Llorenç González lleva a escena su entusiasta viaje por Argentina

Por Horacio Otheguy Riveira

Un joven actor popular por series de televisión, pero con mucho teatro en Barcelona, vuelve de Argentina, donde pasó un mes, y ofrece su dichosa experiencia en un espectáculo muy personal, con mucho sentimiento. Así, Llorenç González, junto al pianista Txema Cariñena, entrega un recital de sí mismo en situación de un hombre agradecido por las maravillas del enorme país, del que no sólo nos cuenta momentos muy placenteros, sino que aprovecha adecuadamente sus conocimientos de música para cantarnos clásicos de aquellas tierras.

 

Es tanta la pasión que pone en este viaje que cada instante de su amplio recorrido está cargado de lo más importante que puede dominar la existencia de un viajero: la capacidad de sorpresa para patearse la gran ciudad con la energía de un niño abierto a todas las experiencias, sacando provecho de cuanto toca. De tal manera que Llorenç González es capaz de superar el abatimiento inicial ante los temores infundados de andar por una ciudad peligrosa. Ese miedo le paraliza la primera tarde, pero una vez que se recupera con una siesta reparadora, ya nunca más le detendrá ninguna mala sombra.

Y la extraordinaria ciudad se deja enamorar por el visitante, con su abundancia de librerías y teatros de todos los tamaños con una calidad de muy alto nivel (ver en estas páginas seis artículos: Teatro en Buenos Aires), así como la amabilidad de la gente y ese punto fascinante de las numerosas «milongas» (salas donde se baila tango de todas las maneras posibles).

Además de las muchas semblanzas, el actor realiza una excelente interpretación de Balada para un loco, el mítico tango estrenado en 1969, escrito por el poeta Horacio Ferrer con música del maestro Astor Piazzola. Un tema cantado por muy diversos estilos en las voces de cantantes mundialmente célebres. La versión de Llorenç resulta formidable: la llena de vida, dejando a un lado su carga melancólica, y su fuerza enciende el aplauso del público en lo que será la primera manifestación musical. A lo largo de 75 minutos habrá más, como mucha Argentina se expresará en su voz, su cuerpo entero, moviéndose con una ligereza y espontaneidad admirables. La sensación de estar en casa con el relato apasionado de un amigo de la familia es constante. Estar en Buenos Aires resulta divertido y emocionante, pero mucho más cuando recorre otros paisajes muy distintos, alejados de toda influencia europea: el nordeste, frontera con Paraguay, en las impresionantes cataratas del Iguazú, el alucinante mundo de montañas y ríos de otras regiones extremas en el norte, y en el sur, las heladas aguas por donde sucedió una historia fantástica que él convierte en cuento de rica sustancia poética: una gran ballena es acariciada por 17 adolescentes ciegos…

El hechizo de un viaje formidable se produce en escena con buenas vibraciones por un intérprete que así debuta en un teatro de Madrid, con capacidad para prometernos futuras creaciones en solitario o en compañía de otros… Como broche de esta crónica, la letra de una canción, Tocando al frente de los brasileros Almir Sater y Renato Teixeira, que se hizo muy popular en Salta, Argentina, donde Llorenç González la descubrió y la hizo suya. También la canta en este espectáculo, a manera de himno, como un poema vitalista para acompañarnos en todo momento, en todos los viajes que emprendemos en la vida cotidiana:

 
 

Ando despacio porque ya tuve prisa
y llevo esta sonrisa, porque ya lloré de más
hoy me siento más fuerte, más feliz quién sabe,
solo tengo la certeza de que muy poco sé, que nada sé
Conocer las mañas y las mañanas
el sabor de las masas y de manzanas
se precisa amor para poder latir,
se precisa paz para sonreír
se precisa lluvia para florecer
 
Pienso que cumplir la vida sea simplemente
emprender la marcha, ir tocando al frente
como un viejo arriero
llevando la manada, llevando los días
por largo caminos voy, caminos soy
 
Conocer las mañas y las mañanas
el sabor de las masas y de manzanas
se precisa amor para poder latir,
se precisa paz para sonreír
se precisa lluvia para florecer
 
Todo mundo ama un día, todo mundo llora
un día la gente llega, y al otro se van
cada uno de nosotros compone su historia,
cada ser en sí, carga el don de ser capaz,
de ser feliz
 
Conocer las mañas y las mañanas
el sabor de las masas y de manzanas
se precisa amor para poder latir,
se precisa paz para sonreír
se precisa lluvia para florecer
 
Dramaturgia e interpretación: Llorenç González
Dirección: Iñigo Asiain y Llorenç González
Música en escena: Txema Cariñena
Iluminación: Lola R. Barroso
Espacio sonoro: Íñigo Astaín
Espacio escénico y vestuario: Llorenç González
Proyecciones: Merche Magro
Fotografía: Diego Conesa

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