De todas las metáforas que el hombre ha usado para describir los procesos del amor, son quizá las que se relacionan con la geografía, específicamente con los cuerpos de agua, las más acertadas y poéticas; pensemos en los ríos que se encuentran o aquellos que desembocan en el mar. La Carte de Tendre, realizada en el siglo XVII, es sin duda una de las más hermosas y acertadas analogías, pues ilustra los sinuosos caminos del amor romántico con envolvente y femenina fidelidad.
La Carte de Tendre fue realizada entre 1653 y 1654 a varias manos; sus autoras conocidas son la Marquesa de Rambouillet, Catherine de Vivonne —una figura crucial de la literatura francófona de la época—, y Madeleine de Scudéry, escritora francesa que incluyó el bello mapa en su novela Clélie.
Este plano, que podría también funcionar como un instructivo, ilustra un país inexistente llamado Tendre, una idílica tierra pastoral con sus montañas, ríos y lagos propios, que emula metafóricamente el proceso del amor, sus etapas y también sus trampas. Todo recorrido por el país del romance comienza en un lugar llamado Nouvelle Amité (Nueva Amistad), y presenta (si quien lo recorre logra no caer en el Lago de la Indiferencia o el Mar de la Enemistad) tres posibles rutas: Tendre-sur-Inclination (inclinación mutua, la ruta más rápida y con menos escalas), Tendre-sur-Reconnaissance (el reconocimiento) o Tendre-sur-Estime (la estima); éstas dos últimas implican detenerse en pequeñas aldeas que graciosamente aparecen ilustradas en el mapa.
Los distintos pueblos que rodean las rutas del amor han sido nombrados sugerentemente: Generosité (Generosidad), Billet Doux (Carta de Amor), Petis Soins (Pequeños Regalos) o, si el viajero toma la ruta equivocada, es posible que termine llegando a Probité (Prohibición), Oubli (Olvido), Perfidie (Perfidia) o Indiscretion (Indiscreción). Hay que mencionar que la pasión, en este recorrido amoroso, está ubicada en los límites del mapa, cerca de La Mer Dangereuse (Mar Peligroso), con todas las implicaciones que esto supone.
Lecturas feministas posteriores de la Carte de Tendre reconocen en este bello documento fuertes implicaciones políticas en el sentido más filosófico del término, pues esta ruta romántica, llena de peligros y trampas, descubre la importancia de la prerrogativa femenina en el proceso de cortejo y el triunfo de una relación amorosa.
Cualquiera que sea la lectura de este mapa —una hermosa geografía de los sentimientos amorosos y un testigo de las más profundas convenciones de su época—, resulta innegable que canaliza, a través de la alegoría, claves sobre el enamoramiento que se mantienen hasta hoy vigentes y que, en resumen, nos recuerdan que lo complejo y lo atemporal son dos cualidades del amor romántico.
 
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