“La poesía permite que los maestros enseñen a sus alumnos cómo escribir, leer y comprender cualquier texto. La poesía puede dar a los estudiantes una salida sana para dar cabida a sus emociones”, expone Andrew Simmons, profesor de literatura, en una carta abierta publicada en The Atlantic. Lo cierto es que muchos profesores de literatura, al menos los que realmente están comprometidos con lo que hacen, piensan lo mismo que Simmons, pero ninguno ha escrito un ensayo tan claro de los pros y contras, posibilidades y las desventajas, de enseñar poesía en la preparatoria. De esta manera su artículo da voz a los problemas de la enseñanza de poesía, y al mismo tiempo esclarece algo fundamental para el estudiante. La poesía no sólo es poesía, es una herramienta para el mundo.

La poesía preparatoriana sufre de un problema de imagen. Piensen en la escenas de La sociedad de los poetas muertos, jóvenes de mejillas rojizas parados encima de mesas recitando versos, o en imitadores fachosos de Dickinson soñado despiertos en bancas del parque, llenando diarios con patrañas nocivas de panfleto. […] Siempre he rechazado estas malas caracterizaciones nacidas de la ignorancia, las malas películas y la enseñanza poco inspirada”.

Sin embargo, Simmons tampoco llena sus clases de Ezra Pound o T.S. Eliot. No lo hace porque, como él apunta, “ama la poesía”, y la “poesía tiene que convertirse en una idea tardía, un suplemento, y no algo que se estudia por sí mismo”. Esta dicotomía de amar los poemas pero no querer lapidarlos al deconstruirlos textualmente se dirige a algo importante: enseñar poesía es una herramienta para entender otras disciplinas de la academia y de la vida, pero la poesía en sí tiene que ser una experiencia poderosa, individual.

A los estudiantes que no les gusta escribir ensayos les podría gustar la poesía, con su escasez de reglas fijas y su afinidad con el rap. Para estos estudiantes, la poesía podría ser un portal hacia otras formas de escritura. Puede enseñar habilidades que sirven en otros tipos de escritura; por ejemplo la dicción precisa y económica.

En su trabajo, los poetas no obedecen reglas tradicionales de escritura. La poesía puede enseñar convenciones de escritura y gramática al mostrar lo que pasa cuando los poetas se despojan de ellas o las pervierten para crear un efecto. Dickinson a menudo capitaliza los sustantivos comunes y utiliza guiones en lugar de comas para denotar cambios repentinos de enfoque. […] Cummings, por supuesto, se revela por completo. Usualmente rehúye de las mayúsculas en su poesía proto-mensaje de texto.

Los maestros deben producir amantes de la literatura y también críticos agudos, y formar un balance entre enseñar escritura, gramática y estrategias analíticas y luego también ayudar a estudiantes a ver que la literatura debe ser misteriosa. “La poesía sirve esta función perfectamente”, anota Simmons.

El artículo en su totalidad es una buena exposición del papel de la literatura en las escuelas de este siglo. Pero también tiene un valioso enfoque hacia la importancia de que la poesía no debe ser algo “que se resuelve” en clase. Debe ser algo que sólo sigue generando efectos en la mente de quien la leído y la amado, como él.