Cervezas y line-apps. Se presenta el Primavera Sound 2015

 

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Por Nil Rubió

El cartel del Primavera Sound. Información codiciada hasta el punto de la praxis del hacker que busca en servidores, aplicaciones y cualquier cero o uno que se escape del control habitual, la previa privilegiada de la alineación oficial del festival, que año tras año mueve una comunidad inconsciente de serlo, una muchedumbre paradojalmente exclusiva. Gentío abastecido de piel, terciopelo y cualquier toque para la ocasión, que llena la Sala Apolo para ver como una troupe de actores, algunos representando el clásico «gamer» nipón, simula destrozar pantalla tras pantalla de un videojuego de inspiración ochentera (que era la base de la app para móviles que se dispuso), melodía midi de cabezas de cartel mediante, en la que se va descubriendo cada grupo/artista que formará parte del festival, la última semana del próximo mayo. Presentado por otro metiéndose en el papel de un paródico líder de las nuevas tecnologías, enfundado en ya icónico jersey negro de cuello alto, repasando las grandes fitas conseguidas a lo largo de quince años por un festival que ha realizado últimamente la nada despreciable proeza de «llevar el invierno en mayo a Barcelona».

El Primavera ha conseguido un estado de bienestar comercial y social que se puede permitir sin despeinarse, saraos como el del pasado miércoles (festivo, atropelladamente variado, incluso freak con inauguración mariachi y temática «gamer»), en el que ávidos invitados, que reventaron el sitio web del festival para obtener los pases para el evento, atacan sin remisión (los asistentes en la siempre discutible calidad de prensa también, faltaría más) las cervezas que la marca patrocinadora pone a disposición, para que fluyan libremente y con diligencia, entre las manos de cada frenético consumidor. Se van juntando, ya vacías, en cada recoveco que la sala permite, mientras los efluvios van subiendo a la cabeza de quién no modere el consumo, y siempre hay alguien alrededor que piensa para todos y va suministrando más combustible para  sus compadres. Así que a la que fueron apareciendo los nombres pixelados en la pantalla, el griterío extasiado, sorprendido, o fingidamente orgiástico se expande por todos los lados. Y si no se tiene la más remota idea de qué grupo es el que acaba de salir sobreimpreso, se vitorea igual que para esto todo es una fiesta.

Con la carta a los reyes, el deshojar la margarita, el levantamiento del telón, un acto social para los tuyos o los otros, o como sea para cada uno un acto de presentación de este estilo, el éxito está asegurado, por incidir ya sea en la melomanía, o en la apariencia, pero que en definitiva, va a la raíz de la emotividad del individuo y de la generación. Y allí siempre habrá música. Como la que siguió después con Cinerama, más como hilo musical que centro de atención del debate del cartel expuesto, y vendrá a finales de mayo con gente como la que sigue a continuación, con la contundencia habitual de cada año. Tendremos tiempo para desgranarlo.

 

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