Una maestra en Katmandú, treinta años después

Es posible que todos hayamos oído hablar de Victoria Subirana, la maestra catalana que en 1988 partió a Nepal con la idea de transformar la realidad de uno de los países más pobres del mundo. Aquella odisea dio origen a Una maestra en Katmandú, un libro que en poco tiempo se convirtió en un clásico de la literatura testimonial. Poco después la obra fue llevada al cine por la directora Icíar Bollaín. Ahora, en 2018, treinta años después, Vicki Subirana regresa para contar en un nuevo libro cómo hizo de cada fracaso un nuevo intento de victoria.

 

Una maestra en Katmandú, treinta años después contiene fotos e ilustraciones históricas del recorrido vital de la autora. Victoria Subirana iniciará en mayo una gira por la geografía española, en la cual se proyectará el reciente documental Kathmandu. La Caja Oscura, producido por el butanés Karma Nindup. El libro cuenta con el prólogo de Alejandro Tiana Ferrer, rector de la UNED.

Vicki Subirana tuvo que lidiar con dificultades de todo tipo, y para evitar que la deportaran de Nepal aceptó incluso un matrimonio de conveniencia, que terminó convirtiéndose en un gran amor. De la caída de sus sueños personales y colectivos, habla esta obra. La autora, que asumió la cooperación internacional cuando nadie hablaba del tema, comienza este nuevo libro a partir de unas duras preguntas: “¿Cómo decir a los lectores que las escuelas ya no existen? ¿Qué los niños fueron apaleados, torturados, echados a la calle? ¿Que las mismas personas que ayer pretendieron ayudarme son hoy en día mis verdugos?”

 

 

Una maestra en Katmandú, treinta años después (Huso Editorial, 2018) es la historia de una mujer que quiso cambiar la vida de los nacionales de uno de los países más pobres del mundo, a base de creatividad y compromiso.  En 2012, cuando Aguilar publicó la obra, bastó poco tiempo para que el testimonio de Vicki Subirana se convirtiera en un ejemplo de vida. A través de los principios educativos de una metodología propia denominada Pedagogía Transformadora o Transformación Evolutiva, Victoria Subirana proporcionó educación de calidad a más de 1500 niños y promovió una comunidad, de más de 5000 personas, hechos que lograron sacar de la pobreza a un número importante de personas. Para ello no solo se enfrentó a los gobiernos español y nepalí, sino que también tuvo que padecer caídas íntimas que la convirtieron en la mujer que hoy nos entrega Una maestra en Katmandú, treinta años después.

En la introducción de esta nueva obra, Victoria Subirana se desnuda de nuevo para decirle a los lectores que las razones de su causa han aumentado tanto como la propia dimensión de la tragedia: “Cuando mi querida editora, Mayda Bustamante, me pide que haga una introducción a la segunda parte de Una Maestra en Katmandú yo estoy escribiendo un libro sobre la muerte y me inspiro en uno de los párrafos para que haga de puente entre esas dos orillas de mi vida que son tan símiles como opuestas. Se diría que son dos partes de mí, que de tan análogas se contradicen. Hacer el recorrido hacia el principio del relato para poder llegar a la actualidad, significa revisar mis pasos andando hacia atrás. Lo mismo que un moribundo en su lecho de muerte. ¿Cómo decir a los lectores que las escuelas ya no existen? ¿Que los niños fueron apaleados, torturados, echados a la calle? ¿Qué las mismas personas que ayer pretendieron ayudarme, son hoy en día mis verdugos?”

Ahora, cuando arribamos al final de la segunda década del siglo XXI, el nuevo testimonio de Victoria Subirana se convierte en imprescindible no solo por la importancia que significa contar desde la distancia temporal, sino por los aportes que introduce la autora a las experiencias posteriores al lanzamiento del primer libro. En este tiempo de velocidades poco humanas, cuando determinadas noticias colapsan nuestra comprensión de otras realidades, la literatura testimonial aporta el grado de comprensión que las urgencias también necesitan. El escritor Edgar Borges considera que “Una maestra en Katmandú, treinta años después es un libro que desnuda el desarrollismo desde la mirada de una mujer que, pese a las amenazas, jamás renuncia a crear nuevas formas de luchas. Acaso sea el acto de leer este libro una forma de hacer crecer nuestro conocimiento de otras verdades del mundo”. 

Una maestra en Katmandú, treinta años después es una obra nueva en lo vital, en lo literario y en lo gráfico, ya que incluye ilustraciones y fotos inéditas de la odisea de la autora. En paralelo al lanzamiento del libro, se proyectará el reciente documental  Kathmandu. La Caja Oscura, producido por el butanés Karma Nindup. En el prólogo Alejandro Tiana Ferrer, rector de la UNED, se pregunta admirado ante la acción de Victoria Subirana: “A fin de cuentas, ¿a quién puede dejar de atraerle esta exhibición de vitalidad y energía para desarrollar sus sueños más arraigados, aun a pesar de las inevitables y a veces fuertes dificultades?

Biografía

Victoria Subirana (Ripoll, Girona, 1959) estudió Formación Profesional en Educación Infantil. Trabajó en el Parvulario Montessori Daina (Ripoll) durante 10 años. Cursó Magisterio en la Universidad de Vic. En 1979, comenzó un gran proceso de formación en materia educativa, realizando varios estudios sobre el Sistema Pedagógico Decroly en la Decrolynian School, Bruselas. En Italia, trabajó con el método Reggio ­Emilia. Cursó el Master of Education in Curriculum & Teaching (Michigan State University).

En 1988, viajó por primera vez a Nepal. La visión de la pobreza y la mendicidad en que vivían muchos niños la llevaron a estudiar nepalí y emprender un proyecto educativo en Nepal, abriendo una escuela gratuita para niños sin recursos económicos, intocables, marginados, con discapacidad e inmigrantes. Ha proporcionado ­educación de calidad a más de 1500 niños y ha promovido una comunidad, de más de 5000 personas, que ha salido de la pobreza gracias a los principios educativos de una metodología propia denominada Pedagogía Transformadora o Transformación Evolutiva.

Esta tarea no ha estado exenta de enfrentamientos por ciertas administraciones gubernamentales de España y Nepal. Ha sufrido, junto a la comunidad escolar, violencia, extorsión y continuas amenazas. En 2009, fueron torturados y despojados de sus escuelas.

One thought on “Una maestra en Katmandú, treinta años después

  • el 16 mayo, 2018 a las 1:22 pm
    Permalink

    No puedo imaginar las dificultades de todo tipo. Ni las renuncias. Ni la férrea voluntad. Pero sí, un poco, la belleza serena e intangible de la entrega a tantos niños abandonados. Tiene que ser una persona excepcional. ¡Ojalá viva largos años!

    Respuesta

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *