'Tierra de Campos', una obra de David Trueba

Por Javier Sánchez Zapatero.

Titulo: Tierra de Campos

Autor: David Trueba

Editorial: Anagrama, 2017. 405 pp.

Hay dos historias en Tierra de Campos, la de un viaje y la de una vida. El viaje es el que realiza el protagonista, Dani Mosca, para ir a enterrar a su padre a su localidad natal, situado en la comarca castellana que da nombre a la novela. En un coche fúnebre, con la única compañía de un locuaz chófer y del ataúd en el que reposan los restos de su padre, Mosca inicia un periplo que, más allá del mero desplazamiento físico hasta el pueblo en que pasó los veranos de su infancia y en el que su padre configuró su recia personalidad castellana, le llevará a reencontrarse con sus raíces y consigo mismo. Y es que la historia de la vida que relata la novela es la del propio Dani Mosca, puesto que a través de continuos saltos temporales, el protagonista y narrador va a ir rememorando su vida, marcada por una juventud condicionada por la enfermedad de su madre y la difícil relación con su padre y por su trayectoria de músico profesional, primero formando un grupo junto a sus dos mejores amigos y después iniciando una carrera en solitario.

Dividido en dos grandes bloques, como si se tratarán de las dos caras de un disco, y con una estructura en la que cada capítulo parece responder al título de una de las canciones de Mosca, Tierra de Campos mantiene los principales valores de la brillante trayectoria literaria de David Trueba. Es, en consecuencia, una novela amena, inteligente e irónica que, por momentos, y sobre todo en su primera parte, resulta deslumbrante. La trayectoria vital de Dani Mosca, en el que algo parece haber del Solo que protagonizó Cuatro amigos –la segunda, y estupenda, novela del autor, que también narraba un viaje y al mismo tiempo una vida– , se lee con gusto e interés, y permite al autor ir trazando las principales claves de la transformación de un chaval de clase media en, si no una estrella, sí al menos un artista reconocido capaz de vivir de su talento para hacer canciones, y, al mismo tiempo, esbozar un retrato de época en el que, más allá de en lo estrictamente social o histórico, se incide en los cambios sufridos por la industria musical en las últimas décadas, mostrando los entresijos y la intrahistoria de un mundillo en el que, a pesar de las apariencias, también hay lugar para lo sórdido y la precariedad. Sorprende muy agradablemente que en esa recreación no se caiga en el tópico ni se recurra a la tríada de “sexo, drogas y rock and roll” –aunque algo de esto también hay en la novela–, sino que se muestre a Mosca como un tipo normal, con sus limitaciones e inseguridades, su necesidad de aceptar diversos encargos alimenticios para poder llegar a fin de mes, su cotidianeidad doméstica y sus problemas sentimentales, sus rutinas a la hora de componer –salpicadas a menudo por sus dudas sobre su talento creativo–, su obligación de convivir con su condición de figura pública cuya imagen está irremediablemente sometida a los prejuicios y opiniones de los demás, etc.

En ese extraordinario personaje que termina siendo Dani Mosca late siempre el contraste, manifestado entre su decisión de seguir un camino profesional inestable y poco organizado cuando su padre esperaba que tuviese un trabajo seguro y rutinario; entre su timidez y a su tendencia a pasar desapercibido y el exuberante deseo de notorieda de Gus, su amigo y compañero de grupo; entre la cultura española de la que forma parte y la japonesa que comienza a conocer debido a la procedencia de la madre de sus hijos… Ese contraste se extrapola a la novela, y sobre todo a la narración del viaje, en la que el humor e incluso las carcajadas aparecen en las conversaciones en el coche fúnebre, o en la que la desértica soledad de la llanura castellana contrasta con el enfervorecido y alocado –casi “berlanguiano”– ambiente del pueblo, que aprovecha la llegada de Mosca para rendirle un homenaje.

Escrita con la soltura propia del autor, y con una especial maestría para hacer de algunas frases auténticos aforismos repletos de lucidez, Tierra de Campos es una notable novela, llena de guiños y referencias culturales, y también de sentido de humor, que, por encima de todo y trascendiendo cierta irregularidad en su segunda parte, rezuma inteligencia y vitalidad, y que confirma que David Trueba es uno de los grandes creadores de la cultura española de las últimas décadas.

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