Los libros, los cómics

@magapola

Seguro que cuando se celebró por primera vez el Día del Libro el 7 de octubre de 1926 y cuatro años después ya el 23 de abril, nadie tenía en mente que cupieran los cómics. Sin embargo, el libro es un formato en el que no cabe duda que el cómic se siente muy cómodo. Y cómo cualquier excusa es buena para hablar de este noble arte y, de paso, hacer un pequeño homenaje al gran Forges, aquí va una pequeña lista de los seleccionados para este día por cada una de las personalidades colaboradoras de esta sección.

 
Dale al play.
 
Por Haizea Ustaran

Crecer es un mito, de Sarah Andersen, conocida como Sarah’s Scribbles por sus seguidores, empezó publicando en redes sociales sus entrañables y divertidas ilustraciones hasta que, en 2016, publicó su primer libro. En sus viñetas, ella misma es la protagonista y trata temas cotidianos, siempre desde el humor y la ironía.

 

I zombie, de Chris Roberson y Michael Allred, publicado por Vertigo de DC Comics, en 2010. Cuenta la historia de Gwen, una chica zombie, con un aspecto aparentemente normal, pero que necesita comer cerebros una vez al mes para evitar convertirse en un zombie total. Como ayudante del forense tiene acceso a miles de cerebros pero, cada vez que come uno, obtiene parte de los recuerdos de la persona cuando aún estaba viva. De este modo, ayuda a la policía a resolver crímenes en los que éstos estuvieron involucrados.

 

Preacher, de Garth Ennis y Steve Dillon, es una serie de cómics publicada en 1995, por Vertigo de DC Comics. Cuenta la historia de Jesse Custer, el predicador de un pequeño pueblo tejano, que es poseído por “Génesis”, una fuerza sobrenatural con un poder similar al de Dios. Imbuido por esta fuerza divina, Jesse emprende un viaje por todo Estados Unidos para encontrar (literalmente) a Dios y enfrentarse a él.

 
Otras reseñas de Haizea Ustaran en Culturamas
 
Por Raquel JR

Título: Estamos todas bien
-Autora: Ana Penyas
-Editorial: Salamandra Graphic

-Por qué lo recomiendo: Porque está más que justificado que haya recibido el X Premio Fnac-Salamandra Graphic de novela gráfica, y el Premio Autor Revelación del último Salón del Cómic de Barcelona. Con una aguda sensibilidad y un estilo gráfico singular y propio, Ana Penyas pone voz a quienes no tienen voz en el relato histórico hegemónico, desgranando la vida de sus abuelas a través de las vivencias que ellas mismas le contaron y que nos hace profundizar en la relevancia de unas vidas perpetuamente relegadas a la subalternidad y la invisibilidad de los cuidados, a ser “personajes secundarios en la vida de otros”.

 
 

-Título: Black Dog
-Autor: Dave McKean
-Editorial: ECC

Por qué lo recomiendo: Porque Dave McKean no defrauda en esta adaptación de la vida del pintor surrealista británica Paul Nash, cuya terrible vivencia de la Primera Guerra Mundial impregna la mayor parte de su obra. A través de un impresionante despliegue de recursos gráficos, McKean muestra su potencia no sólo con sus célebres fotomontajes, sino con un uso magistral del dibujo, el cromatismo y una riqueza pasmosa de efectos expresivos que no desmerecen la concepción unitaria de la obra, y que consigue llegar a la universalidad de una experiencia traumática a través de los recuerdos más íntimos y crudos del interior de un ser humano.

 

-Título: Wonder Woman. El feminismo como superpoder
-Autora: Elisa McCausland
-Editorial: Errata Naturae

-Por qué lo recomiendo: Porque aunque no se trate de un cómic, sino de un libro sobre cómic, este repaso completo y muy bien documentado a uno de los iconos del noveno arte resulta de gran interés no sólo para analizar la evolución de un personaje abordado desde múltiples facetas y puntos de vista, sino para reflexionar, desde su creación en 1941, sobre cómo se ha trasladado al cómic la visión hacia la mujer, su conexión con el activismo feminista –o todo lo contrario en función del momento histórico-, y sobre cómo lo superheroico resulta una fuente sociológica de gran valor al reflejar nuestra visión del mundo, nuestros tabúes y nuestras aspiraciones.

 
Otras reseñas de Raquel JR en Culturamas
 
Por Owen L. Black

Cuando hace un par de días me propusieron escribir este artículo, no tenía muy claro sobre qué hacerlo. La idea era fácil, recomendar tres títulos de cómic para el día del Libro, porque sí, los cómics también pueden ser obras para leer y reflexionar, y se merecen su hueco en este día, aunque el cómic lo celebre en mayo.

Se me venían muchas ideas a la mente hasta que, de repente, recordé una fecha. Unos días después del día del Libro, concretamente el 28, Ramón Tosas Fuentes hubiera cumplido 77 años, y escribo en pasado porque hace mucho que no está con nosotros, este verano hará 25 años. Y qué mejor que recomendar sus dos obras más icónicas para este día.

Quizás a algunos no os suene su nombre todavía, Ramón Tosas Fuentes no solía utilizarlo en sus trabajos, se hacía llamar Ivà. Fue uno de tantos historietistas que trataba de devolver la normalidad y la libertad al país a golpe de lápiz y papel tras la dictadura.

Dibujante habitual en las revistas satíricas de la Transición, consiguió alcanzar la cima en El Jueves, publicación que existe todavía hoy. En esta revista vieron la luz sus dos series más famosas: Historias de la puta mili (1986) y Makinavaja (1986-1994).

Al ver estos dos títulos, quizás a alguno le hayan traído recuerdos a la mente. En mi caso, son recuerdos difusos de los mayores, ellos eran los que leían esos tebeos y veían las películas y la serie. Yo recuerdo apenas fragmentos de escenas, vistas sin comprender del todo, casi de reojo, en algún salón perdido de los noventa, entre millones de recuerdos más.

Es por todo esto, que en este artículo quiero recuperar la memoria de estas dos obras, aunque la idea original era hablar de tres.

El costumbrismo español, la pobreza, la miseria de los barrios humildes de los 80 y los 90 que se movían todavía entre las sombras de la vieja dictadura y sus costumbres aceptadas, y los nuevos valores democráticos de los que somos hijos mi generación y los que vinieron después. Todo ese mundo queda plasmado en estas obras, ese tiempo perdido que solo nuestros padres son capaces de dibujar nítidamente en sus mentes.

Las viñetas, como pequeños pasajes de un mundo que ahora ya no existe, son buen reflejo de lo que fuimos, de nuestras alegrías y tristezas, de cómo veíamos el mundo no hace tantas décadas.

Historias de la puta mili, se centraba en esa losa que era para muchos jóvenes la mili, aquellos meses perdidos de juventud, para servir a un país que estaba naciendo de nuevo, mientras los chicos solo querían divertirse. Entre sus páginas se escondía la crítica mordaz y ácida hacia nuestra propia torpeza e ignorancia; incluso con cierto punto de inocencia.

Makinavaja, daba título y ponía nombre a su protagonista, un delincuente de medio pelo del Barrio Chino de Barcelona, seguía la estirpe de esos íconos hispanos de los ochenta, el del delincuente convertido en héroe de leyenda. El cine quinqui lo llevaba inmortalizando en la pantalla desde el comienzo de la década e Ivà hizo lo propio en las viñetas.

Su dibujo era sencillo, basado en la caricatura, con grandes cabezas y pequeños cuerpos, sin apenas presencia de escenarios, dejando el mayor peso a los diálogos, docenas y docenas de bocadillos que se apelotonaban en las páginas y asfixiaban unas viñetas poco definidas.

No es este tipo de cómic para grandes florituras artísticas, es un cómic de denuncia, de crítica, de sátira. Intenta sacarnos los colores, hacernos reír y también pensar. Si un lector actual se acerca a ellos, puede que le resulten extraños y poco atractivos, pero son lo que fuimos y quién sabe si en parte, lo que seguimos siendo.

Después de todas estas líneas, solo puedo añadir que este día del Libro leamos un poco a este autor que nos dejó hace tanto tiempo, así que eso, que nos vemos por El Pirata.


 
Otras reseñas de Owen L. Black en Culturamas
 
Por Rubén Varillas

Lo que más me gusta son los monstruos (Reservoir Books) de Emil Ferris: El cómic de Ferris fue el gran triunfador del curso pasado en Estados Unidos y se esperaba su publicación en nuestro país como todo un acontecimiento. La autora ha facturado una obra inclasificable en la que el bolígrafo, los lápices de colores y el rotulador recrean sobre hojas pautadas de cuaderno un cuento grotesco habitado por niñas que quieren ser monstruos, jóvenes pandilleros, madres sobreprotectoras, mujeres asesinadas y un vecindario espeluznante lleno de secretos. Detrás de todo ello, se despliega un monumental ejercicio simbólico acerca del crecimiento personal y la supervivencia, un relato turbador y heterodoxo que combina su ritmo hipnótico con un talento gráfico desatado. Lo que más me gusta son los monstruos es un cómic que no puede dejar indiferente a nadie.


 

Oscuridades programadas (Salamandra Graphics), de Sarah Glidden: Una expedición a Oriente Próximo en plena crisis de refugiados (los que huían de su país después de la Segunda Guerra de Iraq en 2010), un colectivo de jóvenes periodistas independientes (los miembros de Seattle Globalist) y una dibujante que se embarca en la misión con el fin de recoger en viñetas la crónica de lo acontecido. Éstos son los ingredientes de Oscuridades programadas, una voluminosa novela gráfica que se mueve en el territorio metaficcional de una obra que se construye a sí misma mostrando el proceso de su elaboración; pero también un reportaje periodístico en sí mismo: una reflexión honesta y comprometida acerca la responsabilidad directa de Estados Unidos (y Occidente en general) en los conflictos de Oriente Próximo. Oscuridades programadas es una reflexión fascinante sobre el acto de ser periodista y sobre el acto creativo que supone la creación de un cómic.

 

El arte de Charlie Chan Hock Chye. Una historia de Singapur (Dibbuks), de Sonny Liew: El reciente ganador del Premio a Mejor Obra Extranjera del Salón de Cómic de Barcelona 2018 es un trabajo portentoso alrededor de la biografía simulada del dibujante de cómics Charlie Chan Hock Chye; tan falso él como su obra. A través de la ficcionalización vital del personaje de ficción, Sonny Liew reconstruye la historia reciente de Singapur, al mismo tiempo que levanta ante nuestros ojos un gran fresco de la historia del cómic. Así, el relato del crecimiento artístico del dibujante protagonista (con sus diferentes fases de evolución estilística) nos permite acercamos indirectamente a la obra de maestros del cómic como Winsor McCay, Walter Kelly, Osamu Tezuka, Jiro Taniguchi, Jack Kirby o Frank Miller. De este modo, el itinerario formativo de Charlie Chan Hock Chye se convierte en un gran collage postmoderno de estilos, guiños y citas a la historia del cómic. Un collage multidisciplinar que combina las fotografías familiares, ilustraciones, cuadros y recortes de periódico de una vida que nunca fue.

 
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