La vanguardia perdida, de Osvaldo Aguirre

La vanguardia perdida, de Osvaldo Aguirre 
Ediciones de la Flor
240 páginas
 
por Juliano Ortiz
Es muy difícil comenzar a hablar de un libro por su contenido, cuando la edición es de una calidad tan significativa. En una época marcada por la tecnología, y en la que el libro, como bien físico parece quedar a merced de la historia y los ebook, es bueno resaltar estas joyas que se publican en Argentina.
No menos destacable, es la recopilación realizada por Osvaldo Aguirre de tres publicaciones: 4 Patas, Gregorio y La Hipotenusa, que en su naturaleza eran más bien revistas literarias con abundante contenido de humor gráfico. Con precisión y riguroso trabajo hace un análisis profuso de información sobre el nacimiento y el final de cada una de ellas. Aguirre facilita aún más el seguimiento de las huellas de la influencia en el humor gráfico desarrollado a posteridad de estas publicaciones.
Para no desentonar, el prólogo está realizado por la exquisita pluma de Juan Sasturaín, quién con suma claridad nos invita a entrar a un mundo poco explorado y aún menos valorado, “…Como sucede algunas veces con las felicidades plenas, lo habíamos soñado”.
En tanto, Aguirre nos dice “Pero el nuevo humor no se abastece solamente de las referencias del género. Lo que lo distingue son sus cruces con la literatura, el arte y el ámbito cultural en sentido amplio, y también con la política.”
En el título va inequívoca la palabra vanguardia, como valor positivo, como poderosa idea de cambio y ruptura de las normas y reglas aceptadas. Allí, en ese torbellino de transformación cultural que viene implícita en la palabra vanguardia está el impulso de cabezas sensibles, pensantes, libres y que busca agitar las moléculas de lo establecido.
Las tres revistas buscaron ser vanguardia desde la experimentación entre texto, (en forma de cuento y crónica) y gráfica. El absurdo, la picaresca, la sátira, la crítica punzante, el juego de alusiones metafóricas, la repetición, el simple humor de calle, todos recursos llevados al papel para conjugar un armónico y delirante estilo que en las compilaciones hechas, hasta el momento, fueron olvidados. Dejar de lado este período es menospreciar parte fundamental de la historia de este tipo de arte. En sus páginas desfilaron escritores de la talla de Roberto Santoro, Osvaldo Lamborghini, Arturo Jauretche, César Tiempo, José María Rosa, José Gobello, Enrique Wernicke, y cuentos no reeditados de Bioy Casares; junto a dibujantes como Garaycochea, Sanzol, Grondona White, Faruk, Lorenzo Amengual, Bróccoli, Páez, Vilar, entre otros.
En definitiva, una antología extraordinaria para disfrutar, aprender, recordar en algunos casos, y leer con sumo gozo literario.

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