‘Basada en hechos reales’, de Delphine de Vigan

DAVID PÉREZ VEGA.

Saqué de la biblioteca de Móstoles dos libros de Delphine de Vigan (Boulogne-Billancourt, 1966), Nada se opone a la noche (2011), que era el que realmente quería leer, y también su siguiente novela, Basada en hechos reales (2015), que ‒según leí en la contraportada‒ hablaba de la recepción de su anterior libro, y pensé que este tema me iba a interesar.

Me gustó mucho Nada se opone a la noche, donde la autora habla de la muerte de su madre y reconstruye su vida. Este fue, sin duda, un libro muy personal para la autora, y parece difícil conseguir escribir otra buena novela después de la implicación emocional de la anterior. Basada en hechos reales, que se publicó cuatro después de la anterior novela, empieza así: «Pocos meses después de que apareciera mi última novela, dejé de escribir. Durante casi tres años, no escribí una sola línea.» (pág. 7). Como me estaba acercando a este libro según acababa el otro, tuve la sensación, como lector, de que la voz narrativa que me hablaba era la misma. Es decir, Delphine de Vigan seguía contándole al lector su vida, desde una primera persona en la que no existía distancia entre autor y narrador. En este caso, parecía que iba a contarle el bloqueo que siguió a la aparición de su libro de más éxito, Nada se opone a la noche. Y este tema está presente en la novela, pero, además, quiere hablarnos de otro asunto, de L., una mujer a la que conoce en una fiesta y que, en principio, se va a convertir en su amiga, y va a ayudarle a salir del bache, de la parálisis que siente como escritora.

La narradora está hablando desde el futuro, desde ese periodo posterior a los tres años en los que no pudo escribir, y, al contarnos su experiencia con L., en más de un caso, no tiene los recuerdos claros. Desde el comienzo, el lector va a saber que conocer a L. no fue, en realidad, una buena experiencia para Delphine. Aunque la narradora enseguida se enttrega a ella, la perspectiva novelística es la de tratar de analizar cómo fue posible que llegara a confiar tan ciegamente en una persona que acabó siendo dañina para ella. Una sensación de amenaza constante se cierne sobre la novela.

Además del bloqueo como escritora, un elemento desasosegante para De Vigan es que ha empezado a recibir cartas anónimas amenazantes de alguien que parece ser un familiar, enfadado con la publicación de Nada se opone a la noche y la revelación pública de los secretos de familia que se mostraban ahí. En más de una ocasión, De Vigan nos va a transmitir la idea de que quiere dejar atrás la narración autobiográfica y que quiere volver a la ficción, idea que le quiere quitar de la cabeza L., quien opina que, frente a la nueva narrativa de las series de televisión, por ejemplo, la ficción en la novela está muerta, y que el público ya solo se identifica con lo “auténtico” que representan los testimonios de la novela autobiográfica.

Hay más de una opinión sobre la recepción de Nada se opone a la noche que me interesa. «Por primera vez en mucho tiempo, me dio la impresión de que las cosas recobraban su forma y sus proporciones habituales, como si todo aquello ‒la novela aparecida meses antes, su resonancia ondulante, aquella sucesión de círculos concéntricos que se había propagado en un radio imposible de medir y había alterado profundamente mi relación con algunas personas de mi familia‒ no hubiera existido nunca.» (pág. 88)

«Yo quería volver a la ficción, quería protegerme, quería recobrar el placer de inventar, no quería pasarme dos años sopesando cada palabra, cada coma, despertándome en plena noche, con el corazón saltándome en el pecho, presa de pesadillas indescifrables.» (pág. 151)

Delphine acaba siendo cada vez más dependiente de L., quien llegará incluso a trasladarse a su casa, e iniciará un proceso para aislarla de sus familia o de sus amigas, tratando, de ayudarla a que vuelva a escribir, pero siguiendo la línea de indagación interior que ella considera que es la correcta. Además, L. acabará contando a Delphine que son compañeras del instituto, aunque la segunda no recuerde para nada a la primera. L. parece conocer muchos detalles de la vida de Delphine. Es alguien que se ha leído en profundidad todos sus libros, sus entrevistas, declaraciones, etc.

Aunque desde el propio título se insinúe que la novela está «basada en hechos reales» y la narradora, al igual que ocurría en Nada se opone a la noche, se llame Delphine, y aparezcan nombre de familiares que ya aparecían en el otro libro, como familiares reales, el lector acaba teniendo la impresión de que en realidad se enfrenta a una ficción, y de que L. es un personaje inventado por la autora, alguien que no existió y que no entró en su vida. Creo que existe alguna entrevista en la que la propia autora afirma esto, que Basada en hechos reales, aunque use una voz narrativa muy cercana a la real de Nada se opone a la noche, es en realidad una obra de ficción, una especulación sobre la importancia que tienen los elementos «reales» o «ficticios» en la composición de una novela.

Voy a decir desde ya que Basada en hechos reales me ha parecido una novela bastante inferior a Nada se opone a la noche. Y he acabado opinando esto porque, en gran medida, Basada en hechos reales se acaba convirtiendo en una novela de tesis. Es decir, L. es un personaje con pocos matices que, por alguna causa patológica, está obsesionada con que Delphine tiene que escribir solo novelas autobiográficas y no ficcionales. Conversaciones entre las dos, en este sentido, se repiten varias veces, y acaban siendo redundantes. En realidad, diría que la propia autora vivió este debate dentro de sí misma y consideró que era una buena idea escenificarlo en forma de novela: ¿novela autobiográfica o novela de ficción?, usando la forma del thriller para hacerlo más ameno.

El problema es que lo que era estimulante, misterioso y poético en Nada se opone a la noche, con unos personajes llenos de secretos y aristas, pasa a ser una narración mucho más plana en Basada en hecho reales, con unos personajes principales que acaban resultando poco creíbles. No me ha acabado de resultar verosímil la evolución del personaje de Delphine de Vigan, desde una mujer sensible, reflexiva e inteligente en Nada se opone a la noche, a la mujer que se supone que se acaba convirtiendo en una pelele sin voluntad en manos de L. Es cierto, que, como la novela está contado desde el futuro y rememora los momentos pasados, la autora ya ha recuperado su inteligencia, pero no me resultaba creíble que hubiera podido llegar al grado de abandono y aislamiento en el que se supone que cayó en manos de L., que, como ya he dicho, acaba siendo un personaje con pocos matices. Basada en hechos reales acaba siendo un homenaje explícito a Misery de Stephen King y también, aunque de un modo más subterráneo, a El club de la lucha de Chuck Palahniuk.

En resumen, entiendo que es difícil sobreponerse a la escritura de una novela tan íntima, intensa y desgarrada como es Nada se opone a la noche, pero Delphine de Vigan trata en Basada en hechos reales de convencerle al lector de que la ficción puede ser tan misteriosa y emocionante como la narración de la realidad (algo con lo que estoy de acuerdo), pero, jugando con sus propias cartas, no lo acaba de conseguir.

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