“Moby Dick” con José María Pou: viaje al corazón de las tinieblas

Por Alberto Medina

La gran adaptación de Moby Dick por parte de Juan Cavestany ha llenado durante dos noches el Teatro Cervantes de Málaga. Una de las primeras obras con las que abre el 36 Festival de Teatro en Málaga, lleva a los malagueños la historia de un suicida: la historia del capitán Ahab, o más bien la pesadilla de Ahab, que conduce a toda su tripulación al abismo. Un espectáculo impresionante que lleva un año de gira y que continúa haciendo país, con el objetivo de que lo vea la mayor cantidad de gente posible.

Basada, en la novela homónima de Herman Melville (Nueva York, 1819-1891), Moby Dick presenta la historia del Capitán Ahab, cuya venganza contra un gran cachalote blanco que le arrancó una pierna lleva a su tripulación de marineros por los océanos de medio mundo en búsqueda de la obsesión del capitán del ballenero Pequod. Los ojos brillantes y malévolos de Pou se asoman por encima de la cicatriz que recorre toda su cara. Paseando con una pierna de marfil (la producción opta por una pierna protésica), grita con voz atronadora a los cuatro vientos para imponer una obediencia ciega a una amalgama de hombres con la excepción del primer oficial Starbuck que contrarresta la furia de Ahab.

José María Pou, a las órdenes de Andrés Lima, interpreta a un antihéroe, aunque es capaz de rebelarse contra la naturaleza de manera heroica. Casi hora y media de actuación en la que sumerge al espectador en la locura y la ambición humana, el orgullo y el despotismo. Tal como escribió Melville: “La locura humana es frecuentemente la cosa más astuta y felina que haya”. Los actores Jacob Torres y Oscar Kapoya dan vida a parte del universo de los personajes de la historia: Starbuck, Ismael, los arponeros Pip y Queequeg. Sin ellos quizás la obra no sería tan maravillosa y rotunda, cuyas voces y trabajo corporal complementan el trabajo de Pou.

Desde el Cabo Cod en Estados Unidos, hasta la Polinesia, pasando por el Cabo de Buena Esperanza, la puesta en escena hace que el espectador se adentre en la búsqueda y captura del cetáceo albino. Una cuidada y efectista escenografía; las voces, jóvenes y graves de la Comunidad de Madrid; y unos sugerentes audiovisuales; consiguen hacer una síntesis perfecta de una de las novelas más ambiciosas de la literatura norteamericana, donde la caza del famoso cachalote es algunas veces secundaria.

 

Moby Dick se publicó en 1851 y, pese a representar un rotundo descalabro comercial para Herman Melville, también le consagró (con los años) como uno de los padres de la novela literaria moderna (en su modalidad académico-impenetrable). Melville fue pionero de varias cosas, como inventar el peinado hipster o lastrar los escritos con alusiones literarias hasta que se hundían en el fango. Melville, a la sazón, se hundió del mismo modo que esta novela, así que tal vez no proceda colocarle el pie en la glotis. El pobre hombre terminó sus días ignorado, obsoleto, gruñendo a los sirvientes, abucheado en conferencias, reñido con Hawthorne y, peor de todo, escribiendo poesía. Su legado no cambiaría de signo hasta que su cuerpo empezó a convertirse en fertilizante y una extensa legión de discípulos post mortem, aún más pomposos que él pero igualmente incontinentes, rescató su obra del olvido.

[Kiko Amat en El País, ¿Por qué estamos obligados a leer un tostón como Moby Dick?]

 

 

Podemos decir con seguridad que, por su gran visualidad, un diseño impresionante y una narración épica, pocas obras del teatro español pueden competir actualmente con este Moby Dick, estrenado el 19 de enero de 1918 en el Teatro Goya de Barcelona. Desde entonces, una larga gira recorriendo el país. Si aún no lo han intentado y quieren capturarle tendrán hasta finales de mayo de este año 2019:

ENERO 12: Torrelavega

ENERO 19: Lleida

ENERO 20: Terrassa

DEL 25 DE ENERO AL 10 DE MARZO EN MADRID: TEATRO LA LATINA

MARZO 29: Lorca

ABRIL 6 y 7: Granada

ABRIL 27: Córdoba

MAYO: Catarroja (4); Palencia (8) – León (9) – Avilés (10) – Cuenca (17) – El Ejido (25) – Ceuta (31)

Escenografía y vestuario Beatriz San Juan
Iluminación Valentin Álvarez
Música original y espacio sonoro Jaume Manresa
Sonido Jordi Ballbé
Videocreación Miquel Àngel Raió
Postproducción videocreación Miquel Àngel Raió y Francesc Sitges- Sardà
Caracterización Toni Santos
Ayudante de dirección Anna Maria Ricart

 

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