Los fantasmas habitan el mundo de los vivos de muchas maneras. En nuestro imaginario colectivo han sido nombrados y representados durante siglos, pero la cultura inglesa es una de las más fascinadas por la naturaleza de estos seres sobrenaturales —desde el atormentado fantasma del rey Hamlet hasta los espectros de Dickens y Oscar Wilde, los espíritus pueblan su arte y vida cotidiana desde tiempos inmemoriales. No es una casualidad, entonces, que la primera organización creada para el estudio de estos seres, el Ghost Club, haya nacido en tierras británicas.
Fundado en 1862, este club nació en el pueblo inglés de Cambridge. Sus inicios datan de 1855, cuando un grupo de estudiantes del Trinity College comenzó a discutir e investigar casos de fantasmas y aparecidos. Su fundación oficial, sin embargo, sucedió en Londres en 1862, y por aquellos años contó con la presencia de los escritores Charles Dickens y Sir Arthur Conan Doyle, además de académicos y sacerdotes. Una de sus primeras investigaciones fue el fraude, entonces famoso, de los hermanos Davenport, que utilizaban trucos ilusionistas asegurando que eran capaces de hacer contacto con los muertos. Así, este grupo continuó haciendo investigaciones de fenómenos espiritistas hasta su disolución durante la década de 1870, después de la muerte de Dickens.
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El Ghost Club fue reabierto el 2 de noviembre de 1882 —Día de Todos los Santos— por el famoso reverendo y médium Stainton Moses y por el escritor Alaric Alfred Watts, que aseguraban ser los fundadores originales de la organización. Durante años, este singular grupo se mantuvo selectivo y secreto, integrado por miembros que creían ciegamente en la existencia de los fantasmas como un hecho incuestionable y que se dedicaron a investigar un gran número de casos y reportes de actividad paranormal de la época. Cada 2 de noviembre se recitaban los nombres de todos los miembros (vivos y muertos) del excéntrico club (algunos de los participantes aseguraron que, en ocasiones, los miembros difuntos del grupo se manifestaron en dichas reuniones).El final del siglo XIX representó el gran apogeo del Ghost Club, y no es una sorpresa, pues la Inglaterra victoriana se caracterizó por intimar con la muerte a través de expresiones culturales como el memento mori, la fotografía post mortem y su gusto por prácticas como el ocultismo y el espiritismo, que resultaron en curiosos artefactos para detectar fantasmas y otras excentricidades. Así, en esta época en las reuniones del curioso grupo se discutía también sobre magia egipcia y capacidades sobrehumanas como la clarividencia, entre otros temas.
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El principio del siglo XX trajo nuevos aires al Ghost Club; fue entonces cuando el poeta W. B. Yeats se unió a la organización (en 1911), cuyas investigaciones comenzaron a suceder más en laboratorios que mediante ritos paranormales. El desarrollo de la psicología también comenzó a permear los estudios del club, que por falta de asistencia cerró sus puertas en 1936, tras 485 reuniones. Los archivos de la agrupación fueron almacenados en el British Museum, con la consigna de no ser abiertos hasta 1962. Pero el Ghost Club renació una y otra vez, y existe hasta nuestros días. Con el tiempo, además, se incorporaron investigaciones relacionadas con avistamientos de ovnis y seres provenientes de otros planetas.El Ghost Club continúa reuniéndose cada mes en el Victory Services Club, ubicado en el centro de Londres; aún hoy, realiza decenas de investigaciones de sucesos paranormales cada año. El grupo, además de presumir un notable linaje, nos remite al interminable encanto que los seres humanos tenemos por aquellos con quienes sutilmente coexistimos, los fantasmas.