«La función por hacer», basada en «Seis personajes en busca de un autor», de Luigi Pirandello

Por Alberto Casso.


Autor: Luigi Pirandello. Adaptación: Miguel del Arco y Aitor Tejada. Director: Miguel del Arco. Sonido: Sandra Vicente. Iluminación: Juanjo Llorens. Intérpretes: Israel Elejalde, Bárbara Lennie, Miriam Montilla, Manuela Paso, Raúl Prieto y Cristóbal Suárez. Lugar: Teatro Lara. Madrid

En el vestíbulo del añejo teatro Lara, bajo su noble artesonado, uno puede ver una vibrante revisitación de la más célebre y representada obra de Pirandello.  Miguel del Arco y Aitor Tejada han realizado una adaptación seca, valiente, vibrante, despojada y esencial del texto. Han operado por reducción. Toda la compañía pirandelliana ha quedado reducida a dos personajes: un pintor algo pedante y pretencioso, que muestra a su amante atónita un horroroso cuadro expresionista en el que ella se siente cuestionada e insultada. A partir de esta discusión que prende el interés del espectador, aparecen cuatro fantasmagóricos personajes para servirnos en crudo todo un cúmulo de celos y violencia familiar soterrada, cuya víctima final es un pobre bebé. Aquí el folletín de la familia siciliana abocada a la pobreza y abandonada por el padre, con conflicto incestuoso de fondo, es sustituido por una áspera relación familiar. El hermano mayor mantiene una relación tórrida con su cuñada. La presentación de ese conflicto interrumpe la historia del pintor y su amante, y llena de una extraña fascinación al actor que pide más y más carnaza, mientras la actriz instiga al público a que abandone la sala, Y es en estos márgenes borrosos de apariencia y realidad donde la obra se agranda y se empoza, se llena de sombras y de claroscuros,  especialmente por la capacidad de los actores para exprimir sus personajes. Destaca el patetismo desvalido y temeroso de Manuela Paso, la sensualidad hiriente de Bárbara Lennie y la timidez huidiza y acechante de Raúl Prieto. Los adaptadores han tenido la honestidad y buen tino de filtrar las frases más genuinas e inteligentes del original con gran sentido de la oportunidad, como esa inolvidable del texto pirandelliano, de que un personaje teatral puede ser menos real, pero mucho más verdadero, que uno humano

Tan solo un reparo. La solución del espacio circular (aparte de que no concede una clara visibilidad de los actores que deambulan entre el público, de sus gestos, sus movimientos, sus huidas y acechos,  etc y sí de las nucas del público,)  contribuye a que se diluya el conflicto entre ilusión y realidad,  que quedaría mucho más acentuado en un teatro a la italiana.

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