La Claque: una asociación de ilustradores heterogénea

Por Carlos Gamissans

El mundo del arte no podría entender532925_771201689611401_4691915762259049446_n se sin los ilustradores. El suyo es un oficio que requiere mucho trabajo y creatividad y que, sin embargo, no siempre está suficientemente valorado. La ilustración ha sido considerada a menudo como una disciplina a caballo entre el arte y el diseño. Al margen de estas disquisiciones, su importancia no deja de crecer en un mundo donde todo se comunica visualmente (y de lo contrario, no existe).

Sus procedimientos se han diversificado desde los tiempos en que George Barbier o Heinrich Kley trazaban sus dibujos con la única ayuda de sus manos y su imaginación. Hoy en día los ordenadores han cobrado un enorme protagonismo, aunque no son pocos los ilustradores que siguen empleando las herramientas tradicionales. Las posibilidades son casi infinitas porque, como bien la definió Lawrence Zeegan, “la ilustración es el arte de la calle, un reflejo de cómo vivimos”.

Existen algunas agencias en España como Pencil Ilustradores o Zegma, pero la mayoría de profesionales trabajan por cuenta propia colaborando con diferentes medios. Ahora bien, eso no significa que no puedan unirse para elaborar proyectos comunes o potenciar mutuamente sus creaciones. Prueba de ello es la reciente fundación de La Claque, una asociación sin ánimo de lucro formada por 14 jóvenes ilustradores radicados en Barcelona.

La asociación se inauguró el pasado 11 de diciembre en el centro cultural Pati Llimona con la presentación de su primer proyecto: un calendario que se vendió tan rápido como el cava iba terminándose. Cada miembro se encargó de ilustrar un mes del año entrante, expresando diferentes visiones sobre el tiempo y su fugacidad.

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La Claque nació como una actividad de clase. Todos sus integrantes pertenecen, de hecho, a la Escola Massana, donde han aprendido los fundamentos de este arte de larga tradición. Sin embargo, como explica Laura Rafecas, una de las fundadoras, “nos motivamos y decidimos llevarlo más allá, para que sirviera de trampolín a nuestras carreras”.

El grupo se caracteriza por su heterogeneidad de estilos y técnicas. Lo llamaron La Claque (conjunto de personas que asiste a un espectáculo para aplaudir en determinados momentos) porque si algo les unía es el interés y entusiasmo por “aprender de los compañeros, aunque también nos criticamos cuando hace falta”, puntualiza Laila Abou Saada.

Cuestionada por la situación del oficio en Barcelona, Ina Hristova, otra de las integrantes de La Claque, dice que “el panorama es floreciente porque hay muchos buenos ilustradores, profesores y escuelas”, pero reclama “mayor unidad entre los profesionales”. Ese es el hueco que trata de cubrir la asociación, que servirá también para generar autoproyectos. Por el momento se reúnen en el centro cultural Pati Llimona, donde trabajan en diferentes áreas como la creación de una web propia, la proposición de nuevas obras colectivas o el establecimiento de contactos profesionales. La Claque está abierta a incorporar más ilustradores, ya que su filosofía es no imponer ninguna restricción a la creatividad y el talento.

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