José María Merino a propósito de «La trama oculta», su último libro

«Su tiranía se hacía notar aún más en la época de las calificaciones escolares, porque Jaime siempre tenía peores notas que Doro, uno de los más destacados alumnos de su clase, muchas veces el primero, lo que sacaba de quicio al hermano mayor. A veces llegaba a agredirlo, aunque de manera disimulada, mientras jugaban, como si no hubiera tenido intención de hacerlo: una patada en la pierna en lugar de darle al balón, un empujón inesperado, como si hubiese tropezado casualmente, un codazo en la cara en el forcejeo por agarrar la pelota».

La trama oculta
La trama oculta, de José María Merino.

José María Merino (A Coruña, 1941) es uno de los escritores más reconocidos en lengua castellana. Doctor honoris causa por la Universidad de León, es Premio Castilla y León de las Letras y miembro de la Real Academia Española (sillón m). Su vocación literaria se inició en la poesía, con la publicación de Sitio de Tarifa (1972). Se dio a conocer como narrador en 1976 con Novela de Andrés Choz (Premio Novelas y Cuentos). También ha recibido, entre otros, el Premio de la Crítica (La orilla oscura, 1985), el Premio Miguel Delibes de narrativa (Las visiones de Lucrecia, 1996), el Premio NH/Mario Vargas Llosa de relatos (Días imaginarios, 2003), (El heredero, 2004), el Premio de narrativa Torrente Ballester (El lugar sin culpa, 2007), el Premio Salambó de narrativa (La glorieta de los fugitivos, 2008), el Premio de la Crítica de Castilla y León y el Premio Nacional de Narrativa (El río del Edén, 2013). Varias de sus obras están traducidas a diversas lenguas, y su obra cuenta con numerosos estudios críticos y tesis doctorales.

.

La trama oculta. José María Merino. Editorial Páginas de Espuma, 2014. 288 páginas.

«En el caso de los cuentos del presente libro, y a estas alturas de la vida y de la escritura, quise componer una colección que recogiese todas mis «modalidades cuentísticas», es decir, en la que estuviesen presentadas las diversas especies de los cuentos que me han venido interesando como autor desde hace tantos años».

¿Qué lector no ha querido conocer los secretos de un gran escritor? José María Merino, uno de los principales culpables del actual buen estado de la narrativa breve, muestra algunas claves de su literatura. La trama oculta supone un paseo por las distintas modalidades cuentísticas y miradas creativas del autor: en su primera parte predomina lo realista, en la siguiente prevalece lo fantástico –y hasta lo futurista– y hay un broche final dedicado a la distancia más corta, el minicuento. Merino reúne en un solo libro, con este planteamiento, su estética y sus obsesiones en el género, al mismo tiempo que muestra la llave de su origen y su escritura. Su trama oculta.

.

P.- ¿Por qué ahora una recopilación de cuentos? ¿Añoranza de la intensidad que da el relato o cierta alternancia marcada con la novela?

Lo segundo, sin duda. Casi desde los inicios de mi trabajo de escritor, hace ya muchos años, he procurado ir alternando la escritura de novelas con la de libros de cuentos. Descubrí pronto que es una forma práctica de liberarme de la obsesión que para mí supone estar dedicado en exclusiva a un género durante una larga temporada. Empiezo a pensar en cuentos cuando termino una novela, y en una novela cuando ya no no se me ocurren cuentos…lo que no quiere decir que me no me venga a la cabeza alguno, de vez en cuando. Por un lado, es un cambio de perspectiva estética y formal; por otro, una especie de “terapia narrativa”…

P.- Como avance previo al lector, ¿qué es lo que subyace bajo la superficie de cada historia, de cada actitud, de cada hecho?

Precisamente, esa “trama oculta” que da título al conjunto. He pretendido que, bajo cada argumento visible, haya otro menos aparente, pero sustantivo, como sucede en la propia realidad. Y me parece que esa es la mejor gracia de la literatura, porque nos permite descubrir las tramas escondidas bajo las apariencias, lo que no sucede habitualmente en la realidad.

P.- ¿Qué hace que una idea en el escritor se convierta en relato o en novela? ¿Cuál es el valor añadido del cuento que le puede hacer más atractivo?

Pensar en novelas o en relatos tiene que ver con una predisposición, no sé si natural, pero sin duda producto de eso que llamamos “el pensamiento simbólico”, a intentar descifrar la incompresible y azarosa realidad. En el caso de la novela, lo hacemos mediante lo que yo llamo un “viaje de exploración”, que necesita cierto bagaje para ser iniciado, y en el que podemos explayarnos sin restricciones. En el caso del cuento, mediante un súbito desvelamiento, similar al de la poesía, que nos permite ver iluminada una historia concreta, y exponerla con toda la concisión y concentración dramática que sean posibles. Precisamente estos aspectos son los que le dan al cuento su indudable personalidad frente a la novela, creo yo.

Merino
José María Merino

P.- Cuentos realistas, futuristas, reflexiones, minicuentos… ¿Alguna preferencia a la hora de escribir unos u otros?

Ninguna, porque no soy yo quien “prefiere” este modo o aquel, sino el cuento quien me “prefiere” a mí para que lo escriba desde esta o aquella mirada. Hay ciertos temas de fondo –lo confuso de la identidad, las trampas de la memoria, la conciencia angustiosa del tiempo, con la muerte siempre al acecho, el territorio de los sueños, el doble…- pero la materialización, en clave más o menos realista o fantástica, depende de la historia en sí. Lo que hay que procurar es que tal materialización sea la más adecuada.

P.- Cada cuento podría mover a diversidad de preguntas… ¿El fin del mundo está donde cada persona quiere ubicarlo? ¿Te gusta tanto la cecina como parece? ¿El destino siempre es traicionero?

Naturalmente: cada día podemos vivir un fin de mundo, porque el mundo está, sobre todo, dentro de nosotros; y ojalá nunca dejemos de apreciar un sabor, o un aroma, o una sensación, que nos hizo felices aquella primera vez; y, desde luego, tenemos que estar preparados para que en alguna ocasión, al abrir la puerta de casa, nos encontremos con que las cosas han cambiado completamente. En un cuento, si es bueno, debe concentrarse, junto a una historia interesante, algo que nos devuelva la imagen de algún arquetipo, por borrosa que sea.

P.- Venganza, miedo, pasión, provocación, arte, amor… ¿Siempre hay una emoción detrás que marca la evolución del relato?

A mí me gusta repetir que en la literatura está la verdadera historia del corazón humano, ya desde las primeras fábulas: esa es su especialidad, que no tienen ni la historia, ni la filosofía, ni ninguna ciencia…La propia psicología es hija directa de la literatura, y no necesito recordar a Freud y a Jung. Si no existiese la literatura, con su enorme y poderosa tradición, cada generación humana tendría que descubrir el complicado mundo de los sentimientos. Y en este sentido, el cuento ofrece la ventaja de lo que pudiéramos llamar su instantaneidad, su condensación expresiva. En un cuento, con pocos medios, podemos presentar muy significativamente cualquier conducta.

P.- En tus narraciones casi siempre hay una alusión al recuerdo, la memoria… como si la añoranza fuese el sostén y aglutinante del relato.

La memoria es la máquina humana que, en contra de las leyes de la física, nos permite viajar en el tiempo. No es tanto cuestión de añoranza como la pretensión de revisitar un espacio que, a pesar de todo, permanecerá en cada uno de nosotros mientras estemos vivos y no suframos amnesia o alzheimer. No sé si es añoranza, reconciliación o ajuste de cuentas…pero sin duda es una peculiar visita virtual a un tiempo perdido, lo que da mucho juego en el campo de la ficción.

P.- Lenguaje estudiado, medido, de bella sonoridad. Literatura en estado puro. Algo que seguro resulta envidiable para otros muchos escritores. Realmente, la oferta editorial hoy nos inunda: parece como si todo el mundo se sintiese capacitado para escribir un libro. Y yo creo que no es así. ¿Cómo lo ve usted?

Sin duda la crisis, por un lado; el embeleso mayoritario y continuo en los micromensajes digitales, por otro, y la piratería impune, en tercer lugar, están haciendo cerrar librerías y vender cada día menos libros…Muchas editoriales se han inventado ese “libro industrial” que, al parecer, puede escribir, con mayor o menor ayuda, cualquier personaje de hechura mediática. Pasa como con las ferias del libro, en las que cada vez hay menos literatura de verdad. ¿Cómo lo voy a ver? Como muy desastroso. Posiblemente la literatura con voluntad de serlo esté camino de las catacumbas. Pero sobrevivirá, o habrá una mutación del homo sapiens

P.- De este libro, si tuviera que destacar alguno de sus cuentos, ¿cuál sería y por qué?

Me resulta siempre muy embarazoso destacar un solo cuento “preferido”, sea mío o sea ajeno, porque siempre pienso que soy injusto con otros…Pero acaso un cuento que me interesa especialmente en este libro sea el cuento de vampiros, “El relevo”, pues la voz en segunda persona determina el final, acaba convirtiéndose en un elemento dramático decisivo…

P.- ¿Cree que el relato es un buen camino para iniciar a los jóvenes en la lectura?

Estoy seguro de ello. Un cuento literario se puede leer en clase de un tirón, para empezar, y aparte de su valor intrínseco, permite hablar de tramas, formas e historia literaria, por lo menos…Pero eso requeriría un plan de estudios que separase lengua y literatura, donde la literatura tuviese un papel no subsidiario, y un profesorado bien formado. Desgraciadamente, entre nosotros, los que amamos la literatura de verdad, que no somos demasiados, somos autodidactas, y en ello incluyo al propio profesorado…

P.- ¿Está ya embarcado en algún nuevo proyecto literario?

En una novela, en la que voy a mezclar lo histórico, lo sentimental y lo social, y donde no faltará el escenario americano, que a mí tanto me interesa. Intentaré hacer algo que no haya hecho antes, como de costumbre…

P.- Le voy a pedir un favor: deje libre a su imaginación y hágame un microrrelato. Solo un par de líneas.

LA IDEA DEL CUENTO

Al oír la sirena de la ambulancia, descubrió el argumento definitivo del cuento cuya idea lo tenía tan obsesionado: resultaba que el personaje era él mismo, y comprendió que ya sabía el final.

.

Por Benito Garrido.

.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *