Ricardo Guadalupe: «escribo para que me lean y exponerme, porque creo que exponerse es dar»

Por Sara Roma

Foto_Marián_Lucas_Rodríguez13_10-12En plena crisis económica, Ricardo Guadalupe (Madrid, 1974) supo que tenía que apostar a una carta. Así que en 2009 decidió tomarse una excedencia y emprender una carrera literaria que compagina actualmente con la docencia. Desde su primera incursión en la prosa con Palabras literarias (Octaedro, 2010), su producción ha sido notable. Su último libro se titula Relatos con abrelatas (Octaedro, 2013).

Hace unos años decidiste aparcar tu carrera profesional para iniciar la literaria, que actualmente compaginas con la docencia. Desde 2010 ya has publicado cuatro libros: dos de creatividad literaria, uno de aforismos, y éste último, Relatos con abrelatas, que es el primero de ficción. ¿Cómo ha sido el balance hasta este momento?

La literatura era una llamada a la que no podía decir que no. Me abre todo un mundo, no solo a la imaginación, sino también al pensamiento. Incluso en el día a día: me provoca curiosidad y me incita a acciones a las que antes quizás no me hubiera atrevido, como coger una excedencia e irme de Madrid… Tenía ganas de emular a mis héroes literarios (Cortázar, Borges…) y por fin he escrito este libro de ficción al que siempre le he tenido mucho respeto. De todas formas, yo escribo para que me lean y exponerme, porque creo que exponerse es dar. A ver qué opinan los lectores.

Empecemos por el principio, que a veces es el final, ¿cómo se te ocurrió el título de este libro y qué quieres transmitir con ello?

Relatos con abrelatas es un juego de palabras, pero también una declaración de intenciones. Tras cada relato ofrezco el filo de un abrelatas con el que destapar la materia prima que esconde la ficción, un comentario que atraviesa la máscara de latón y disecciona ya no al personaje sino al escritor.

Relatos con abrelatas es un libro muy cómodo de leer y de llevar. A priori, da la sensación de que no ha debido ser difícil de escribir. Pero las apariencias engañan y tras estas breves historias seguro que hay muchas horas puliendo los textos. ¿Es así?

Efectivamente. Por ejemplo, en mi primer libro, Palabras literarias (Octaedro, 2010), hacía mucho hincapié en los recursos literarios, en las técnicas de inspiración y de creación. En Frases en el muro (Octaedro, 2012), daba valor a la frase y la palabra. Y el siguiente paso ha sido el de los microrrelatos. Es verdad que están muy trabajados. Cada coma tiene su sentido. Pero también hay un trabajo de introspección, de bucear en la verdad, aunque a veces no es fácil porque en algunos relatos aludo a mi realidad y a mi entorno.

Precisamente esta parte de introspección y de reflexión sobre lo escrito va a sorprender al lector porque estas historias están enlazadas por el narrador de ficción y por el propio autor, que toma voz propia con las explicaciones que se aportan al final de cada relato. ¿Cobra la misma importancia la ficción como la explicación de la génesis de cada historia?

Es un poco polémico y hay quien no está de acuerdo con ese añadido. Pero lo he incorporado porque es algo que yo mismo he buscado como lector. Siempre me he preguntado qué parte hay de realidad y de ficción en una historia, de dónde ha surgido, cuál ha sido su fuente de inspiración… Eso es lo que aporto con ello: si ha habido una película que me ha influido, alguna lectura, incluso mis hábitos o el momento vital que experimentaba mientras escribía.

Aseguras que El rizo de Ventura, cuento que inaugura el volumen es tu preferido, ¿por qué?

Por todo lo que provocó. Supuso un año de colaboración en Radio Círculo y el espaldarazo para iniciar esta carrera. Tuve la suerte de ganar un concurso literario y cuando a veces busco el hilo que me ha llevado hasta el día de hoy en la literatura, el origen del ovillo está ahí, en El rizo de Ventura.

En este libro no solo hay prosa, también poesía. Resultará muy curioso al lector encontrarse al final del volumen con tres poemas.

El libro abarca una etapa personal de búsqueda, literaria y en todos los sentidos. Esos poemas pertenecen a esta etapa y por eso tenían que estar incluidos. También para recordar mis orígenes en la escritura, que fueron a través de la poesía, algo por otra parte muy común. La poesía tiene algo de inaprensible, de instintivo. Posiblemente su trato con nuestra intimidad sea el más descarado de la familia literaria.

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