María Luisa Merlo logra cautivar con un personaje a su medida en «Conversaciones con mamá»

Por Horacio Otheguy Riveira

Del cine argentino al teatro universal, una comedia muy sentimental al servicio de una primera actriz con un acompañante que ha de estar a su nivel. La película estuvo a cargo de una gran actriz uruguaya, China Zorrilla, junto a Eduardo Blanco, profesional admirable también habitual en España en el cine y el teatro.

Cumplido el primer año de éxito en gira, ahora llegan a Madrid estas Conversaciones con mamá con María Luisa Merlo y Jesús Cisneros, quien también ejerce de productor con su empresa Descalzos Producciones (originada tras el éxito de Descalzos en el parque de Neil Simon, en 1999). Merlo y Cisneros forman una pareja encantadora, imprescindible para que trasciendan encuentros en días de amor y soledad a ritmo de dulces tangos, pues las jornadas se suceden sin cortes, acompañados de una notable banda sonora escogida por Pilar Massa, a su vez responsable de la puesta en escena, un montaje de envolventes situaciones para sonreír y emocionarse, especialmente en el tramo final, hasta llegar a la voz entrañable de la madre que recomienda al hijo cincuentón que se deje de chorradas y ¡Vuele, Salte, Vuele!, como cuando lo impulsaba siendo niño. Una pequeña epopeya de las que se nutre la vida cotidiana en cualquier lugar del mundo, perfectamente enmarcada en una comedia emotiva de notable calidad, dirigida por una mujer de teatro que ahora mismo interpreta una vez a la semana, El notario en el Alcázar de Madrid.

Lleno está el teatro de madres maravillosas, grises y terribles, pero en estas Conversaciones solo hay esperanza de llegar a acuerdos, a través de la imperiosa necesidad de ambos personajes de recuperar lo mejor de sus tiempos ya lejanos. El ya padre de familia tiene problemas de todo tipo y su madre es una viuda muy positiva que ha conocido a un argentino que la llena de felicidad, le hace pensar, le divierte… De allí que también interesa que en esta versión para el teatro este personaje no aparezca como en la película, pues aporta otra mirada sobre el mundo, una forma de ser desde la máxima pobreza del emigrante sin hogar, que en tiempos normales ya debería jubilarse. Se llama Gregorio, y alrededor de su sombra se desarrollan los encuentros entre una mujer de 76 años y su hijo de 50, que en manos de María Luisa Merlo y Jesús Cisneros consiguen convencernos de que es posible crear en escena una oleada de ternura intensa con la dignidad que aporta el talento de poetas dramaturgos en el texto e intérpretes que consolidan seriamente sus aplaudidas trayectorias.

 

Estupenda escenografía de Rafael Garrigós, quien junto a la iluminación de Francisco Ruiz Ariza resultan imprescindibles para que la puesta en escena de Pilar Massa logre su objetivo de emocionar con elegancia, en el ritmo justo de corazones inquietos, dulcemente enlazados.

 

TEATRO AMAYA. A partir del 7 de mayo 2019

 

 

 

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