CONJUROS de FELIPE GARRIDO

CONJUROS
FELIPE GARRIDO
MALPASO EDICIONES
255 PÁGINAS

Por Juliano Ortiz
“—Hace tanto tiempo —me dijo al oído, jadeante todavía, y se acodó a mi lado, desnuda como el viento. Sombras sobre sombras; una línea de luz en las caderas. Sus ojos brillaban en secreto. Comencé a besarle las axilas; bajé a mordiscos por el perfil de luna; me detuve en las corvas; la escuché suspirar.
—Sígueme soñando —le supliqué—. No vayas a despertar”.
Este es solo uno de los trescientos conjuros que Felipe Garrido entrega. Conjuros que están hechos con la magia misma del escritor que desea, que sueña, que vive y se hace eco de una oralidad nacida en la fuentes del origen del hombre.
En estos conjuros hay amor. Amores de olvidos, de encuentros, de certezas, de mentiras, de engaños, de muertes, de soledades, de rincones ocultos. Garrido economiza las palabras con destreza y las envuelve con ropajes sencillos pero a la vez provistos de una maravillosa adjetivación. Sus imágenes son coloridas, alegres, profundas, sentidas, inmersas en una suerte de apocalipsis del lenguaje que presta oído a los ecos de pordioseros, niños, animales, marineros, indios, viejos y toda una gama de personajes que son, en definitiva, los ropajes con que se viste Felipe Garrido para contar sus historias de gente pequeña que habla sin hablar.
En estos breves y concisos cuentos están arraigados los sentimientos indigenistas y propios de la tierra. La palabra es polvo en la mano que se dispersa por las calles y los pueblos que reviven en cada metáfora. Una palabra corta, simple, destilada de artilugios artificiales para someterse al extracto de una mirada, de un momento que queda grabado en el papel, pero también en los ojos del lector. Cada historia es independiente entre sí, ¿pero con qué autoridad podemos decir que no hay un hilo rojo que toca a cada una de ellas?¿No es el mismo personaje el que mira a Irene con suave erotismo que el marinero mirando al mar? Los personajes de Garrido intuyen, espían, juegan y se desatan en una humanidad libre de ataduras y renuncias. El cuerpo, los sentidos son protagonistas mientras el tiempo busca detenerse y no lo hace.
La poesía, dicen, que está fuera de temporada, que en estos tiempos de posverdad y realidad virtual, ya no hay espacio para la poesía. Garrido desvirtúa este falso dogma y lo convierte en relato, en cuento, en anécdota viva que luce a flor de palabra. Podría perfectamente estructurarse estos cuentos en forma de poema y no cambiar su esencia.
Subir al tercer piso le toma cincuenta y ocho segundos. Va decidido a terminar. Abre la puerta. Naufraga en sus ojos, color de miel”.
Felipe Garrido (Guadalajara, Jalisco, 1942) es un escritor, editor, traductor y académico mexicano, dueño de una prolífica obra que incluye artículos, ensayos, prólogos, antologías y diversas obras de cuento.
Su gran amor por la palabra ha cimentado una intensa labor relacionada a ésta en su país. En una entrevista dada hace pocos años, Garrido decía, “Formar lectores que puedan escribir. Desde mi primera juventud me he dedicado a dar clases: etimologías, historia, literatura, talleres de creación literaria, historia del arte… En realidad, tras esas fachadas, lo que siempre he hecho es ver si puedo acercar a otros a la lectura y a la escritura”.

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