"La ramera de Babilonia": Mujeres Vs Iglesia católica en un cabaret tan divertido como sobrecogedor

Por Horacio Otheguy Riveira

Un testimonio revulsivo basado en hechos reales, documentos históricos y de actualidad, a través de la presencia de cuatro señoritas muy atrevidas -tal vez niñas liberadas de un internado- que chapotean por el humor negro sin mancharse, y nunca abandonan el placer de ser ellas mismas, libres, exquisitas, a ratos vulgares, deliciosas como postre de medianoche, y temibles cuando cogen los periódicos e informan de lo que sucede aquí y ahora, no en la Edad Media o más atrás. Tiempos idos por los que el cristianismo ha dejado huella y continúa su ruta de terrores donde la mujer sigue siendo el mismísimo demonio en un reino de cinismo y represión a partes iguales.

La ramera de Babilonia, de Ramón Paso, es una función divertidísima cuyo vertiginoso ritmo lo marcan sus excelentes actrices desde el comienzo, es decir, desde el momento en que nos reciben repartiendo programas: risa fresca, modos y maneras desinhibidos: «¡Bienvenidos a nuestro cabaret religioso! ¡Bienvenidos a nuestro auto sacramental blasfemo!».

A partir de ahí, todo es posible. Va de retro, Satanás en una diatriba contra la Iglesia Católica que distribuye datos históricos atravesados por la farsa. Un ejercicio de inteligencia teatral sobrecogedor: tras la exuberante comicidad, la amarga conciencia de tiempos de represión, crímenes de lesa humanidad y violaciones de todo tipo en nombre del dios verdadero. Si se es creyente, se ha de salir fortalecido, y si no lo es, también: el burla burlando de esta Ramera de Babilonia es realmente un cabaret religioso que se permite ir a lo sobrenatural de la fe, a través de cuerpos encantados de haberse conocido, de leyendas y libros sagrados, en un viaje realmente asombroso, con Eva frente a Lilith, a ver quién se tiró primero al pánfilo de Adán, o con una Jesucrista, Jesusa, Chusa, que intenta explicarse con mucha dificultad pero enorme gracia, cual inefable vecina de corrala.

El recorrido es amplio, generoso. Los chascarrillos se suceden entre el sainete, el cabaret más deslenguado, y el teatro contemporáneo de personajes de rompe y rasga, en pantallazos que se valen por sí mismos. El autor baila a gusto entre géneros diversos y hasta opuestos y consigue dirigir a las cuatro actrices en sucesión de personajes, con el punto justo del testimonio histórico, la parodia y la veracidad de cuanto se pone en solfa. Un delicadísimo equilibrio que se festeja a lo grande porque la flexibilidad de las intérpretes permite pasar de un estilo a otro con notable disciplina.

 

Una pasarela de vértigo con el protagonismo de las brujas quemadas en la hoguera, las que se salvaron de chiripa, las que fueron delatadas aprovechando la marea… En la foto todo el elenco, y en primera línea Inés Kerzan, quien, entre otras perlas, saca adelante nada menos que los amores voluptuosos de la Virgen María…

 

María: Y, claro, llegó Él, que es todo amor, y me llenó de Gracia… ¡Menuda gracia tiene Dios! Y fue tan tierno… ¡Y todo en Él es eterno! Y tiene su punto, que luego con José se te pasa en un suspiro. Y, al final, entre unas cosas y otras, ahí estaba yo, de rodillas delante de Dios, comiéndole toda… la Gracia… y pensando si lo haría bien o lo haría mal. Y, de vez en cuando, le echaba un ojo a su cara, para ver si le estaba gustando, pero, claro, como Dios es todo bondad, pues no te aclaras. Porque le puedes estar raspando con los dientes, y Él no se va a quejar. Y luego, cuando decidió hacerme cositas a mí… ¡Dios mío – nunca mejor dicho – qué gustito! Y yo diciéndole: “No, no, no, no bajes… Espera… ¡Me da vergüenza! Espera… Espera… ¿No te da repelús? No, no, no… Espera… Bueno, si tú quieres… Hazlo… Un poquito… Sólo un poquito… Sí, sí, sí… Un poquito… Un poquito… ¡Ay, un poquito! Sí, un poquito más… Un poquito… ¡Un poquito!

 

Ana Azorín, en un alarde de comicidad gamberra, a la vez que bien cargada de ternura, asume a Jesucrista, Jesusa, Chusa, y nos deja boquiabiertos con lágrimas de tanto reír.

 

Buenas noches. ¿Cómo estáis? ¿Os divertís? ¿Os lo pasáis bien? Pues nada. Yo soy Jesusa. Chusa. La hija de Dios. Dios manda a su hijo y es una mujer. Una hora y pico viendo una obra sobre mujeres, y el hijo de Dios, una mujer. ¡Menuda sorpresa, ¿eh?! A ver, todo esto empezó porque mi Padre, que es uno y trino conmigo, y con la paloma ésa, la paloma ésa del Espíritu Santo, la que se folló a la virgen María… que es mi madre… que bueno, no es mi madre… es la madre de Jesucristo… ¡Yo soy yo, soy la paloma y soy mi padre…! Bueno, pues mi padre, sin la paloma y sin mí, sin el trino, dijo: “Voy a echarle un vistazo a la Tierra a ver qué se cuece”. Y ahí empezó el problema. Me llamó y me soltó: “Ahora mismo, así que te termines la merienda, te bajas a la Tierra”. (Niega con el dedo) Yo no bajo. Baja tú si tantas ganas tienes, que yo en la Tierra he tenido muy malas experiencias. Y Él se me puso como un energúmeno, en plan Diluvio Universal, todo terrible y refulgente, porque mi Padre cuando se cabrea refulge, y me dijo: “¡Cómo voy a bajar yo, con mis barbas y todo el poderío divino, que se vuelven los humanos locos al contemplar mi Gloria, y se sacan los ojos y se rasgan las vestiduras y les estalla la puta cabeza al sentir mi bondad divina!

 

Ángela Peirat (izquierda) es la mujer recientemente embarazada y Ana Azorín su feto feminista y de Provida («Feta, maja, llámame Feta…»): un gozoso esperpento con directas alusiones a la actualidad.

Feta. ¡Todo esto es el milagro de la vida! ¡No te tortures!
Madre. Que para torturarme ya estás tú.
Feta. ¡Como todos los hijos, mami, como todos los hijos!
Madre. Pero, ¿tú qué haces aquí? ¿Qué es lo que quieres?
Feta. ¡Quiero la habitación del fondo! Lo he estado pensando y quiero la habitación del fondo. Es la que tiene más luz. Necesito luz. Me gusta la luz. Me siento artística. Mami, a lo mejor soy pintora…
Madre. No me llames “mami”. Me quitas las ganas de vivir.
Feta. Yo, en cambio, soy todo vida. ¡Estoy deseando salir al mundo! Tengo tantas posibilidades ante mí. ¡Mami, cómprame un caballo!
Madre. ¡Que no me llames “mami”, coño!
Feta. ¿Y qué te llamo, señora Fernández? Habrá que empezar a intimar, digo yo, que vamos a estar juntas nueve meses.
Madre. Que te lo crees tú, bonita. A primera hora de la mañana pido hora en el médico y lo soluciono.
Feta. ¿Me vas a solucionar?

 

Elisa Pelayo (en 2019, Sara Soneira) pasa de puta ingenua a beata insufrible cuando no Reina Católica. Aquí en hilarante escena junto a Ángela Peirat, la buena india que quiere congraciarse con la autoridad.

 

Isabel, Error, bonita. Vosotros no sois una civilización, sois una comunidad de salvajes. El día que abracéis el catolicismo, seréis una civilización.
India. ¿Abrazar a quién?
Isabel. El catolicismo. Una religión de amor.
India. ¡Ah! De amor. ¿Por eso nos violan los curas?

 

 

Tras asistir a esta función, resulta muy recomendable la lectura del texto (Editorial Dalya), ya que el ritmo de la representación deja en el aire la entera comprensión de cuanto se dice, profundo además de cañero, bien documentado pero en un entorno de brillante bufonada. La lectura pormenorizada permite un disfrute aún mayor, al tiempo que confirma los buenos datos que el autor aporta al entendimiento de un fenómeno histórico que nos persigue por mucho que nos creamos al margen.

En la Biblia, la ramera de Babilonia representa la falsa religión. Hoy, la Iglesia -que se manifiesta contra el aborto, pero no contra la pedofilia- es la falsa religión, es esa ramera de Babilonia sobre la que nos advierte la Biblia. Esta obra no es contra Dios, que me cae muy simpático, sino contra la Iglesia, y a favor de la libertad sexual y de la mujer… porque el primer regalo de las mujeres y los hombres fue la manzana… (Ramón Paso, prólogo a la primera edición de 2015)

Producción ejecutiva: PASOAZORÍN TEATRO
Diseño de iluminación: Pilar Velasco
Vestuario: Sandra Pedraz Decker
Jefa de prensa: María Díaz
Fotografía: María Jordán
Diseño gráfico: Ana Azorín
Ayudante de dirección: Blanca Azorín
Teatro Lara, Madrid. Lunes, 22.15 horas. Hasta el 9 de octubre, 2017
Teatro Lara, Madrid, domingos 21,15 horas. Desde el 1 de julio al 26 de agosto 2018
Teatro Lara, Madrid, jueves 22,15. Desde el 6 de junio al 11 de julio 2019.

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