"El invisible", de Ge Fei

Por Pedro Pujante.

Casi un desconocido en España, Ge Fei (Distrito de Dantu-China, 1964), ya ha cosechado más de un importante galardón, como el premio de novela Mao Dun en su país natal. El invisible es la primera de sus obras traducidas a nuestro idioma.

Narrada en primera persona, El invisible es la crónica de un ser anodino que se gana la vida como fabricante y reparador de amplificadores musicales. Vende y especula con artilugios que el mismo arregla para poder subsistir. Aunque él confiesa que no le gusta la palabra audiófilo (prefiere considerarse un artesano) se puede rastrear en su discurso un amor por la música, el sonido de calidad y por ciertos autores que contrapuntean la miserias de su vida con la gran música clásica. Pero las cosas no siempre le salen como le gustaría. Tras un matrimonio fallido deambula por la vida en busca de su lugar. El ansia de alcanzar un estatus en la compartimentada sociedad china se topa una y otra vez con las adversidades de un mundo hostil, en el que la amistad y el amor parecen cotizar a la baja.

Esta leve odisea por la China contemporánea tiene más, no obstante, de travesía absurda por los abismos de la nada que de viaje ulisiaco. El protagonista es un ser sin fuerza, beckettiano y perdido que recibe los golpes de la realidad. Se abre a nuevos clientes con los que acabará estableciendo una relación peculiar.

Así, la novela funciona como una agridulce y desnuda crítica de la condición humana, en concreto de la sociedad de grandes contrastes de Pekín, en la que a nuestro héroe le ha tocado vivir. Los personajes con los que ha de intercambiar trato, son también como espectros sin rostro. Una joven cuyo marido era un mafioso que se suicidó. Una hermana con graves problemas en su vida amorosa con la que mantiene una relación de amor-odio. Amigos de la infancia, a veces en forma de recuerdos, otras, en un presente que con una brutalidad desalentadora le enseñan los dientes para desmontar el recuerdo mitificado de una amistad indefensa ante la precaria realidad. La decepción, el amor defectuoso, el anhelo de escuchar la melodía perfecta, los recuerdos de familia y la insensatez de la raza humana son los ingredientes que salpican este fragmento de vida de un ser intangible. Un hombre, como otros tantos millones que pululan por nuestros días, que ha sido fagotizado por una sociedad de consumo despiadada.

No obstante, el narrador y protagonista de este cuento moderno chino, parece abordar su destino con la felicidad de los que sueñan con los ojos abiertos y al término del relato nos conmina a contemplar la vida con la felicidad de quien no tiene nada que perder: ¿acaso no es la vida un juego en el que nosotros inventamos las reglas?

Con una prosa ágil y fluida, gran acierto para destripar el interior del ser humano y no exenta de sarcasmo, la novela se lee con fruición e interés y abre, desde la levedad, grandes interrogantes sobre nosotros mismos, sombre qué mundo es este en el que vivimos.

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