Las diez películas de Guillermo del Toro

Por Iván Uriel
La forma del agua es la nueva y deslumbrante cinta de Guillermo del Toro, su décima entrega fílmica en las más de 2 décadas en que ha sorprendido a la industria y al arte cinematográfico. Ganadora del León de Venecia a Mejor Película, esta bella estampa impregna a la audiencia de la macabra belleza que cautiva, invita y caracteriza a su director. La forma del agua es una obra maestra definitiva en el canon del realizador mexicano, quien desde Cronos, estrenada en 1993, confirmó lo que sus años previos en proyectos televisivos anunciaba, la llegada de una nueva luz en el panorama del cine mexicano y el arribo de un genio creador de un propio mundo en el cinema universal.
A la vera de sus próximos proyectos, entre los que aún deseamos pueda consolidarse En las montañas de la locura (At The Mountain of Madness), la novela escrita por H. P. Lovercraft y que tendría en el imaginario la icónica unión de James Cameron como productor y Tom Cruise como protagonista.
Guillermo del Toro se ha convertido en un estandarte del cine de autor, capaz de crear una atmósfera que resulta familiar al espectador acorde a sus elementos característicos, y a su vez, innovadora por la forma en que cada uno de ellos aparece, emerge o se transforma, sea desde el ámbito narrativo o desde el ámbito visual, en todas sus películas.
Trasladar aspectos históricos en interpretativos como la historiografía, interrelacionar la realidad con la fantasía, presentar el discernimiento como un momento crucial del ser humano, la dualidad como una cualidad intrínseca en sus personajes, así como plasmar distintas formas de amar, son sellos acerados de su cine. A continuación figuramos un repaso cronológico a través las 10 formas del cinema en Del Toro, quien tras su triunfo en el prestigioso festival italiano antecede un recorrido que en el fluir de La forma del agua, augura al devenir una pléyade continúa de reconocimientos y premios para uno de los más genuinos, creativos y visionarios directores del cine posmoderno.
 
10. Cronos 1993 Tiempo
Ópera prima del director, la también conocida como La invención de Cronos, es una película enigmática y sugerente que sitúa su propuesta cinematográfica en el panorama del entonces denominado nuevo cine mexicano. Cronos revoluciona la narrativa latinoamericana desde las imágenes en movimiento que al mecanismo de engranes de reloj, única forma en que el ser humano encapsula el tiempo continuo sin detenerlo y sólo medirlo, propone una concepción borgiana del espacio-tiempo, explora las posibilidades creativas desde el mito hacia la inmortalidad y la aspiración del ser humano por suspender al espacio el tiempo de la vida y prolongarlo en la eternidad.
La invención como un proceso creativo y manipulador de la existencia, cohabita con la vampiresca tendencia que otorga un poder energético a la sangre, que en su fluir genera, multiplica y rejuvenece, que es mocedad y muerte, que es tiempo y vida. Guillermo del Toro recorre 5 siglos acompasados por las patas de una araña que encapsula los años, información y memoria. Federico Luppi logra la inmortalidad de Cronos desde su interpretación puntual, pausada y aguda, junto a un reparto que incluye, entre otros, a Claudio Brook, Margarita Isabel, Mario Iván Martínez y a Daniel Giménez Cacho, quien ofrece una extraordinaria actuación. La alquimia y el arte se funden en la mecánica del artefacto que a su vez articula la tecnología con los insectos, elementos recurrentes en la obra posterior del director jalisciense.
 
9. Mimic (Mimic) 1997 Integumento
Mimic es la primera incursión de del Toro en Hollywood y su primera cinta desde que Cronos irrumpiera el panorama cinematográfico mexicano. En esta cinta, el director hace una declaratoria a modo de ratificación de que, amén de los monstruos, fantasmas, espectros, hadas, seres mágicos y robots, los insectos serían un sello peculiar de su propuesta narrativa y visual, especialmente al inicio de su trayectoria. Un despliegue dinámico de efectos visuales y secuencias de acción, confieren a la trama veracidad y cuestionamientos sobre qué hacer ante una epidemia propagada por insectos comunes que adquieren un virus sui géneris extendido en una de las ciudades más populosas del mundo, Nueva York, y que ataca principalmente a la infancia, generando una alerta mundial que deviene en esfuerzos de investigación para detenerlo.
Adaptada del relato “Mímica”, de Donald A. Wollheim, Mimic ofrece una aproximación literaria a la metáfora argumental de Metamorfosis de Franz Kafka, donde los insectos pueden mimetizarse incluso con los humanos o los humanos transformarse en insectos ante el vacío, la incertidumbre o la monotonía, algo que David Cronenberg lograría desde un enfoque más científico, donde con maestría refleja la manipulación de la natura para la transportación de moléculas y que concluye accidentalmente en la metamorfosis de especies en su remake de La mosca, de 1986.
Guillermo Del Toro sitúa la enfermedad que contagia y una investigación que busca la cura que sane, como dos procesos simultáneos donde el segundo culmina primero e incrementa los alcances del primero. En su intervención los doctores generan, desde la manipulación genética de una cepa, un insecto que combate a las cucarachas que han derivado en el contagio y con ello salvan a la humanidad del virus en una combinación de suspenso, terror y supervivencia que hacen de Mimic una experiencia sensitiva por demás terrorífica.
No obstante los progresos en sus investigaciones, los científicos interpretados por Mira Sorvino, J. Northam, F. Abraham Murray y un Josh Brolin energético en su regreso al cine, no contemplan que el Mimic pudiera sobrepasar los alcances de la ciencia y alcanzar dimensiones gigantescas, habilidades camaleónicas y hacer suya la ciudad como un habitante subterráneo y sobre el suelo. El integumento de los insectos, los límites y alcances de la evolución, el presupuesto del superhombre que caracteriza la modernidad y las resoluciones especializadas y divergentes de la posmodernidad, se aprestan al mito de la autodestrucción de la humanidad ante la natura que muta y la acción humana que manipula.
 
8. El espinazo del Diablo (The Devil’s Blackbone) 2001 Maldad
La guerra civil española (1936-1939) se presenta por vez primera en la filmografía de Del Toro como una palestra donde las emociones humanas alcanzan el límite del dolor y la desesperanza. También, a mi parecer, es la primera cinta de Del Toro que hace de su narrativa una poesía épica, donde los elementos característicos del director se plasman con total naturalidad. En esta producción de Pedro Almodóvar y hermanos, encontramos dos dimensiones, el contexto histórico de la guerra y la circunstancia de la inocencia ante ella.
Los fantasmas y apariciones, así como los momentos de confrontación que definen el inicio y el final de la trama, coadyuvan al discernimiento que bifurca los senderos que los personajes deben alcanzar para sobrevivir no sólo la orfandad, sino al ataque de la milicia por ideologías que ellos desconocen. Las criaturas del horror representan símbolos que confrontan a los personajes con la otredad, la maldad y la bondad intrínsecas en el universo de las posibilidades, el mito en diferentes acepciones y los artefactos u objetos como símbolos. Pero el espinazo, más que un hueso de la maldad o un referente de territorio, es en realidad la búsqueda de un refugio republicano ante las cientos de muertes ocasionadas por el franquismo durante la guerra, en donde los huérfanos sobrevivientes entre los niños abandonados y vulnerables aguardan la justicia y el descubrimiento de secretos inconfesables.
El dolor de la guerra se muestra desde sus consecuencias, la dualidad de un conflicto fraticida argumenta la ausente incomprensión y la crueldad ante la violencia y el poder. Un elenco de primera línea integrado por Federico Luppi, frecuente en las primeras cintas de Del Toro, Marisa Paredes, Irene Visedo y Eduardo Noriega, en la suma integran el grupo de profesores y trabajadores del orfanato que será refugio y protección ante la amenaza de muerte que se aproxima con la dictadura, y los dejos del fantasma que les confiere revelar los deseos que las paredes guardan.
 
7. Blade 2 (Blade II) 2002 Amistad
Secuela de la cinta Blade, de 1998, dirigida por Sthepen Norrington, Blade 2 ofrece, a diferencia de su antecesora, una visión de autor que convierte a una cinta de cómic convencional en una propuesta narrativa de mayor profundidad filosófica. La sangre como alimento, la necesidad de beberla y la necesidad del ser humano por tenerla generan una diatriba por demás interesante que sostiene la ética del híbrido protagonista, mitad humano, mitad vampiro e interpretado por Wesley Snipes, en su afán vocativo por combatir a una cepa de vampiros que atentan no sólo con ambas especies (si pudieran así denominarse en diferencia). Guillermo del Toro plantea dos elementos clave, la amistad en la búsqueda casi apostolar por su amigo Whistler, aunado al compañerismo encarnado en el personaje de Scud, y la definición como un componente ineludible del desenlace, es decir, los personajes toman decisiones pero hay un destino que los alcanza al tomarlas.
La sangre como elemento y el ímpetu monstruoso por alimentarse de ella remite al origen del mito de los vampiros, una visión que debate el presupuesto literario del siglo XIX en la creación de vida por el hombre que encumbraran Mary Shelley y Bram Stoker, y logra que la visión originaria del mito como relato actualice una visión posmoderna del cambio de milenio que apela la urgencia ética del deber ser.
 
6. Hellboy, la Semilla de la Destrucción (Hellboy) 2004 Dualidad
Sembrar el mal y cosechar el bien resultaría una suma de factores cuyo resultado pareciera imposible o de origen perverso, irreversible, incomprensible a la luz de la ética y del bien como propósito. Hellboy narra la historia de una siembra de mal que cosecha bien debido a la circunstancia, al contexto, al azar y a una suma de situaciones que derivan en la formación de un superhéroe diferente, genuino, que lo mismo es un adulto cercano a la tercera edad que un rebelde sin causa dubitando entre la adolescencia y la juventud. Guillermo del Toro hace de su trabajo en Blade 2, un pasaje portentoso de tonos oscuros que en Hellboy dará un color cobrizo a su pasaje por los cómics. Si alguna historieta hubiera estado elaborada para que el director mexicano pudiera ofrecer una visión de dos dimensiones, la cual habita en prácticamente toda su obra, esa es Hellboy, donde su protagonista no envejece y debe adaptarse al paso de la historia.
Ron Perlman, actor fetiche de Del Toro en sus inicios, se suma al consagrado John Hurt y a Selma Blair para dar vida al cruce de pasajes mágicos que separan el tiempo real y el fantástico de la historia y que construye portales entre el  mal y el bien como dos mundos opuestos pero incluyentes, en los que cohabitan seres mágicos y seres humanos. De esta manera, ante la guerra y la desaparición de la humanidad como el cometido dicotómico de la ciencia vertida en la hechicería, Hellboy, fruto de la creación del ejército del mal en plena segunda guerra mundial, revisita una confrontación de quien está destinado hacia la destrucción y culmina siendo un paladín de la justicia sin proponérselo más allá del apego. Una dualidad clave que se suma a la concatenación de pareos, despliega una confabulación que coloca en diferentes planos las dudas existenciales sobre la secrecía de la identidad, lo público y lo privado como ámbitos, ser y no ser parte de dos mundos y al mismo tiempo cobijarlos, así como atender a una vocación contraria para lo que se fue creado, hacer el mal y terminar haciendo el bien.
 
5. El laberinto del fauno (Pan’s Labyrinth) 2006 Mandrágora
Obra maestra de la cinematografía de la primera década del siglo XXI, El laberinto del fauno alcanzo un reconocimiento casi unánime desde su realización; recibió el Premio BAFTA a Mejor Película de Habla No Inglesa y fue nominada a Mejor Película Extranjera representando a México en los premios Óscar con varias nominaciones, de las cuales ganó tres, incluyendo sendos galardones para artistas mexicanos como Eugenio Caballero en el arte y Guillermo Navarro en la fotografía. Guillermo del Toro, quien fue nominado en Mejor Guión Original, deja alma, corazón y poesía en esta bella cinta, también ambientada en la guerra civil española. Ivana Baquero como Ofelia, Sergi López como El Capitán y Maribel Verdú como Mercedes, ofrecen un trinomio de extraordinarias actuaciones que generan lo mismo empatía, como Sofía, que repulsión, como El Capitán, atendiendo a las intenciones de sus motivos.
Guillermo del Toro se adentra en la estructura narrativa en dos planos que, aunada a su trama emocional, presenta la crítica y la denuncia de la guerra pero también rebasa el presupuesto histórico para delatar el abuso femenino, el abuso infantil, la ambición, la tragedia de las luchas fraticidas, las consecuencias de los conflictos entre bandos, la no victoria en la guerra y la imaginación como un escape de la realidad. La banda sonora de Javier Navarrete es una melancólica, sentida y armónica compañía que acompasa los recovecos que Ofelia explora por los confines de la fantasía por los que sigue su paso entre las persecuciones de republicanos por el franquismo que extermina los últimos suspiros de sublevaciones, y su nueva vida en un poblado norteño de España. El portal, elemento indispensable en el imaginario de Del Toro, permitirá que Ofelia dé sentido a los cuentos que le apasionan y acuda a vivir su propia fábula de princesas, seres mágicos e inmortalidad, que acuerdan el anhelo de habitar el mundo de los humanos, cuando ella, quizá, quiere habitar el mundo de la fantasía, esa misma que la fábula del director mexicano presenta con angustia, dolor y esperanza.
Bajo la cueva de la curiosidad, Ofelia encuentra a un fauno que será su propio puente con el mundo de las hadas, la magia, la inmortalidad y la muerte de su padre, y en la ilusión por habitar ese lugar de encuentro accede a la tercia de pruebas que le solicita el fauno, interpretado por Doug Jones en una coreográfica actuación sinfónica de quien será a la postre el actor fetiche de Del Toro, como Andy Serkis lo es para Peter Jackson.
Cada una de las pruebas conjuga un riesgo como riesgo que clandestinamente corren al armar a la resistencia sus conocidos, quienes después serán una especie de amigos al exilio de la rebeldía. Y mientras el resistir es un elemento de resiliencia, la madre de Ofelia vive su propio rosario de dolores al estar embarazada del Capitán y no valer para él nada más que el vientre donde se anida el bebé que viene en camino. Es la maldad del Capitán un elemento revulsivo en la percepción de Ofelia, que contrasta con su inocencia, bondad e ilusiones; y es la tiranía de su causa beligerante la que contrasta con los anhelos de libertad de los republicanos. Dos dimensiones, dos mundos, dos desenlaces, la vida y la muerte como únicas posibilidades determinadas por la guerra, conforman el ambiente decorado por árboles, llanuras y nubes oscuras de soles donde Ofelia busca la vida al procurarla en el cuidado de una raíz de mandrágora que semeja la enfermedad y su cura,  una acción que provoca dolor y que genera la acción de sanar la herida.
Todos los elementos que dan forma al cine de Guillermo del Toro aparecen en El laberinto del fauno de la mejor forma posible: el relato que une la fantasía con la realidad, la historia y la leyenda, la cueva de Platón, los laberintos de Borges, sus entradas y sus salidas, los insectos y los monstruos, la naturaleza y el artificio, el fauno y el jengibre, las hadas y los portales que separan dos mundos y los unen así, tal como sucede con los seres humanos y sus ideologías, tal y como el mundo de la realidad imagina portales que hacen posible la realización de los sueños.
 
4. Hellboy 2: El ejército dorado (Hellboy 2: The Golden Army) 2008 Guerra
A diferencia de la primera entrega de Hellboy, Hellboy 2 muestra una aproximación más íntima del personaje hacia los mundos que habita; sea de forma sobrenatural, pluridimensional o asumir la responsabilidad de una identidad oculta o de un heroísmo anónimo en un mundo pero reconocido en otro, Hellboy recuerda y anida los recuerdos de navidades en la compañía de su padre, el Dr. Trevor Broom (John Hurt). Entre esos recuerdos que atesora el sentimiento receloso, rebelde, pero siempre enternecedor de su protagonista, Hellboy tiene presente el relato del ejército dorado, una leyenda o suceso real que atestiguó una guerra entre seres mágicos y humanos derivada de los portales como puentes que unen y separan ambas dimensiones a causa de la ambición, avaricia y codicia de la humanidad ávida de conquista, poder y dominio.
En lo que pudiera considerarse una cinta con tintes políticos, Del Toro explora la guerra, la tregua, los acuerdos y desacuerdos de facciones, al tiempo que da cuenta del amor y del sentido de la vida. La profundidad de la reflexión en Hellboy 2 envuelve al personaje, Abe Sapiens, a quien Doug Jones da vida con una actuación de movimientos sugerentes al arte cual mimo, y a partir de él crea una atmósfera de introspección filial y fraterna que interrelaciona el amor como una motivación que el propio Hellboy experimentará desde su deseo de formar un hogar, construir una casa y ser el resguardo de sus gemelos. El retiro de sus labores como agente, la incertidumbre de sus actividades y los anhelos por abrazar la vida como un ser común, por no decir normal, dejan abierta la conclusión como una irrealizable fantasía de la realidad, pues los portales dimensionales estarán también abiertos y su participación sería imprescindible para el devenir de la humanidad.
 
3. Titanes del Pacífico (Pacific Rim) 2013 Océano
Impactante, gigantesca, espectacular, Titanes del Pacífico es la apuesta más arriesgada de Guillermo del Toro que ha sido hasta el momento cristalizada, un presupuesto descomunal y un despliegue de efectos especiales que sacudió la taquilla del mercado asiático y del pacífico mismo. Nuevamente, un portal interdimensional permite que en los albores de la tercera década del siglo XXI, dos especies puedan unirse en desagravio, y por ese portal la población de las ciudades más grandes del Pacífico, San Francisco, Santiago, Tokio, ven caer sus edificios, construcciones, puentes, vía las garras de colosales monstruos (Kaijus) que, gigantes, destruyen todo a su paso.
Para combatir a estos descomunales seres, es preciso desarrollar puentes que no unan dimensiones sino la mente de dos pilotos que, unidos de forma sensorial desde su cerebro, puedan conducir a semejanza de movimiento a titanes humanoides hechos de acero y otros materiales, que harán las veces del ejército que defenderá a la Tierra, como lo han hecho en el pasado, acorde a la trama, de los diversos monstruos. Estos titanes que defenderán las huestes del pacífico son denominados jaegers, y para preparar una nueva generación de pilotos y afrontar cada batalla de la guerra, Idris Elba, como oficial en jefe, entrenará a distintas parejas que comulguen con la sensorial conexión que fortalezca las potencialidades de los titanes.
Charlie Hunnam (Raleigh) y Rinko Kikuchi (Mako) enfrentarán sus propios demonios, atrapados en los recuerdos de las pérdidas en las batallas pasadas en el primero, y en los recuerdos dolosos de la infancia en la segunda. El heroísmo exacerbado en la dicotomía del fracaso y el éxito, del temor y la valentía, brinda una fortaleza descriptiva al guión que el propio Del Toro coescribe con Travis Beacham.
Titanes del Pacífico es una de las películas originales más espectaculares de la ciencia ficción de la presente década; épica, audaz, dinámica y emotiva, demuestra el manejo que el director puede tener de un alto presupuesto para plasmar su imaginario en el cinema y no sólo entretener sino impactar a las distintas audiencias del mundo, cimentando una expectativa desde su anuncio y difusión de sus teasers, hasta el estreno de la película, en medio de un verano dominado por las cintas de superhéroes.
Gracias al impacto de Titanes del Pacifico, que marcó el regreso de Del Toro al cine tras varios años de cabildear proyectos personales como At The Mountain Of Madness o abandonar la trilogía del Hobbit que terminó produciendo en favor de Peter Jackson, tenemos esperanza de que sus proyectos anhelados puedan ser realidades. Y en ese mismo tenor, la comprobación de que muchos otros personajes representados por gigantes de acero pueden llegar al cine de la mano de la experiencia creativa que significó la realización de esta película que como su abismo profiere, tiene como escenario a las ciudades asentadas en el más colosal de los océanos, el que por ironía de tormentas, temblores y tsunamis, de vastedad, profundidad e intimidante soledad, ha sido denominado en atención de un adjetivo de cualidad: Pacífico.
 
2. La cumbre Escarlata (Crimson Peak) 2015 Ambición
Mia Wasikowska, Tom Hiddleston y Charlie Hunnan protagonizan este triángulo espectral, coescrito por el mismo Del Toro y Matthew Robbins y que aborda la fantasmagórica misiva que a modo de advertencia, da cuenta de la arcilla y los jales donde ésta se encuentra o se vislumbra. El fantasma de la madre de Edith (Wasikowska) acude a visitarla en la desfigurada aparición lúgubre que atiende al devenir de su hija con un entorno de sucesos que al futuro le configuran. El director ganador del premio Ariel, asienta las bases de la expectativa en la imaginación de quien anhela por una parte ser escritora, y por otra, afronta el desengaño como premisa de la vivencia que relatará tras su experiencia paranormal como guía.
La cumbre escarlata entrelaza la habilidad del director para manejar los engaños y secuencias del suspenso, que se atienen a su influencia directa de Alfred Hithcock y Francois Truffaut; con la transformación de los fantasmas ante los descubrimientos que la protagonista confirma poco a poco, el fantasma negro es ahora una cofradía de espectros escarlatas como escarlata es la arcilla que ante la nieve baña el blanco de rojo. Ilusión, ambición, incesto, tradición, engaño, espejismos, apariciones y una extraña infusión de la culpa como condena, conforman un serial de acciones continuas que convergen en el color del dolor y de la tierra. No obstante la tragedia de la trama, Del Toro presenta una alternativa redentora del fantasma en la libertad del personaje principal, y a la vez la delegación cual herencia de una pena que se sienta a tocar el piano por la eternidad, o hasta que alguien más pose sus pasos en el rojo de la arcilla que baña de sangre la nieve al invierno.
1. La forma del agua (The Shape of Water) 2017 Amor
Si El laberinto del fauno y Cronos son consideradas obras maestras y fundacionales de la filmografía de Guillermo del Toro, La forma del agua pudiera no sólo sumarse sino, a juicio de la audiencia, de la crítica y sobre todo del tiempo, incluso superar a las anteriores como una obra cumbre en la trayectoria del también autor de diversas novelas y libros sobre cine. Y es que La forma del agua es una película que conjuga un guión bellamente trazado en sus secuencias por Del Toro junto a Vanessa Taylor y la profundidad de sus reflexiones como si fuesen soliloquios en diálogo.
Película sin par situada en la guerra fría y en los avances científicos y tecnológicos que se desarrollaron tras el fin de la segunda guerra mundial, La forma del agua narra una historia íntima que pudiera resultar la simple historia de amor tras un encuentro fortuito, y que sin embargo, es la compleja manifestación de los sentimientos del corazón que, de tanto sentir, no sabe cómo cualificar las intensidades. Tal como las primeras historias televisivas del director rememoran la inocencia de una niña que se adentra en las profundidades de la superficie y sus habitantes, que topa monstruos ante el horror y ante la inocencia, y que permite una relación de amistad y anhelos que fenecen en la eternidad como presenta El laberinto del fauno, es La bella y la bestia de Jean Cocteau la que viene a mi recuerdo al presenciar La forma del agua y sentir en la conexión de los personajes el fluir de una relación pluridimensional entre dos seres.
En La forma del agua fluye una relación de amor imposible en la posibilidad de serlo, una historia de amor entre dos seres vulnerables que contrastan la invisibilidad con la visibilidad y el alarido contenido con la mudez de las palabras que no pueden expresarse mas sí sentirse en la caricia. Sally Hawkins logra una actuación extraordinaria que bien cimienta su multifacética trayectoria y que alcanza matices oníricos, acompañados por las actuaciones igualmente soberbias de Michael Shannon, Octavia Spencer, Richard Jenkins y una vez más, Doug Jones, quien da vida a la criatura en esta propuesta fílmica que, tal como hemos enunciado anteriormente, revisita el debate teórico entre el romanticismo, el positivismo, la guerra y la paz, el avance dual de la ciencia y la tecnología, la modernidad y la posmodernidad en todas sus dimensiones narrativas y filosóficas desde el séptimo arte.
Producto de un experimento, la criatura anfibia vive respirando al aire las aguas del estanque que habita al interior de un laboratorio gubernamental, y es Elisa (Hawkins) quien como conserje le conoce y se atreve a descubrirle en la conversación que no es posible mediante la voz de la que carece pero sí a través de la sensibilidad que desborda; lo demás es una trama de persecución que devela algunos de los peores y mejores sentimientos y avatares de la condición humana, el odio y la ambición, el amor y la compasión, y que abre una pregunta generadora sobre los límites del ser humano ante sus acciones, y del ser humano ante su capacidad de sentir y abrazar los sentidos sin el prejuicio. Alexandre Desplat compone la banda sonora, bellamente fotografiada en la imagen por Dan Lautsen, y Guillermo del Toro despliega un climático arcoíris de claroscuros temáticos que van de la ciencia ficción a la fantasía, de la fantasía al drama, del drama al thriller y del thriller al suspenso, para volver la trama hacia los acontecimientos históricos y a la imaginación de un amor que es libre porque se ama.
Fuente: Pijama Surf
 
 

 

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