Sexta temporada de «La Ternura» de Alfredo Sanzol

Por Horacio Otheguy Riveira

Muchos premios después, recala nuevamente en el Teatro Infanta Isabel de Madrid una comedia escrita y dirigida por Alfredo Sanzol, estrenada en abril de 2017.

Ubicada en 1588, es una función bien nutrida del conocimiento de las comedias de Shakespeare, a quien el autor rinde homenaje emotivo e intelectual de gran riqueza. Tras rendirse a los pies del genio isabelino éste le retribuye dándole voz propia, recursos muy personales de comediógrafo, sensible capacidad de potenciar su talento como director de actores y, en fin, la posibilidad de que todo triunfe dentro y fuera del espectáculo, aportando al público tal estado de felicidad que le ovaciona de pie durante el aplauso final.

Si Sanzol rinde homenaje a Shakespeare en su comedia más divertida —a caballo del absurdo surrealista y la poética del amor que crece cuanto más se le contraría— los espectadores hacen lo propio con el sexteto que en escena controla todas las situaciones con admirable brío e imaginación. Cada uno tiene un estilo, una línea de actuación ya aplaudida en otras funciones de diverso género, pero aquí sus posibilidades humorísticas le allanan el camino a un director que se las sabe todas. El montaje bebe de fuentes tan saludables, energizantes y milagrosamente poéticas, como la Commedia dell Arte, el vodevil francés (léase Labiche y Feydeau) o la ópera bufa (acaso Rossini persiguiendo La flauta mágica de Mozart)… y en todo, el devenir de las tres mujeres que se hacen pasar por hombres para que nunca más se les cruce en el camino nadie parecido, y tres hombres felices de no cruzarse jamás con alguien del sexo femenino. Todos suben, bajan y giran hasta dar con el mágico encuentro que no se quiere pero se desea, no sólo con las armas predecibles de la comedia clásica, sino sobre todo con la tan esperada victoria de un público que se torna felizmente ingenuo, sencillamente deseoso de que triunfen las ciegas pasiones dejándose seducir por el mero aroma del amor.

La Armada Invencible que el rey Felipe II lanza sobre Inglaterra con éxito, esta vez no llega a buen término porque la Reina Esmeralda se ocupa de ello. Harta ya de tanta guerra y tanto hombre exasperado y un marido que impone matrimonios de interés para sus hijas, lanza la destrucción absoluta de la temible flota para salvarse ella y sus hijas en una isla, poniendo fin a la esclavitud a la que están destinadas: Los hombres hacen de su imperio nuestra condena. Somos usadas como moneda de cambio. Hasta hoy la resignación era el campo sobre el que derramaba mis lágrimas, y en él han crecido la ira y el rencor. Para avanzar en sus objetivos aplica eficaz procedimiento mágico; todo sale tal y como planeó, pero allí donde van no encontrarán la paz ansiada, pues sólo la habitan tres hombres que odian y temen a las mujeres. Se desatan tormentas y correveidiles de inusitada creatividad con un verbo isabelino constantemente enriquecido por la versatilidad de actores y actrices que hacen histórica la contemporaneidad de sus personajes.

En definitiva, magnífico empeño en el que la comedia, la poesía escénica, los recursos técnicos en el arte de la interpretación actoral y la filosofía shakesperiana se confabulan con éxito para ofrecer un Sanzol sumamente inspirado, que vuelve a la sala de estreno con suficiente energía para sorprender al público debutante y a quienes repiten y disfrutan tanto o más que la primera vez.

 

Elena González («Tengo un plan…») es la Reina Esmeralda que tira de poderes brujeriles, para asombro y sumisión de sus hijas: la princesa Rubí (Eva Trancón) y la princesa Salmón (Natalia Hernández).

En Como Gustéis, de William Shakespeare:

Rosalina (…) cuanto más lista, más rebelde.
Ponedle puertas al ingenio femenino y saldrá
por la ventana; cerradla y saldrá por el ojo de
la cerradura; tapadlo y saldrá con el humo de
la chimenea.

En La Ternura, de Alfredo Sanzol:

El Leñador Marrón: Hijos, celebremos que hoy hace veinte años que vivimos felices sin mujeres en esta isla solitaria. No os podéis ni imaginar la alegría tan grande que siento al veros así de bien. Que pasen otros veinte años sin mujeres, y otros veinte, y otros veinte. Hemos vivido felices sin las voces agudas. Los cambios de humor. Las preguntas incomprensibles. Las largas peroratas. Y los llantos súbitos. Nadie ha querido cambiar nuestro carácter, ni nadie ha querido que adivináramos sus pensamientos. Nos hemos dormido en mitad de una conversación importante sin sufrir castigo por ello…

 

El Leñador Marrón (Juan Antonio Lumbreras) es el amantísimo padre que, abandonado por dos mujeres, cría a sus hijos en una misoginia enloquecida. Y ellos acatan hasta que una vigorosa atracción hace de las suyas en sus barbudos «niños»: el inocentón Leñador Azulcielo (izq, Javier Lara) y el volcánico Leñador Verdemar (der. Paco Déniz).

 

Creo que en La Ternura se ve la influencia sobre todo de La Tempestad, y de Noche de Reyes. También de Como gustéis, de Mucho ruido y pocas nueces y del Sueño de una noche de verano. Seguro que os acordaréis de otras, al menos eso espero, para mí ha sido un placer trabajar con un lenguaje lleno de metáforas y comparaciones. Los personajes de La Ternura expresan sus emociones de manera descarnada y son extremos en sus pasiones. Para ellos la vida no es algo que se pueda desaprovechar. He hecho un pequeño juego que espero que os divierta. En los diálogos de La Ternura podréis encontrar los títulos de las catorce comedias de Shakespeare. (Alfredo Sanzol)

 

Ayudante de dirección Beatriz Jaén

Espacio escénico y vestuario Alejandro Andújar
Iluminación Pedro Yagüe
Música Fernando Velázquez
Ayudante de escenografía y vestuario Almudena Bautista
Producción ejecutiva Jair Souza-Ferreira
Ayudantes de producción  Elisa Fernández  / Sara Brogueras
Dirección de producción Miguel Cuerdo
Comunicación El Norte Comunicación
Fotografía Luis Castilla / María Calderón
Estudiantes en prácticas Tomás Cabané, Celia María Morán y Alejandro Pérez
Agradecimientos Teatro Español

Desde el 1 de septiembre 2022 en el Teatro Infanta Isabel.

 

 

 

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