«Españolas, Franco ha muerto», la invisibilidad de la mujer más allá del franquismo

Por Ana Riera

Ruth Sánchez y Jessica Belda emprendieron, hacen ya algún tiempo, una ardua tarea. Hacer una trilogía centrada en la mujer. Empezaron con un primer texto, La Sección, que hablaba de las mujeres durante la dictadura de Francisco Franco. Y ahora nos presentan la segunda parte, Españolas, Franco ha muerto, que trata sobre la realidad de las mujeres durante la Transición. Queda pendiente la tercera y última parte que, según cuentan las propias autoras, se centrará en el papel de las mujeres en la actualidad. Hablemos pues de la segunda parte, dirigida por Verónica Forqué, que puede verse estos días en Madrid.

El 20 de noviembre de 1975 se produjo un hecho, muy esperado por unos y muy temido por otros, que traería cambios significativos a nuestro país: la muerte de Francisco Franco, el Caudillo. Tras su muerte, la dictadura dio paso a una democracia, se amnistió a los presos políticos, se legalizaron los partidos políticos, incluido el comunista, se restablecieron derechos fundamentales.

Sin embargo, la situación social, política y jurídica de las mujeres siguió siendo esencialmente la misma que durante el franquismo. Así lo demuestran hechos como, por ejemplo, que se amnistiara a los presos políticos el 15 de octubre de 1977 y que sin embargo las mujeres encarceladas por algún “Delito específico para las mujeres” (véase por adulterio, aborto o prostitución) no fueran amnistiadas. Ni siquiera un año después, en 1978, cuando una diputada del partido comunista defendió en el Parlamento su puesta en libertad, porque en la votación posterior ganó el NO.

La obra reflexiona sobre la situación de la mujer en esos años de cambio y sobre el arduo camino que han tenido que recorrer en los cuarenta años y pico que llevamos de democracia. Se trata de contar lo que han vivido las mujeres desde que se produjo la Transición, de analizar qué cosas han cambiado y qué cosas no, de responder a preguntas como ¿fue la Transición justa con las mujeres? ¿Fue la Constitución redactada en femenino? ¿Fueron aquellos años de lucha y reivindicación suficientes?

Por una vez, se trata de dar voz a las mujeres, tanto tiempo silenciadas, tanto tiempo dejadas en un segundo plano. Aunque salen algunos nombres propios, la voz que de verdad importa es la de los cientos de mujeres anónimas que lucharon por el avance de los derechos de la mujer, aportando su granito de arena, insistiendo en su lucha diaria, no renunciando a su actitud reivindicativa y a su afán de justicia. Ellas son el hilo que va tejiendo esta historia. Las que nos cuentan, a través de escenas a veces cómicas y divertidas, otras claramente poéticas, otras más trágicas, lo que le ha ocurrido desde la muerte del dictador a la sociedad española en general y a las mujeres en particular. Como afirman las artífices del proyecto, “es un grito documentado de esa parte del relato que se empeñan en no incluir en lo que nos cuentan sobre la historia”. Basta con ojear los libros sobre la Transición, que apenas dedican unas líneas a hablar de las luchas de las mujeres, de sus logros y sus fracasos.

Al entrar en la sala, nos recibe la carta de ajuste de la década de los setenta del siglo XX proyectada sobre una pantalla, la que se veía en las pantallas en blanco y negro de las casas cuando España vivía todavía bajo la dictadura. Cuando empieza la representación, la carta de ajuste da paso a la célebre aparición que Arias Navarro hizo por televisión, sin apenas poder contener las lágrimas, para anunciar que Franco había muerto; eso sí, distorsionada y jugando con la reiteración de la palabra “España”. Luego, las tres actrices que protagonizan la obra, empiezan a desgranar otros acontecimientos históricos, como la aprobación de la constitución; el famoso consultorio de Elena Francis, tras el que se escondía la figura de un periodista varón;  la situación de las cárceles y sus presos; el afán por evadir dinero a Suiza de Carmen Franco Polo; el triste episodio de los bebés robados protagonizado por el doctor Vela y Sor María, la monja del saco; el intento de golpe de estado del coronel Tejero o la ley del aborto de los tres supuestos, entre otros muchos.

Todo ello nos llega de manos de las tres actrices protagonistas, que realizan un muy buen trabajo actoral. Ellas son Jessica Belda, coautora del texto, bailarina y actriz, que nos regala una reivindicativa escena final y una pequeña coreografía con un paraguas, ambas escenas de una gran belleza y plasticidad. Manuela Rodríguez, que además de actuar, toca la guitarra y canta en directo. Y Natalie Pinot, que alterna con Roser Pujol y aporta su gran experiencia y clase.

Durante la Transición, la premisa dirigida a las mujeres fue: “paciencia, es el tiempo de la democracia, no del feminismo”. Pero ya han pasado más de cuarenta años. ¿Hay que seguir teniendo paciencia, o ha llegado el momento de pasar definitivamente a la acción?

Texto Ruth Sánchez y Jessica Belda

Dirección Verónica Forqué

Intérpretes Manuela Rodríguez, Natalie Pinot o Roser Pujol, Jessica Belda

Diseño de iluminación Lola Barroso

Escenografía y vestuario Beatriz San Juan

Ayudante de dirección Xus de la Cruz

Ayudante de producción Sara Brogueras

Producción ejecutiva Elisa Fernández

Dirección de producción Miguel Cuerdo

Una coproducción de Lazona y Teatro Español

TEATRO ESPAÑOL. SALA MARGARITA XIRGU. Del 26 de febrero al 15 de marzo 2020

 

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