¿Coincidencias?

Por Sebastián Agulló.

Hablar de coincidencias y casualidades es algo normal, común, típico del lenguaje medio o mundano, entre personas, sobre situaciones, sobre la vida. Casual, coincidente, una mezcla de conceptos y referencias que en muchas ocasiones se confunden, se entrelazan, adoptan la piel del recíproco como el propio atuendo: «qué casualidad», «qué coincidencia». Pero, ¿qué es una casualidad y qué es una coincidencia?

Esta pregunta, si pregunta puede llamarse o denominarse, descansa sobre la base de una realidad cuyo enfoque multidisciplinar, aplastado por la rotundidad de las ciencias, deja entrever ciertos vacíos y ciertos cabos sueltos que, como buena carnaza, sirven de ‘delicatessen’ a los más osados pensadores y timadores, de la palabra y el hecho, en base a palabras-y-hechos.

Como de costumbre, en la línea wittgensteniana que sigue el autor tras su epicúreo encuentro con la moldura de sus ideales, abstractos, dominados por la lógica y por un ‘no-mirar-atrás’, este texto desea nacer como algo nuevo, alguien nuevo, un ente que se despoja de todas las ataduras que cualquier texto anterior, por idéntico que éste fuere, pudiera mostrar -de sí mismo- el más mínimo paralelismo con el presente, presencial y dado al sentido, o sentidos.

Olvide el lector su diccionario. Olvide, del mismo modo, cualquier libro leído hasta la fecha. Échese mano de él, si procede, una vez finalizado el texto, con afán de matizar, corregir o demoler cada sílaba de este entramado verbal, predicativo, subjetivo y vertiginosamente osado de las manos de quien no debiere afirmar, pero el tremendo espacio entre diente y diente le obliga a escupir, con aforismos, sin  foro, para el fuero.

1) Qué es una coincidencia.

Una coincidencia es una intersección entre una multiplicidad de fenómenos, es decir, el punto en común que comparten dos o más objetos concretos o abstractos. Una coincidencia puede ser el punto donde la recta corta al plano, puede ser el miembro común de dos conjuntos que se rigen por una consistencia y-o-norma interna diferente: coincidir implica, a la base de su ser, la superposición de estados en un mismo instante espacio-temporal.

Este fenómeno muestra de sí mismo que una coincidencia no puede residir en dos estados-o-entes antagónicos, como, por ejemplo, afirmar que se está vivo o muerto al mismo tiempo, o que un número es par e impar en el mismo contexto. Coincidir implica -y equivale- a una superposición de estados probables, posibles y reales, los cuales sólo exigen ser coherentes respecto a un sistema de referencia común.

2) Qué es casualidad.

Una casualidad es la voluntad fenomenológica de ver-en-sí una coincidencia allá donde no hay fenómenos superpuestos de forma tangible, es decir, es una reinterpretación de hechos-y-o-entes aislados, como esferas que chocan las unas contra las otras, en la que la voluntad de quien observa, intuye y razona, esboza, una coincidencia que, a priorístiocamente, no existe.

La casualidad desea ver vivos y muertos en un mismos instante, desea -como producto de la voluntad- ver que el impar puede llegar a ser par. Esta forma de realidad se nutre, necesariamente, de la voluntad y el deseo humano: si bien parte del mismo origen, la conceptualización; si bien es un ente-objeto que nace de la misma matriz como producto de la conciencia evolutiva, la que dibuja las nubes en el cielo, la casualidad tiene como mecanismo de consistencia interna un ser-en-sí totalmente diferente a la coincidencia.

Como ya dedujo el autor hace unos años, la coincidencia es, por vanalizarlo y reducirlo al lenguaje matemático: A = B, donde ‘A’ y ‘B’ son fenómenos independientes que nacen de una realidad fenomenológica distinta. La casualidad ‘desea’ que tanto ‘A’ como ‘B’ sean iguales, incluso cuando no existe ninguna prueba empírica, ni siquiera encadenada a los preceptos de la razón más pura, la metafísica o dialéctica-consigo-misma del propio ser, que dé fe en ningún momento de que ambos términos, como ellos mismos, sean idénticos.

En esta exégesis se obvia -obviamente, valga la redundancia- la naturaleza óntica y ontológica de ambos conceptos, mas autor desea enfocar el paradigma desde un punto de vista próximo a la ciencia y suspicaz con la metafísica: coincidir, ser casualidad. Bajo esta premisa, la de tratar el asunto desde una mira etérea, abstracta y subjetivamente-objetiva, puede resumirse el análisis de los dos puntos anteriores en un ejercicio de abstracción formal y geométrico a gusto -y libertad- del lector:

> Una coincidencia es la intersección de dos entes-objetos, a posteriori: una casualidad es el deseo de que dos entes-objetos sean intersección, a priori.

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