Solitarios marginados en busca de "Otra noche perfecta"

Por Horacio Otheguy Riveira

Otra noche perfecta, de Ramón Paso, es un retablo de criaturas de la noche, marginados muy reconocibles en las grandes ciudades, urbanitas solitarios con poco peligro y mucha desesperación. Entrañables incluso en su gamberrismo, se pasean por la vida y la muerte entre pasiones desbocadas. Eso sí, con un humor volcánico que les permite mantenerse en pie. Un espectáculo vitalista elaborado a través de breves situaciones hilvanadas con muy eficaz ritmo cinematográfico, y la calidad acostumbrada de la Compañía PASOAZORÍN TEATRO.

Al margen del vigor y la trascendencia de sus últimas producciones (El síndrome de los agujeros negros; Terror y ceniza de la Iglesia Católica en la guerra civil, Usted tiene ojos de mujer fatal… en la radio, o La ramera de Babilonia, ahora mismo en el Lara), Ramón Paso esta vez se permite —dentro de su admirable capacidad de trabajo— una obra menor elaborada con recursos de un realismo próximo al teatro costumbrista, aunque las constantes de sus frustrados personajes vayan contra toda costumbre social, como no sea la de la soledad, generalmente rabiosa. Cuando un gran autor —y sin duda, Paso lo es— ejerce un magisterio tan rico en variantes escénicas, también resulta digno de admiración en este género próximo al popular sainete que tan nobles páginas aportó al teatro español. Aquí y ahora: viaje singularmente divertido, por situaciones cotidianas de seres desvalidos.

La galería concebida para la ocasión permite cuadros de notable dramatismo e ingeniosa comicidad —unión de géneros que el autor domina a la perfección—, como la creada en un vagón de metro, donde quedan atrapados una muchacha desbordada de sexualidad, probablemente ficticia, y un hombre que avanza y retrocede hacia ella, temeroso de sí mismo.

Tres antiguas compañeras de colegio, entre drogadas y borrachas, se meten en un tanatorio para protegerse del frío; por azar, el cadáver allí expuesto es el de un profesor de todas ellas: la oscura historia que de pronto se desprende de uno de los personajes conforma una interesante historia de soledades y sentimientos encontrados; más adelante, una mujer alcoholizada hace de la noche un infierno muy personal ante un crimen sucedido tiempo atrás… Como si viajáramos en un tren fantasma, estos cuentos teatrales nos permiten una diversión extraña, articulada en torno al humor que brota en las situaciones límite, a menudo relacionadas con las peores formas de morir.

Entre los estupendos intérpretes destacan especialmente Ángela Peirat y Elisa Pelayo, por incorporar nuevos registros a los desarrollados en otras funciones. Ambas con buena vis cómica, ahondan esta vez en perfiles sumamente dramáticos en el caso de Peirat, y más realistas que caricaturescos en el de Pelayo, las dos con una elaboración física rigurosa, de gran plasticidad.

Ana Azorín e Inés Kerzan son ya las jóvenes veteranas de esta Compañía que lleva una década demostrando su talento, y resuelven con eficacia cualquiera de sus personajes. Guillermo López Acosta cuenta con dos intervenciones clave y Vicent Soler asume con frescura la ironía de un chico inusualmente cínico.

El formidable clímax cinematográfico de la puesta en escena permite el gradual deslizamiento de diversas violencias y angustias abiertas o soterradas, con tiempo para abordar temas delicados como el de un anciano demente odiado por su hija, o colmarse de serenidad cuando en una noche de insomnio surge una inesperada oleada de ternura… en torno a una chocolatina «de las muy caras».

 

Ana Azorín, Ángela Peirat, Vicent Soler: encrucijada esperpéntica con lejano suicidio de fondo.

Carol. Tu hermana se suicidó porque era una cobarde.
Jorge. No, hombre, no. No le digas esas cosas a la chica.
(Alex carga contra ella, gritando, y la empuja. Carol la coge por detrás con fuerza y la inmoviliza).
Carol. Tu hermana era una mediocre.
(Alex grita).
Carol. No superó dejar de ser la primera de la clase. El mundo real la acojonó. Fue una niñata. Una mierda de persona. Débil y patética.
(Alex grita con dolor).
Carol. Era una perdedora y cuando se dio cuenta… tiró la toalla. Se fue. Se fue porque no tenía valor para crecer.
(Carol la tira al suelo con brusquedad. Silencio).
Jorge. Creo que sí deberías mearte en su tumba.
Carol. No va a arreglar nada.
Alex. Tampoco va a empeorar.
Jorge. Y seguro que relaja…

De izquierda a derecha: Ángela Peirat, Inés Kerzan, Elisa Pelayo: verdades como puños bajo riesgo de balacera.

 

Gloria. ¿Por qué iba a querer meterse en la ducha contigo? Es decir, no sé, pero…
Ella. Es verdad que es raro.
Silvia. ¿Y por qué coño va a ser raro?
Gloria. Es que eres canija.
Ella. A ver, también es verdad que Juan no le hace ascos a nada. (Se acerca a Gloria) Mira, chica, si tiene el móvil apagado, es que andará con… bueno, con una puta. No hace falta ir dando nombres, pero cada dos por tres anda rondando a las rumanas. Él es así: un mierda putero. Alguien tenía que decírtelo.
Silvia. Perdona, pero yo no soy canija.
Gloria. ¿Una puta?
Ella. Hombre, que no. Canija. (Apuntándola) Mi coca.
Gloria. ¿Mi novio me ha dejado por una puta?

Guillermo López-Acosta es el segurata que debe enfrentarse a Ana Azorín, de armas tomar, en un inesperado final de repertorio…

Toni. ¡Que me deje registrarla de una vez!
Lucía. Como des un paso más, grito.
(Toni avanza y ella comienza a correr en círculo).
Lucía. (Gritando) ¡Violación, violación, violación!
Toni. No, no, no. ¿Qué hace? ¡Pare, pare! ¡Por favor, por favor! Pare, señorita. La gente va a pensar cosas que no son.
Lucía. (Gritando) ¡Que me viola un pringao!
Toni. ¡Y dale! (Retrocediendo y enseñando las manos, en señal de paz) De acuerdo, de acuerdo. Yo no la toco.
Lucía. Más te vale.
Toni. Pero vacíese los bolsillos.
Lucía. Que no puedo.
Toni. ¿Y por qué no puede?
Lucía. Pues porque me has esposado.
Toni. Vale.
Lucía. Vale.
Toni. Y si le quito las esposas, ¿promete no volver a pegarme?
Lucía. Uff.
Toni. Uff, ¿qué?
Lucía. Pues que no te lo puedo prometer.
Toni. ¿Por qué?
Lucía. Yo qué sé. No te conozco de nada. No sé lo que vas a hacer.
Toni. ¿Pero qué voy a hacer?
Lucía. Cualquier cosa. 

 

Inés Kerzan, Ana Azorín, Elisa Pelayo: risas embriagadas antes de la angustia.

 

 
 
Producción ejecutiva, espacio escénico y vestuario PASOAZORÍN TEATRO
Diseño de iluminación Pilar Velasco
Dibujo Edu Pelayo
Diseño Gráfico Ana Azorín
Ayudantes de dirección Blanca Azorín, Elisa Pelayo, Daniel San Miguel
Teatro Montecargas. Madrid. Desde el 7 de septiembre, jueves, 20,30 horas.
 

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