"Augurio"

Augurio

David Aceituno

Paralelo
Granada, 2016
205 páginas
 
Porque el viaje al mar en vacaciones no tiene que ser una fiesta. Porque todas las familias guardan cadáveres en el armario y si no se les saca a que les dé el aire fresco, se pudren demasiado. Porque las islas son lugares de los que no puedes escapar, como no lo es el cuerpo.

Lo que sucede en la playa no queda en la playa. Lo que sucede durante las vacaciones, cuando salimos de lo que suponemos como cotidiano, afecta a lo que suponemos como cotidiano. Lo que sucede entre los miembros de una familia puede tratar de ocultarse como cadáveres enterrados en el jardín, pero ha sucedido. Lo que sucedió está sucediendo. Y lo que es inevitable, es la afectación que sucede por haber nacido en tal o cual familia. En este caso, en el de Augurio, sobre todo entre las mujeres miembros de una familia: la madre, la hija adolescente y el tercer miembro inevitable, que más que el padre es la mejor amiga de la hija. Hace falta tener ese tópico que reconocemos como sensibilidad femenina para adentrarse en ello. David Aceituno (Badalona, 1977) se sirve para ello del extremo: el duelo. La muerte ha sucedido y la ausencia nos bombardea cada día. Las explosiones suceden bajo nuestros pies y, en cierta medida, que no acierten a darnos en el plexo solar es una maldición. Escapar interesándose por el dolor de los demás, rebelarse contra las relaciones con los adultos, que son una guerra fría o, en último término, recurrir a un terapeuta, son algunas de las opciones que presenta esta novela, en la que Aceituno fía buena parte al diálogo. Como buen observador, no puede pasar por alto que los cambios en la adolescencia precisan del apoyo de tu mejor amiga o de un grupo de colegas que te vuelve a poner el suelo bajo los pies. Las noches fuera de casa y el riesgo de las drogas y el sexo, si es que riesgo es la palabra apropiada, terminan por imponerse. Permitamos que el lector elija el concepto que quiera sustituyendo a riesgo, porque las consecuencias de un verano en la playa pueden ser interpretadas con una sensibilidad muy subjetiva.

Atrapada en un matrimonio que se descompone y en la relación cada vez más tensa con su hija adolescente, Ingrid debe enfrentarse ahora a un dolor inesperado: la muerte de J. Como contrapunto al estado de ánimo en que la sume una noticia que no puede desvelar a nadie, la luz en la isla del Mediterráneo donde veranea y la cita ineludible en la playa junto a Silvia, su hija.

A medida que el último día de agosto avanza, la sensación de irrealidad nubla los pensamientos de Ingrid. ¿En qué momento se ha convertido Silvia en una extraña? ¿Qué es lo que no sabe de su hija? En cuanto a su matrimonio, ¿cuándo y por qué empezó a romperse? Ingrid rastrea las respuestas en su relación con J, desde que lo conoció en una asociación de voluntarios donde él daba clases de psicología hasta el momento en que sus caminos se separaron. De fondo, el ruido de una muerte que no sabe cómo descifrar.

A partir de esas premisas argumentales, Augurio enfoca el conflicto de dos mentes condenadas a no entenderse –la de una madre incapaz de protegerse de sí misma y la de una hija arruinada por su propia inteligencia– para ir revelando poco a poco una incómoda foto de familia, y en especial algo que ni Ingrid ni Silvia pueden ver: las grietas de la doble vida en las paredes de su casa.

Lee aquí el primer capítulo

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