"En busca de Spinoza", de Antonio Damasio (II)

Por Ignacio G. Barbero.

CUERPO, MENTE Y CEREBRO

Descartes

El planteamiento del problema alma-cuerpo tal y como lo conocemos se origina en este pensador francés, que es considerado tradicionalmente como el padre de la modernidad filosófica. Su ontología establece una diferencia clara y radical entre la res extensa (sustancia/cosa extensa) y la res cogitans (sustancia/cosa pensante). Son irreductibles una a la otra, ya que se definen por esencial oposición. La manifestación concreta de cada una de ellas es el cuerpo y el alma. La primera tiene como característica básica la extensión, esto es, la espacialidad. La segunda produce ideas, que son, como ella misma, inespaciales.

Parece que el maridaje entre ambas sustancias es imposible. Sin embargo, el sentido común nos dice, y el mismo Descartes lo afirma, que se dan juntas en el mundo y, concretamente, en el ser humano. ¿Cómo es eso factible? En “Las pasiones del alma”, el filósofo francés trata de dar una solución satisfactoria a esta cuestión. Afirma que en el ser humano, más concretamente en su sistema nervioso, existe un órgano, la glándula pineal, que conecta el cuerpo con el alma o, mejor dicho, que la contiene. Así, la res cogitans tiene su lugar en un órgano materialmente muy sutil.

El mismo Descartes se dio cuenta de que caía en una incongruencia básica, a saber: si el alma se define por su inextensión e inmaterialidad, ¿cómo es posible que ocupe un sitio, un órgano, extenso y material? En numerosas epístolas afirma Descartes la imposibilidad de conjugar las dos entidades. Era consciente de que desde los principios que había establecido, dos sustancias que se definen por exclusividad, no podía alcanzar una solución al problema. Así, vemos que tenemos que partir de una serie de axiomas nuevos en torno a estas entidades si queremos llegar a una solución provechosa, mas no es tan fácil como parece, ya que el análisis de Descartes sobre ambas sustancias es de una gran hondura.

La neurobiología y Damasio

Las investigaciones neurobiológicas actuales nos indican que los fenómenos mentales dependen íntimamente del funcionamiento del cerebro, lo que ha llevado a plantear el problema en términos de relación mente-cerebro, que añade un elemento que antes no estaba, pero no resuelve la cuestión. Plantear el problema en términos mente- cerebro parece dejar a un lado, o en otra categoría, el resto del cuerpo, lo cual desemboca en una especie de nuevo dualismo. Supone, además, introducir una manera improductiva de enfocar el problema y hace más difícil la explicación de la unión entre la mente y el cerebro.

El cambio de perspectiva no va a resolver el problema por sí mismo, pero sí supone un paso necesario en ese camino. Damasio ahondará en la cuestión señalando la importancia del cuerpo y su papel determinante en la formación de lo mental: “Es necesario comprender que la mente emerge de un cerebro o en un cerebro situado en el cuerpo propiamente dicho con el cual interactúa, que debido a la mediación del cerebro la mente tiene por fundamento el cuerpo propiamente dicho, que la mente se ha desarrollado en el curso de la evolución porque ayuda a preservar el cuerpo, y que emerge de un o en un tejido biológico –las células nerviosas- que comparte las características que definen los otros tejidos vivos del cuerpo propiamente dicho”.

Observado esto, se ha de recalcar la importancia de lo que Damasio llama “imágenes”, un concepto que irá especificando y definiendo. Parte, en su razonamiento general, de las siguientes hipótesis:

  • En organismos complejos como los nuestros las operaciones reguladoras del cerebro dependen de la creación y la manipulación de imágenes mentales (ideas o pensamientos) en el proceso que llamamos mente.
  • La interfaz decisiva entre las actividades del cuerpo propiamente dicho y las estructuras mentales que acabamos de llamar imágenes consiste en regiones cerebrales específicas -concretamente aquellas regiones que cartografían las actividades del cuerpo-: utilizando circuitos de neuronas para construir estructuras neurales continuas y dinámicas que corresponden a las diferentes actividades del cuerpo.
  • “El cartografiado no es necesariamente un proceso pasivo”. No solo porque el cerebro puede actuar sobre el estado corporal que está siendo cartografiado, sino también por la acción directa en estas estructuras de otras regiones del cerebro y por la propia naturaleza de las estructuras neurales. Según Damasio, la mente, que surge en un cerebro, forma parte de este sistema. El núcleo de su tesis es que: “el cuerpo, el cerebro y la mente son manifestaciones de un organismo único”.

Cabe decir que en el proceso de cartografiado del estado corporal, se dan dos clases de “imágenes”:

  • Las “imágenes de la carne” que provienen hacer el mapa del estado de partes internas del organismo, como el corazón, los intestinos, los músculos, incluyendo parámetros químicos.
  • Las “imágenes de las sondas sensoriales especializadas”, originadas por determinadas partes del cuerpo, como la retina o el oído interno, que parten de un objeto exterior a él.

En ambos casos, el mecanismo de realización es el mismo, es decir: en primer lugar se producen modificaciones transitorias en el cuerpo; en segundo lugar el cerebro, con la información que recibe mediante dos vías (la sangre y los nervios), construye mapas de estas modificaciones en diversas regiones; finalmente, los mapas neurales se convierten en imágenes mentales, que es un momento esencial. El cartografiado establece una conexión primordial entre el cuerpo y la mente: “Yo creo –escribe Damasio- que las imágenes fundamentales del flujo de la mente son imágenes de algún tipo de acontecimiento corporal”.

Ahora bien, la presencia de los “mapas” del cuerpo no hace por sí misma que la mente aparezca o emerja, sino que constituyen su condición necesaria, pero no suficiente. La pregunta ahora radica en: ¿Cómo se pasa del plano neural (objetivo y científico) al plano mental (de acceso subjetivo)? Damasio, ha buscado explicar el proceso previo, esto es, aquel que lleva hasta la formación de las estructuras neurales que sirven de base inmediata para la aparición de imágenes mentales, pero esta última etapa aún no llega a justificarlo.

El salto ontólogico que supone la emergencia de imágenes, inextensas, desde estructuras cerebrales extensas no es explicado por Damasio. Al fin y al cabo, sigue enclaustrado en el problema no resuelto de Descartes. A pesar de ésto, el portugués es optimista, y considera razonable suponer que “la mente emerge de la cooperación de diversas regiones cerebrales, cuando la acumulación de pormenores concernientes al estado del cuerpo que es cartografiado en estas regiones alcanza un grado crítico”.

Esas imágenes mentales de las que estamos hablando no son un mero reflejo de la realidad que nos afecta, sino que son creaciones, aunque no arbitrarias, del cerebro. La imagen mental ligada, por ejemplo, a la percepción de un objeto se basa en modificaciones experimentadas por el organismo, en tanto que la estructura física de nuestro cuerpo interactúa con el objeto. Las estructuras neurales que sirven de base a la imagen mental son el mapa de la interacción global del organismo con el objeto, la cual puede involucrar aspectos visuales, auditivos, motrices, o emocionales.

Y estos mapas no son sino diferentes organizaciones y reorganizaciones selectivas de distintos circuitos neuronales según las reglas del cerebro, que proporciona tanto las piezas como las reglas de este juego. Del mismo modo que se ha señalado una construcción perceptiva de la realidad en términos psicológicos, o una construcción social de la realidad, podríamos hablar aquí de una construcción neuronal de la realidad, esto es, la configuración cerebral de lo real a partir de lo real mismo.

El cuerpo y el cerebro no son un vehículo neutro entre la realidad exterior y la imagen mental, como vemos. Esto no supone, sin embargo, poner en duda la conexión real entre las imágenes y los objetos que las suscitan en el ámbito perceptivo: “Existe un conjunto de correspondencias, que se ha conseguido en la larga historia de la evolución, entre las características físicas de los objetos que son independientes de nosotros y el menú de posibles respuestas”.

Volviendo a la cuestión, hay que señalar que lo esencial del mensaje de Damasio es que la mente debe entenderse desde la perspectiva del cuerpo, y no solamente de la del cerebro. La mente existe para el cuerpo, y el cuerpo necesita de la mente, en la medida en que la conciencia, la mente consciente, es útil para la supervivencia del organismo humano.

Spinoza y Damasio

Frente al planteamiento cartesiano, Spinoza afirmó que el pensamiento y la extensión, la mente y el cuerpo, son aspectos distintos de la misma realidad, dos expresiones de lo mismo. Supera el pensador holandés el problema mente-cuerpo en el que cae Descartes. En la perspectiva spinozista no tiene sentido plantearse si el cuerpo causa la mente o si la mente actúa como una causa con respecto al cuerpo.

Para Damasio, Spinoza no solamente debe ser reconocido por haber vinculado el cuerpo y la mente a una sola sustancia, sino que, además “pudo haber intuido la disposición general anatómica y funcional que el cuerpo tiene que adoptar para que la mente se dé junto con él, o, más precisamente, con y dentro de él”. Entrando a su interpretación sobre el cuerpo humano en la primera parte de la “Ética”, Damasio la resume mediante la siguiente fórmula: “un cuerpo es un trozo de naturaleza cerrado por la piel”. El mismo pensador holandés considera que nadie podrá entender perfectamente la naturaleza de nuestra alma sin antes haber analizado en profundidad la naturaleza de nuestro cuerpo, porque cuanto más apto es un cuerpo para hacer o padecer más cosas a la vez, más apta es el alma misma para percibir a la vez más cosas.

Baruch Spinoza (1632-1677)

Teniendo en cuenta esto, realiza una descripción amplia de la naturaleza del cuerpo, que acaba con una serie de postulados sobre su compleja composición. Lo verdaderamente destacado de esta parte, a juicio de Damasio, es la concepción de “la mente como idea del cuerpo”. Esto se expresa claramente en la proposición 13 de la segunda parte de la “Ética”: “El objeto de la idea que constituye el alma es el cuerpo, o sea, cierto modo de la extensión que existe en acto, y no otra cosa”. Spinoza insiste en la demostración de esta proposición que estamos hablando del cuerpo existente. En la proposición 19 vuelve a considerar Spinoza: “El alma humana no conoce el mismo cuerpo humano ni sabe que existe sino por las ideas de las afecciones con las que el cuerpo es afectado”.

En el filósofo holandés, los acontecimientos corporales son representados como ideas en la mente, como vemos. Las “imágenes” de Damasio, que ya hemos explicado, son exactamente lo mismo. Se tratan de correspondencias representacionales que van en una sola dirección, del cuerpo a la mente, guardando una cierta proporción entre ideas y modificaciones corporales. En la segunda parte de la “Ética”, comenta Damasio, Spinoza había tenido la intuición de una solución al problema mente-cuerpo aunque no podía precisarla. Por otro lado, en la primera parte de esa obra el filósofo había abordado la cuestión del “pensamiento-mente” y la“extensión-cuerpo” de un modo general. Esta doble perspectiva explicaría, según Damasio, cierta dificultad que hallamos en el texto de Spinoza, y que el autor señala de forma clara y precisa: la igualdad mente-cuerpo sólo actúa completamente en el análisis general, pero cuando la cuestión se afronta de modo particular en el ser humano esta igualdad se quiebra en un punto (aunque no en otros), y resulta que las operaciones descritas toman una dirección determinada, del cuerpo a la mente o de la mente al cuerpo,particularmente cuando se describe el mecanismo de representación de los acontecimientos corporales en la mente.

Spinoza no duda, escribe Damasio, en privilegiar el cuerpo o la mente según las circunstancias, y en la mayor parte de los fragmentos de la “Ética” que acabamos de mencionar es el cuerpo el que ocupa la posición dominante, si bien en la proposición 22, donde encontramos la noción de “idea de la idea” (del cuerpo), el factor privilegiado es la mente. En esta proposición se dice que a partir de la idea del cuerpo es posible formar otras ideas, ideas que ya no son directamente del cuerpo: “Abre el camino para representar relaciones y crear símbolos. Y lo que es más importante, abre una vía para crear una idea del yo (…) La idea de yo es la resultante de la relación entre las otras dos: la del objeto percibido y la del cuerpo modificado por la percepción”. Por tanto, según Damasio, Spinoza sugirió que el cuerpo conforma los contenidos de la mente más que la mente los del cuerpo, aunque los procesos mentales tengan su réplica en procesos corporales en una medida considerable. En el filósofo holandés, en conclusión, no se puede hablar de preeminencia absoluta de una dimensión de la realidad sobre la otra; atendiendo a algunos factores o a otros observamos una aparente imposición del cuerpo o del alma, mas no definitoria.

Si bien hay que matizar que el cuerpo resulta fundamental en nuestra relación con el mundo, su prioridad respecto al alma es de carácter cognoscitivo (ya que entra en contacto directo con lo real), mas no ontológica. Cuerpo y alma son dos expresiones diferentes de una única realidad, lo que, al fin y al cabo, significa que son, en esencia, lo mismo.

Terminando este ensayo en torno a la obra de Damasio, hemos de comentar que, aunque su apología de Spinoza es legítima y subraya las enormes virtudes de un obra que siempre nos está diciendo algo, los estudio neurobiológicos caen en la misma aporía que el holandés evita. El paso de las estructuras corporales a la imágenes (o ideas) mentales no está resuelto; queda como un paso no justificado. Sin embargo, considero que hay que confiar en el autor portugués, porque las investigaciones en neurobiología todavía no han llegado hasta el final y pueden descubrirnos hechos que confirmen estas tesis. El estudio del cuerpo todavía tiene muchas cosas que revelar y aportar a nuestro conocimiento. En palabras de Spinoza:

“Nadie, en efecto, ha determinado por ahora qué puede el cuerpo, esto es, a nadie hasta ahora le ha enseñado la experiencia qué puede hacer el cuerpo por las solas leyes de la naturaleza, considerada como puramente corpórea, y qué no puede a menos que sea determinado por el alma. Pues nadie hasta ahora ha conocido la fábrica del cuerpo con tal precisión que haya podido explicar todas sus funciones, por no mencionar siquiera que en los brutos se observan muchas cosas que superan con mucho la sagacidad humana, y que los sonámbulos realizan en sueños muchísimas cosas que no osarían hacer despiertos; lo cual muestra bastante bien que el mismo cuerpo, por las solas leyes de su naturaleza, puede muchas cosas que su alma admira”.

One thought on “"En busca de Spinoza", de Antonio Damasio (II)

  • el 30 junio, 2023 a las 8:30 pm
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    El vuelo, de el cielo. Fin.

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