Call Me By Your Name (Llámame por tu nombre) (2017), de Luca Guadagnino

Por Jaime Fa de Lucas.
Call Me By Your Name es una de las mejores películas de 2017. Eso es indiscutible. Dudo mucho que pueda haber alguien al que no le haya gustado. La película desarrolla a fuego lento un romance veraniego entre un hombre y un adolescente en el norte de Italia. Luca Guadagnino pone sobre la mesa una serie de elementos que pueden satisfacer desde al más exigente de los espectadores hasta al menos cinéfilo. Accesible, cercana, cuidadosa, cálida, desatando el poder de lo carnal y el deseo, reflexionando sobre el paso del tiempo y la sociedad… Un plato sabroso para todos los gustos.

Dentro de esas teclas universales que toca, uno de los aspectos más notables es que consigue que cualquier espectador, independientemente de su orientación sexual, quiera haber vivido ese verano junto a los dos protagonistas. Guadagnino alcanza una dimensión sensual y sentimental que traspasa las barreras de género, hasta el punto de que no se trata de una relación  homosexual entre dos personas, sino del deseo y el amor en su estado más puro. Así, el tratamiento inteligente y sensible que recibe la historia la hace tan universal que logra trascender toda etiqueta que la pueda encasillar en una categoría como podría ser la de cine LGBT o cine para el colectivo gay.

Esa sensación de que es una película sobre amor y deseo más que sobre homosexualidad está relacionada de forma bastante compleja con las ideas de Heráclito. La frase ”llámame por tu nombre”, que a priori funcionaría como metáfora poética para expresar que su relación es tan poderosa que prácticamente son la misma persona, tiene una dimensión más profunda de lo que podría parecer. Cabe mencionar que todas las letras del nombre “Elio” están contenidas en “Oliver”. La idea base es que la realidad es contradictoria por naturaleza, parafraseando al propio Heráclito: un río es siempre el mismo, pero sus aguas son siempre diferentes. A nivel superficial podríamos decir que Elio y Oliver son individuos diferentes, cada uno en su etapa de la vida, pero a la vez son lo mismo. No obstante, si ampliamos la perspectiva, se podría decir que lo que les hace iguales es su deseo. Así, el deseo es el río y los individuos son las aguas que fluyen por él. De ahí que lo importante sea la manifestación pasional e irracional de un sentimiento, algo que siempre existirá, y no la percepción de que es una orientación sexual determinada, que en el fondo es un detalle que no tiene tanta importancia.

Esta idea también aparece muy marcada en relación con el paso del tiempo. Otra referencia bastante clara son las notas de Oliver que saca Elio de un libro de Heráclito y que vienen a decir: “el significado de que el río fluye no es que todo cambia y por eso no podemos encontrar las mismas cosas dos veces, sino que algunas cosas sólo son lo mismo porque cambian”. Aquí se juega al despiste voluntariamente. Lo importante de la historia no es que Elio y Oliver no se vuelvan a encontrar, sino que el deseo va a seguir existiendo independientemente de las personas que lo experimenten. La homosexualidad tan sólo es una manifestación del deseo, una variación que hace que el deseo siga siendo lo mismo.

Por lo general, la reflexión sobre el paso del tiempo y los cambios está muy presente en Call Me By Your Name. Cuando Elio está tocando el piano, a Oliver le gusta más Bach sin alteraciones, mientras que Elio intenta innovar haciendo como si Liszt tocara Bach. También aparecen imágenes de esculturas, que son vistas como sensualidad congelada en el tiempo, y que conectan esa idea de deseo con el pasado, mostrando que ha existido toda la vida. Habría que mencionar la escena en la que Oliver coge un brazo amputado de una escultura y  hace como si le diera la mano a Elio, algo que representa al pasado saludando al presente.

En este sentido, para quitarse el sombrero es la escena con el monumento de la 1ª Guerra Mundial, sin duda alguna la mejor de la película y quizá de las mejores de la historia del cine. Guadagnino demuestra una inteligencia visual, espacial y simbólica inconmensurable. A los dos protagonistas les separa una estatua que homenajea a las víctimas de la 1ª Guerra Mundial. La rodean cada uno por su lado y al final se juntan. Oliver entra a una tienda y Elio se queda mirando a una iglesia. Oliver vuelve y tras algunas insinuaciones sobre sus deseos homosexuales, Oliver acaba diciendo que no se puede hablar de eso. Toda esa escena refleja el paso del tiempo a escala global, de la humanidad, y cómo históricamente los homosexuales no han podido expresarse ni actuar como deseaban. Guadagnino lanza un dardo a la supuesta evolución de la humanidad, pues después de tantas guerras y conflictos, todavía hay rechazo y gente que no puede ser libre. La iglesia en la que fija la mirada Elio acentúa ese peso de la tradición que impide ser libre; la iglesia funciona como elemento abrumador –algo que refleja la grandiosidad del edificio y ese plano contrapicado que multiplica su inmensidad–.

En definitiva, Guadagnino da una especie de antídoto para que la homosexualidad sea más aceptada en la sociedad, pero no lo hace reafirmándola sino abstrayendo lo que la conforma. Es decir, tanto la heterosexualidad como la homosexualidad son en esencia deseo, pasión, amor… La orientación sexual no es más que una categoría que establece la mente; los sentimientos pasionales son universales y eternos. Esta idea se ve reflejada por el nombre de Elio, que hace referencia al sol, que a su vez representa al fuego. Heráclito creía que todo estaba compuesto en esencia de fuego. Si trasladamos esto a lo que aparece en pantalla, en resumen, todo es fuego, pasión, deseo. Esto también queda patente en la escena final en la que Elio se queda llorando frente al fuego de la chimenea y al fondo vemos la nieve caer. La nieve como representación de lo opuesto, la frialdad social y la rigidez mental que categorizan en orientaciones sexuales lo que en esencia es algo pasional y físico, que es lo que hace que Elio y Oliver no puedan estar juntos.

Es posible que Call Me By Your Name pueda resultar excesivamente idílica, pues los personajes saben de todo, hablan idiomas, escriben libros, tocan instrumentos, son superprogresistas… No obstante, los actores, especialmente Timothée Chalamet, están impecables y consiguen una naturalidad que equilibra al relato. A su favor también hay que decir que suele renunciar a los efectismos rocambolescos sin dejar por ello de impactar a nivel emotivo. Además presta mucha atención a los detalles y evita ir al grano de forma evidente. Y la banda sonora es magnífica.
*No quiero dejar sin destacar el ojo tan bueno que tiene Guadagnino para los detalles y para solapar forma y contenido. Por ejemplo: al principio de la película apenas vemos un primer plano de Oliver. Esto ayuda a transmitir ese desarrollo gradual del vínculo entre los dos protagonistas. Otro ejemplo es la escena en la que se dicen “llámame por tu nombre”: ahí vemos a los dos protagonistas tumbados en la cama y el plano está al revés. De esta manera, Guadagnino refleja visualmente ese cambio de nombre y al mismo tiempo da un giro al plano arquetípico del cine romántico, algo que encaja con la idea de la película.

5 thoughts on “Call Me By Your Name (Llámame por tu nombre) (2017), de Luca Guadagnino

  • el 3 febrero, 2018 a las 5:36 am
    Permalink

    Una reflexión súper acertada, en la película los silencios, la tensión y la interpretación de los personajes deja muy al aire cosas que pueden ser quizá obviadas para el espectador medio pero sin duda coincido en tu visión y cómo has descrito tan metafóricamente todo aquello que como decía se queda en el aire en la película.
    Únicamente en la frase «La homosexualidad tan sólo es una manifestación del deseo, una variación que hace que el deseo siga siendo lo mismo.» en cuanto a variación si estás queriendo expresar la variación de la homosexualidad respecto a la heterosexualidad no puedo estar más en desacuerdo y dudo mucho que ese sea el enfoque del film.
    En todo lo demás, brillante bajo mi humilde opinión.

    Respuesta
  • el 7 febrero, 2018 a las 1:05 pm
    Permalink

    Hola Manuel.
    Gracias por los comentarios positivos.
    Quizá me haya expresado mal, con lo de «variación» me refería a que es una variación del deseo, el amor, etc. Tanto la heterosexualidad como la homosexualidad (cualquier manifestación sexual) son «variaciones» del deseo, la pasión, etc. O si lo prefieres, «manifestaciones» distintas. La idea principal de la película es que lo esencial es el fuego, la pasión, el deseo, el amor, independientemente de la orientación sexual.
    Un saludo.

    Respuesta
  • el 11 febrero, 2018 a las 6:23 pm
    Permalink

    Muy de acuerdo con su análisis. Pero para mi la (grandiosa) escena que cita del monumento a la IGM adquiere un significado más amplio: para mi en todo el fondo de la película subyace la idea de desde el origen de la cultura europea (griegos) esa sensualidad por lo masculino se veía como algo natural y sin embargo parece ser algo no resuelto aún por nuestra civilización/sociedad y lo contrapone con cuestiones a priori más difíciles de superarse y q si lo ha hecho Europa: la guerra mundial (contrapone ese monumento con la naturalidad con q hoy franceses italianos y alemanes conviven), la iglesia y el socialismo (cuyos símbolos incluye en la misma secuencia q cita) o como hasta ya se pueden tomar a sorna algo superado cómo es a Mussolini (secuencia en que bromean sobre el retrato del Duce).
    Esta secuencia q menciona concentra de manera magistral todas estas ideas y de ahí q coincida en su maestría
    Un saludo

    Respuesta
  • el 12 febrero, 2018 a las 3:43 pm
    Permalink

    Hola Wallias.
    Muchas gracias por ampliar el análisis. Me parece muy interesante y totalmente acertado.
    Un saludo

    Respuesta
  • Pingback: El hilo invisible (2017), de Paul Thomas Anderson | Culturamas, la revista de información cultural

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *