La literatura hikikomori

Por Eugenia Rico.

En este mundo en que las cosas se parecen a otras. En el que los rolex auténticos son copia de los rolex falsos que se venden en la calle   y los bolsos Gucci en los escaparates tratan en vano de parecerse a los bolsos Gucci en los antebrazos de los vendedores senegaleses. En este mundo en el que los políticos son malas copias de los grandes oradores de nuestra Republica y las últimas generaciones literarias tienen la búsqueda de los cinco minutos de gloria mediática su única seña generacional. En este mundo en que un escritor que aún no ha sido condenado por plagio es difícil que tenga un gran éxito, pueden sin embargo todavía encontrarse algunos ejemplares en vías de extinción que se empeñan en ser ellos mismos aunque ello les cueste la vida o el arte. Gente que se define más por con quien entra que por con quien sale. Que vive mundos paralelos que sólo existen en su cabeza y ello sin necesidad de consumir ninguna sustancia. Empleando sólo el sencillo expediente de apretar un botón. De Japón nos viene el nombre de esta generación que ha heredado del Punk el lema del “hágalo usted mismo” y lo ha llevado aún más allá “y sin salir de casa”. Los literatos hikikomoris intentan cambiar el mundo sin salir de su habitación, tal y como ya había dicho Pascal el primer hikikomori famoso, todos los males de la Humanidad vienen de no saberse estar quieto en una habitación, de ese baile de San Vito ha surgido lo mismo la hamburguesa sin doble de queso que la bomba atómica. Por eso los hikikomoris lo tenemos muy claro: leemos, escribimos, fundamos Culturamas y cambiamos el mundo, pero nunca cambiaríamos el tipo de letra. Nuestro reino no es de este mundo: es otro mundo virtual donde sólo existe la buena literatura y las buenas personas. El verdadero objetivo de los hikikomoris es que lo nuestro no se parezca a nada y que la nada se vaya asemejando cada día un poco más a nosotros. Si no has entendido nada de todo lo anterior es que  vas por buen camino.  Bienvenidos.

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