África Gozalbes: “Entender de dónde venimos es comprender mejor el presente”

Una entrevista de Yolanda Moreno

En su vigésimo aniversario, El florido pensil, de Andrés Sopeña Monsalve, regresa a los escenarios con una visión renovada: la de las alumnas (adaptación de  Kike Díaz de Rada). Ahora las niñas son las protagonistas en las aulas de la posguerra española. Nuria González, Chiqui Fernández, Mariola Fuentes, Esperanza Elipe y África Gozalbes interpretan esta primera versión femenina.

Hablamos con la actriz África Gozalbes (la “Queen” de Farmacia de guardia), para que nos hable de El florido pensil. Niñas,  desde el 31 de agosto en el Teatro Marquina.

El florido pensil. Niñas es una versión diferente.

Ahora es una versión femenina, desde el punto de vista de las niñas. Sé que la versión masculina tuvo muchísimo éxito en los años 90, aunque no llegué a ser público porque estaba a caballo entre Sevilla y Madrid y no la vi. Pero tengo muchas referencias. Por lo que he oído a los directores Fernando Bernués y Mireia Gabilondo, era una especie de cuenta pendiente porque la perspectiva desde la que se había contado esa historia era solamente la masculina, como casi siempre se acaba contando la historia, a través del prisma del hombre. Era una cuenta pendiente, un punto de vista distinto y necesario también porque a la vez es complementario. Me parece muy interesante porque tenemos la oportunidad de abrir un debate, de poner otra vez en la mesa un tema candente que interesa o que importa al menos como mínimo a la mitad de la sociedad: a las mujeres, el papel de la mujer en la sociedad y en la cultura donde vive.

¿Qué nos vamos a encontrar en la función?

Lo que nos cuenta El florido pensil es aquella educación de la España nacional católica, llena de dogmas y de imposiciones, con una especie de denostación de la mujer para destinarla exclusivamente al hogar y a sus labores, desterrándola de una parte tan interesante de la sociedad como es el avance, la cultura y el progreso. Todo eso se cuenta a través del humor, y considero que es interesantísimo llevar a cabo esta función en la actualidad porque no solo son risas, también es una reflexión. Es apta para todos los públicos, también pueden ir niños, quienes se quedarán extrañados y no entenderán por qué sus abuelas estaban así en el colegio, pero esa era la realidad de aquel entonces. Es muy interesante porque se puede establecer un diálogo muy hermoso, a nivel familiar se pueden contar de generaciones a generaciones las experiencias vividas en aquella educación, y contrastarlas con las de ahora. Yo creo que se abre un debate interesante: cuál es el papel de la mujer o a dónde queremos llegar.

¿Has aprendido con esta obra?

Yo tengo 51 años y no viví aquella barbaridad, aunque sí un poco de refilón, pero con dulzura. Fui a un colegio de monjas y tuve esas clases que te daban de hogar, en las que teníamos que coser por ejemplo. De alguna manera de refilón sí vives esa parte de la educación que teníamos como herencia, pero no fue absolutamente contundente como a lo mejor ocurrió con las mujeres de una década anterior a la mía, o como nuestras madres, que vivieron otro tipo de educación mucho más castrante y, desde mi punto de vista, traumática. Si lo comparamos con la actualidad ocurrían cosas brutales, en el sentido de no solo maltrato desde el punto de vista psicológico, en el cual el papel de la mujer era aprender desde pequeñitas a estar destinadas exclusivamente a sus labores, sino que además también había maltratos físicos en las propias aulas. Ese tipo de situaciones yo no las he vivido, pero a través de la función sí que pude llegar a comprender un poco más qué es lo que han experimentado generaciones anteriores a la nuestra, cómo se han educado y formado. Entender de dónde venimos es comprender mejor el presente.

Sois cinco actrices, cada una de vosotras interpretáis a una de esas niñas compañeras de clase en la escuela nacional católica de la época. La tuya es María Victoria Galván, ¿cómo es este personaje?

Me tiene completamente enamorada. De las cinco es la que viene de un ambiente más rural, del campo. A ella le resulta más difícil comprender el presente que le está tocando vivir en la escuela. He procurado trabajar con un aspecto que nunca me había encontrado, que es construir y comprender, para luego reconstruir. Mi personaje en sí en el presente cuando está en la función no entiende muchas cosas, cosa que África sí, y ha sido muy divertido entrar en esa tesitura delicada de estar con la inocencia y con la ignorancia a la par y en equilibrio. Me divierte mucho hacer este personaje. María Victoria Galván es un poco burra, pero tiene muchísimas ganas de superarse a sí misma, y eso es lo que para mí la hace una heroína. Ella no se achanta, aunque tiene muchos miedos, pero esos miedos los vence cada día. Siempre intenta estar a la altura de otras compañeras que desde su punto de vista considera que son más listas o más inteligentes, o han tenido más suerte que ella. Cada una de esas niñas es fácil de identificar con una generalidad, pero lo más divertido es que todas ellas hacen una verdadera piña. Las cinco cuentan la historia en un momento determinado casi como si fueran un solo ser, y eso es también muy hermoso porque nosotras las actrices vivimos esa sintonía, sin olvidar por supuesto una dirección magistral absolutamente inteligente y rítmica.

¿Qué pensaste cuando te ofrecieron este proyecto?

Espero que nadie se ofenda (ni el autor, ni los directores, ni el empresario que fue el que me llamó), pero el primer miedo que me daba era pensar si iba a hacer algo que no fuera oportuno. Me lo planteé sinceramente, pero una vez que leí el texto y vi que el sentido del humor era el vehículo de transmisión de todo aquel texto terrorífico, me di cuenta de que a través del humor se podía contar todo lo más doloroso, lo más trágico y dramático, las cosas más espeluznantes que te puedas imaginar dentro del ámbito de la educación. Eso me pareció muy hermoso, darme cuenta de que a través del humor esa obra de teatro iba a funcionar en la actualidad, porque la visión de las mujeres también nos interesa contarla.

Mucha gente te conoce por tu personaje Reyes “la Queen” en la mítica serie de Farmacia de guardia. ¿Qué significó para ti esa experiencia?

Un cambio radical e inesperado en mi carrera artística, y la oportunidad de conocer a muchísima gente que pasó por allí. Muchísimos profesionales estupendos a los que si no hubiese estado en esa serie, quizás hasta el día de hoy no hubiera tenido la oportunidad de conocer y compartir. Fue algo maravilloso para mí.

Hiciste otros papeles en televisión y en cine, pero sobre todo te centraste en el teatro.

Voy a ser sincera, me he centrado en lo que la vida me ha ido dando y en lo que yo también me he ido buscando. Nunca me ha sobrado. Faltarme alguna vez, pero soy feliz, ahora mismo además en concreto con esta función soy súper feliz.

También actuaste en otra obra de teatro recientemente: Toc toc, que ha tenido mucho éxito.

Sí, a nivel profesional no puedo quejarme de nada, sobre todo sabiendo que más del 90% de los actores no viven única y exclusivamente de esta profesión. Sería por mi parte bastante grosero decir lo contrario. Estoy muy contenta, también tienes que luchar día a día. Es cierto que yo tengo dos hijos y durante un tiempo específico lo quise dedicar a estar más cerca de ellos. En algunos momentos no ha sido fácil, pero en otros también he sido yo la que ha decidido apartarse un poco por estar más cerca de la maternidad. Pero si hago un balance general, ahora estoy muy contenta.

¿Por qué tenemos que ir a ver El florido pensil. Niñas?

Porque el tema de encontrar el equilibrio en una sociedad entre hombres y mujeres es un debate que está a la orden del día, además de ser necesario e inteligente. Porque el pasado no se debe olvidar, hay una memoria no solo histórica, sino de nuestra propia cultura y civilización, y no debemos olvidarla. Si la traemos al presente no es para imitarla, sino para corregir errores que se hicieron en un pasado. Yo creo que es interesante que las generaciones más jóvenes entiendan de dónde venimos, porque en definitiva ellos son el futuro, y el futuro hay que construirlo mejor. El florido pensil es una obra muy bien montada, tiene mucho ritmo y es muy divertida. Es un texto muy inteligente, con la peculiaridad de que es parte de nuestro pasado.

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