificantes. Un trabajo no poco agobiante: no hay un camino suave hacia el futuro, pero le buscamos las vueltas o nos abrimos paso entre los obstáculos. Hay que seguir viviendo a pesar de todos los firmamentos que se hayan desplomado”.

D.H. Lawrence, El amante de Lady Chatterly

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“El tiempo no es una línea sino una dimensión, como las dimensiones del espacio”.

Margaret Atwood, El ojo del gato