Caperucita Roja se divierte a lo grande en un musical para toda la familia

Por Horacio Otheguy Riveira

El Teatro Sanpol cumple 35 años. Se dice pronto, pero conlleva un proceso de gran esfuerzo con extraordinarios resultados al tratarse de una empresa privada volcada en un género durante mucho tiempo injustamente considerado menor; entra en su 35ª temporada, y lo hace con la reposición de un gran éxito del pasado año, la versión musical de Caperucita Roja, a partir del texto de los Hermanos Grimm publicado en 1812, pero con gozosas variantes escritas por Ana María Boudeguer, bien acompañados los famosos personajes por una espléndida puesta en escena de Quim Capdevila: ágil, divertida, con música cautivadora y canciones no solo encantadoras, sino además con algo que usualmente los musicales de última generación no tienen: un tema inicial que se desliza por toda la función y se repite al final. Un estilo clásico que se agradece.

 

Caperucita y un hada del bosque, Anabel García y Vanesa Bravo en uno de los números inolvidables de una producción muy gratificante.

 

A lo largo del espectáculo se canta y baila en torno a Un bosque mágico por donde hay adultos que temen que a Caperucita le pase algo allí donde anidan los lobos. Lo que ningún adulto sabe es que nada le puede pasar porque su inocencia no sólo no es muestra de debilidad sino que le sirve de coraza, así como sus habilidades e ingenio serán capaces de burlar a un lobo que quiere ser feroz pero no sabe ni puede.

Feliz recorrido hasta llegar a un final de buena resolución musical, escénicamente tan logrado como todo lo demás, con una escenografía funcional e imaginativa sobre la que desfilan seis intérpretes muy dotados para el teatro musical con hermosas voces y notables interpretaciones, entre todos destacan especialmente Anabel García (dulce y traviesa Caperucita), Felipe Ansola (brillantísimo «lobito en un bosque pequeñito muy bonito»; un actor de gran talento que compagina esta función con la gira de 24 horas en la vida de una mujer), Vanesa Bravo (muy acertada en el papel de la madre viuda, y más aún cuando se compone a una muy graciosa hada que la niña encuentra en el bosque), y Marta Malone que, en el papel de la abuelita, brinda una larga escena muy divertida.

Más de 25 películas (entre cortometrajes y largos de animación) han seguido de cerca los peligros de la protagonista, incluidas realizaciones para adultos dentro del género fantástico, como la muy aplaudida En compañía de lobos, de Neil Jordan, de 1984; y hay también un interés extra en fervores literarios como el que se dio en lo que ya es un clásico de la literatura salvadoreña del siglo XX, Premio Casa de las Américas, La Habana, Cuba, 1977: Caperucita en la zona roja, de Manlio Argueta.

En este musical lleno de aciertos —muy bien dirigido por Quim Capdevila, estupendo actor de amplia experiencia (Un espíritu burlón)— se rinde tributo a la alegría y la imaginación capaces de derribar toda clase de temores: nadie come a nadie y todos se unen para derribar al temible lobo feroz… que en realidad es muy tonto y resulta incapaz de llegar a dañar a gente tan maja como Caperucita y su abuelita.

El equipo de producción ha dado en la diana con un nivel de calidad óptimo que interesa a todas las edades amantes de los musicales. Nadie quedará defraudado. Todos saldrán tarareando la canción principal, deseando volver a esta valiente casa  Sanpol donde el teatro se toma muy en serio, partiendo de la base que el público familiar merece lo mejor, como el formidable vestuario de Denitza Deneva o la iluminación del maestro Nicolás Fischtel, atentos a todos los detalles para conseguir la imprescindible armonía en un mundo donde la existencia no se entiende si no es… cantando.

 

CAPERUCITA ROJA, el musical

Versión de Ana María Boudeguer, sobre el original de los Hermanos Grimm
Composición y dirección musical Jaume Carreras
Letras de Julio Jaime Fischtel y Jaume Carreras
Dirección Quim Capdevila
Asistente de dirección Enrique Lestón
Intérpretes: Anabel García (foto), Vanesa Bravo, Joselu López, Felipe Ansola, Miguel Cazorla, Marta Malone

Diseño de iluminación Nicolás Fischtel
Espacio escénico e imágenes Chechu García
Coreografía Víctor Ramos
Diseño de vestuario y realización Denitza Deneva
Fotografías Emilio Tenorio
Producción Natasha Fischtel
Prensa Desde mi Butaca – Carlos Rivera
Teatro Sanpol, Madrid. 

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