Si hay algo que destacar, sobre el resto de cualidades, de El jardín de las delicias, es su culto pictórico a lo misterioso. Traducir esta épica obra no ha sido fácil, de hecho es muy probable que estemos más lejos de lograrlo de lo que creemos –no descartemos que hayamos celebrado más de una pista falsa.

Creada por el pintor flamenco El Bosco presumiblemente a principios del siglo XVI, esta pintura apareció por vez primera a los ojos de quienes habitaban el monasterio del Escorial, en 1593, como un emporio de signos dotados de una presencia gótica y teológica inigualable. Se dice que incluso los más remotos rincones ubicados en la pintura, poseen íntimos simbolismos sobre la creación y el destino de los tiempos, valiéndose notablemente de la moral y el pecado.
Presumiendo un hermoso formato tríptico, El jardín de las delicias se desdobla en tres etapas: el paraíso, la locura y el infierno.
Recién una iniciativa se dio a la encomiable tarea de crear un documental interactivo de la obra. Se trata de un gran mapa que puntualiza cada espectro del lienzo, una especie de odisea virtual donde el usuario puede observar y escuchar el desarrollo de una de las crónicas pictóricas más exóticas de la historia del arte.
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