Divertido homenaje al talento del Siglo de Oro en «Todas hieren y una mata»

Por Horacio Otheguy Riveira

Álvaro Tato es toda una orquesta de hombre de teatro: músico, actor, cantante, y sobre todo destaca como dramaturgo con un buen lote de creaciones personales y sobresalientes versiones de clásicos. Lo mismo en la Compañía de Ronlalá (Cervantina, Crimen y Telón), que para la Compañía Nacional de Teatro Clásico (El alcalde de Zalamea, La dama duende, El castigo sin venganza…). En esta ocasión comparte cartel con Mestiza —ya representada en esta misma sala— conformando un dueto muy especial en una producción titulada Miradas al siglo de oro. Ambas las dirige Yayo Cáceres, fogueado en las mismas lides del barroco, paseando ambos por aquellos ambientes con donaire, gran sentido del humor y un rigor profesional a prueba de lisonjas. No importan los éxitos que acumulen, siempre van a por mayores exigencias, mejores posibilidades de sacarle provecho a una época que con ellos revive con una energía singular.

Si fue Adolfo Marsillach el pionero en versionar a nuestros clásicos con imaginación y creatividad forjando textos con gran respeto a los contenidos y las técnicas del teatro en verso, también el desaparecido maestro fue quien dio a Álvaro Tato su primera posibilidad de soñar con subirse a los mismos escenarios en persona o como autor, ya que, cuando estudiante de secundaria recibió un premio que le entregó el propio Marsillach en el escenario del Teatro de la Comedia. Desde entonces la imagen que tenemos muchos de sus admiradores es de alguien que entresueños cabalga con su larga cabellera al viento por las tabernas miserables donde desciende del caballo sin miedo a mancharse de barro porque sabe que una vez dentro conversará con los grandes poetas de entonces que le devuelven el íntimo regocijo de estar fuera del planeta y permanecer en él, amando lo que hace y haciendo lo que ama.

El Siglo de Oro llega ahora en forma de comedia de capa y espada creada en estos días de obsesiones tecnológicas, y aspiraciones de un amor a la medida de los sueños, de cuando las conquistas sentimentales tenían la densa alegría, el loco temblor de los poetas. Todas hieren y una mata es también una especie de antología de bravatas y humoradas guiadas por una espléndida muchacha que ejerce de personaje deseado y profesora de lengua y literatura. Su belleza y simpatía dominan el escenario en ambos papeles, y en una sala llena de estudiantes que ríen y escuchan siempre interesados, resulta espectacular la capacidad de seducción de la actriz (Alba Banegas) al divertir cara a cara a los jóvenes espectadores, deambulando sus sonrisas en el patio de butacas o recorriendo el amplio espacio escénico. Por lo demás, todo funciona como un corre-que-te-pillo de comedia de enredo con su joven galán (Antonio Hernández) y su recio caballero (Carlos Lorenzo): tras la dama van los dos, mientras una bruja poco afortunada y una pícara criada (ambas a cargo de Sol López) se unen al criado gracioso (Diego Morales), auténticos protagonistas de un tinglado social que sin ellos no daría de sí: criados sabios que buscan con picardía su sustento y atraviesan los agitados amoríos de sus amos con la mejor disponibilidad… porque de lo contrario se sumirían todos en la desesperación «de un Siglo de Oro plagado de barro y miseria».

Tragicomedia y comedia hilarante, crítica social y versos de ensueño, el barroco de Álvaro Tato se regocija tanto en las representaciones como en sus ediciones donde el teatro-de-leer encuentra un sublime encanto. Ya publicada esta obra, se suma a otras entre las que destaca ampliamente Siete otras vidas (Ediciones Antígona) con siete textos muy especiales, todos llevados a escena, desde los elaborados para un actor, basándose en su propia memoria (El intérprete, Asier Etxeandia) hasta Nacida Sombra, para Rafaela Carrasco, «Homenaje flamenco a las autoras del Siglo de Oro», pasando por Mujeros y asesinos, Ojos de agua, Comedia multimedia y Zarzuela en danza. 

«Se apaga la platea. Segundos en silencio. Vistos desde el escenario, los espectadores son una tribu mágica: la respiración cortada, la emoción abierta, la escucha en penumbra. Como si el escenario fuese una hoguera que vuelve a reunirnos contra la soledad y la noche. Pienso (o recuerdo) que las artes escénicas tienen hoy el insospechado poder del aquí y el ahora, esa insolente frescura en mitad de nuestra vidas mediatizadas, monitorizadas, diferidas, en que un acontecimiento, un suceso en presente, parece un bien cada vez más escaso. El teatro nos hace personas mediante el ritual imaginario y colectivo de jugar a una distancia ficticia para soñar ser otros.

En la levedad de lo cercano, lo provisional y lo inmediato, el teatro nos invita a reinventarnos e imaginar nuevas versiones del mundo. Si el mar cabe en una gota, el presente es a la vez efímero y eterno. La montura de Ganesha, el dios elefante hindú, es un ratón que come un grano de anís. El teatro es un juego a vida y muerte». (Álvaro Tato)

TODAS HIEREN Y UNA MATA

Una comedia de capa y espada de Álvaro Tato

Música original y dirección Yayo Cáceres

Reparto Alba Banegas, Antonio Hernández, Sol López, Carlos Lorenzo y Diego Morales

Coreografía Rocío Arce

Diseño de vestuario Tatiana de Sarabia

Diseño de iluminación Miguel A. Camacho

Diseño de producción Emilia Yagüe

Diseño y Fotografía David Ruiz

Producción Ay Teatro

Distribución Emilia Yagüe Producciones

TEATRO FERNÁN GÓMEZ. Del 7 al 24 de febrero 2019

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